3.Es hora de hablar

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¿Puede ser que algo que te esperas, te destroce? Mario sabía la respuesta. Y se imaginaba que estaba a punto de ser destrozado por algo que se esperaba.

-Siéntate... -le dijo su madre.

Mario obedece y se sienta en frente de ella, para tenerla cara a cara, para poderla mirar a los ojos.

-Bien hijo, ya sabes que las cosas en casa no van muy bien la verdad. Y ya sabes cómo es tu padre...

-Claro que sé cómo es: es una persona que no se preocupa de nadie más que de sí mismo,  una persona que culpa a los demás de sus desgracias,  pero por encima de todo eso, es la persona que te obligó a marchar de tu país, la persona que te maltrata día tras día y un hijo de la gran...

-¡Basta Mario!- le cortó su madre antes de que continuará la frase que ya sabían como acababa.-No quiero que hables así de él,  es tu padre...

-Vale..-Mario sabia que su madre le daba la razón,  en ningún momento se lo había negado, pero también sabía que su madre jamás sería capaz de pronunciar esas palabras.

-Hijo lo que te tengo que decir es...- hizo una pausa, se secó las lágrimas, cogió aire y se dispuso a soltar lo que llevaba dentro.- Lo que te tengo que decir es que tu padre y yo nos vamos a separar.

¿Alguna vez te ha pasado que sabes que llegará un día en el que tendrás que enfrentarte a una situación difícil y te imaginas mil y una veces cómo será ese momento? cómo actuarás, que dirás, cómo te sentirás...

Mario había imaginado ese momento más de mil y una veces, pero aún así no pudo evitar llorar. La respuesta era sí, algo que ya te esperabas te puede destrozar, y mucho.

Mario sabía que era lo mejor para su madre, pero esa felicidad tenía un precio a pagar: el divorcio de sus padres.

No sabía que decir,  el día iba de mal en peor y temía que continuara empeorando,  aunque sabía que era prácticamente imposible:

-¿Quién de los dos lo ha decidido?-preguntó al fin.

- Ha sido de mutuo acuerdo cariño...

-No me mientas, di la verdad: ¿quién a dado el paso?

Sandra, su madre, rompe a llorar, esto de jugar a ser fuerte ya le cansa...

-Tu padre aún no sabe nada. Ya sabes cómo es él y lo que pasaría si se enterara. Hoy he ido a hablar con el abogado para empezar lo antes posible.

Lo sabía,  conoce demasiado bien a su madre. Sabe perfectamente cuando miente;  lo nota en su mirada.

-¿Cómo se enterará él?

-recibirá una carta en la que se le explica todo y en la que le citan al juzgado para el divorcio...

-De acuerdo,  ¿puedo irme ya?

-Sí...

Mario sube las escaleras y se dirige a su habitación,  no se lo puede creer.

Su madre ya no quería a su padre... y eso significará una nueva etapa en su vida: viviendo en dos casas diferentes. Será una etapa muy difícil.

Se estira en la cama y mira hacia el techo.

Nota como le empieza a resbalar la primera lágrima, detrás de ella la segunda, y la tercera... se siente impotente,  no puede hacer nada por frenar esas lágrimas que cada vez son más. En ninguna de las opciones que se imaginó pensó que le dolería tanto.  El dolor que sentía ahora no se arreglaba con una canción bonita o una película con final feliz.

Poco a poco los ojos se le van cerrando y el llanto va cesando hasta quedarse dormido.

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-¡Mario a cenar!- le llama Marc, su hermano mayor,  desde la cocina.

Han pasado dos horas. Mario abre los ojos con dificultad,  se le han hinchado de tanto llorar.  Se levanta de la cama y se seca las lágrimas.

No volverá a llorar, se lo ha prometido a sí mismo antes de dormirse.

Baja las escaleras e intenta poner una cara normal. En la mesa ya están todos sentados: Sandra,  Marc, su hermano pequeño David y su padre,  Paulo:

-¿Me pasas la carne por favor? -le pide David a su madre. La bandeja de carne va de una punta de la mesa  a la otra.

-¿Porqué cada vez cenamos más tarde?- le espeta Paulo a su mujer.

-Lo siento cariño pero hoy he salido tarde de trabajar de la fábrica...

-Lo que deberias hacer es cuidar de los niños y limpiar la casa  y quedarte aquí.  Eres mi mujer, el hombre soy yo y el que trabaja.

Sandra ni contesta,  se limita a callar y baja la cabeza,  mirando fijamente el plato.

Mario puede ver como una gota de sufrimiento sale del ojo de su madre, recorre toda su mejilla y cae a su plato. Esto es demasiado para ella...

-Y entonces que pretendes, ¿que nos quedemos sin comer por tu puto machismo? -Mario está intentando controlar su ira, pero aún así en la entonación se le nota esa rabia, esa ira y ese desprecio que siente por dentro:

-Con tan sólo mi sueldo podríamos comer igualmente.  No tan bien pero lo haríamos.

-Pero si mamá gana más en la fabrica que tú de paleta....- murmura Mario, pero aún así su padre le ha escuchado:

-¿Qué has dicho?

- ¡que me tienes hasta los huevos con tu machismo!¿ Es que mamá es menos que tú?

-Sí

Mario se levanta de la mesa indignado. Ya no quiere aguantar más la ira, tampoco puede.

Se va a balancear sobre su padre pero su hermano mayor lo atrapa antes de que lo haga. Mario forcejea pero su hermano tiene más fuerza.

Su padre, que ni se ha movido el sitio, suelta una carcajada sonora mientras continua cortando el trozo de carne.

-¿De que te ríes tu desgraciado?- le dice Mario.

Paulo no contesta.

Marc suelta a su hermano, este se dirige a la puerta y coge la chaqueta.

Cuando está abriendo la puerta le dice su padre:

-A ver si te pierdes de una vez por todas y no vuelves más...- le dice con una sonrisa en los labios

-¡Que te den!- chilla Mario.  Después sale por la puerta y la cierra de un portazo.


Hola a todos los lectores que habéis llegado hasta aquí.  Espero que os este gustando la novela y aun queda mucho de ella por delante. Eso es lo que espero pero me gustaría que me lo demostraráis haciendo comentarios con vuestra opinión y votándola.  Intentaré colgar lo antes posible  adiooos!!

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