Sandra es mi madre. Nació en Brasil, en Rio de Janeiro. Desde pequeña ha sido una luchadora, valiente y una persona fuerte. A los ocho años perdió a su padre: estaba trabajando en una obra cuando una biga le aplastó. A los once su madre empezó a salir con otro chico. Cuando llevaban seis años saliendo, su madre y el otro chico tuvieron otro hijo y su primer hermano, Alberto. A los dieciocho fue a la universidad, donde conoció a mi padre, Paulo. Según mi madre, mi padre en aquella época era el chico más guapo que había conocido, el más inteligente, el que más le hacía reír, era el chico que la había enamorado...
Al volver del primer año de universidad se encontró con una sorpresa, su madre y su nuevo padre habían tenido otro hermano, Carlos. Pasaron muy buen verano los cuatro: iban a la playa, hacían excursiones, Alberto ya había empezado a dar sus primeros pasos y a decir sus primeras palabras, Sandra aprendía cómo cuidar a un niño; pero su cabeza la tenía en otro lado, la tenía en Paulo, en ese chico que le había vuelto loca, que le había robado el corazón.
En septiembre se volvió a la universidad. A las pocas semanas Paulo la invitó a cenar. Una cena que acabó con un par de besos y una declaración: Paulo le pidió a salir. No se lo creía, estaba como en un sueño.
Llevaban saliendo un par de meses, llevaban saliendo a cenar unas cuantas veces, cuando una noche Paulo la llevo una colina con su coche:
-¿Qué hacemos aquí?-le preguntó.
- Quererte...- y le comenzó a besar.
Poco a poco, pasaron a la parte trasera del coche, algunos besos dados con un poco de torpeza, sonrisas de complicidad, poco a poco, los botones de la blusa se iban desabrochando, la camiseta cayó al suelo del coche. Poco a poco los pantalones también se desabrocharon. Los vidrios del coche se fueron empañando, los dos jóvenes se volvieron uno. Hay momentos que recordarás durante toda tu vida, otros los recordarás toda la eternidad.
Más entrada la noche, Sandra contemplaba las vistas desde lo alto de la colina rodeada de una manta.
-¿Qué haces?- pregunto Paulo.
-Pensar...
-¿Y en qué piensas?
-En lo perfecto que puede ser algunos momentos.
-Jajajaja, va sube al coche que tenemos que irnos.
-Paulo...
-¿Qué?
-¿Me quieres?
-Hago más que eso, te amo. Va vamos sube al coche.
Sandra subió al coche y empezaron a recorrer colina abajo, sabiendo que en lo alto de ella habían perdido algo que no iban a poder volver encontrar, sabiendo que esa noche había sido mágica para los dos.
Las cosas volvieron a la rutina: los estudios, los amigos, las cenas, y alguna que otra escapada en coche o a la habitación.
Pero nada es eterno y todo llega a su fin.
A Paulo le ofrecieron una beca para ir a estudiar a España, y tenía que partir de inmediato:
-Vamos Sandra, marchemos juntos. Te quiero y no puedo dejarte aquí sola.
-No se Paulo, aquí tengo a mi familia, a mis amigos, a todos...
-Pero allí me tienes a mí.- le corta el chico.
-No lo sé...
-Te lo diré más claro, o vienes conmigo o se acabó todo. Tienes esta noche para pensártelo.
Sandra estuvo toda la noche sin dormir, tenía que decidir entre marcharse con su amor y abandonar a toda su familia, amigos y todo lo que tenía o que su amor se fuera y quedarse con todos.
Al final hizo la maleta y huyeron los dos hacía España. Donde Paulo estudiaba y ella trabajaba en una fábrica.
Pero allí en Brasil se quedó todo: el verano perfecto con su familia, las primeras palabras y los primeros pasos de Alberto y Carlos, su infancia, su juventud, hasta los días de hoy. También el novio de su madre y ella, su madre.
Nos los volvió a ver desde aquel verano, no hubo tiempo para despedidas, tan solo los recuerdos le quedan. Tantas veces se arrepiente, tantas noches a llorado, incontables. Nunca los volvió a ver ni a saber de ellos.
Las locuras que se cometen por amor, ¿no?
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Oportunidades
RomanceMario y Sara son dos adolescentes: Mario tiene 15 años y Sara 17. Los dos vienen de familias desestructuradas y la vida no da señales de favorecerles, ¿pero acaso no tienen derecho a sentir el amor? secretos, aventuras, celos, odio, alegría, risas...