4.cenas de desesperación

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El reloj marca las diez cuando la madre de Sara le llama a cenar. Al llegar al comedor se sienta en la mesa y empieza a comer.

Lidia clava su mirada en su marido, Marcos y le hace una señal refiriéndose a su hija; Marcos asiente con la cabeza y Lídia centra su atención en su hija.

- Sara, ¿Qué tal el día?- la chica mira a su madre, lo sabía.

-Bien mamá, hoy he hecho el examen de química y creo que sacaré buena nota.

-Y....-Lídia toma aire, no sabe si tiene el vaolor suficiente para preguntárselo, pero es lo que debe hacer.-¿Hoy te han hecho algo hija?- le pregunta su madre.

- No mira mamá, lo han olvidado de un día para otro, han continuado con su vida y me han dejado en paz. ¿A ti que te parece?- contesta Sara irónicamente. Lo que más le enfada es que encima no tenga el valor de mirarle a la cara cuando hablan del tema. Nunca lo ha hecho, y sabe que continuará siendo así:

-Sara habla bien a tu madre- Dice su padre, pero Sara continúa:

-¿Es que no puedes tener un trabajo normal?

-¡Sara, ya basta!

-No tengo más hambre- Sara se levanta de la mesa, coge la chaqueta del perchero y sale por la puerta.

-¡Sara vuelve ahora mismo!

Pero Sara ya no escucha, ella ya ha cerrado la puerta y ha salido corriendo, sin tener ninguna dirección, sin saber dónde ir, tan solo con las lágrimas resbalando por sus mejillas y desapareciendo por la fría y oscura noche de noviembre.

Tanto Mario como Sara piensan que sus vidas no pueden ir peor, pero, ¿quién sabe? La vida da giros inesperados muchas veces, o a veces simplemente el destino cruza los caminos de las personas.

OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora