Aquel Beso

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Habíamos cuatro personas en esa sala, cuatro personas hundidas en un silencio tormentoso e incómodo que empeoraba a cada segundo. Tom estaba tan nervioso que se había paralizado, lo único que había podido hacer antes de que Shannon pronunciara alguna palabra fue subir la cremallera de su sudadera hasta arriba.

—H-hola. Ehm, sí, aquí he estado ¿y ustedes? —Por fin pudo articular; intentó cambiar de tema lo más posible antes de que pudiera darle un ataque.

—Fuimos de compras, —contestó la mujer que estaba a lado de Shannon —¿y quién es tu amigo? —Preguntó mientras me miraba de arriba hacia abajo y viceversa.

—Un amigo y ya se iba. —Me empujó hacia la salida rápidamente por lo cual no había podido despedirme formalmente. Me dejó en frente de la puerta y antes de que la cerrara en mi cara alcancé a preguntarle algo.

—¿Es tu madre? —Volteó a verme y después hacia dentro de la casa y asintió. —Parece alguien agradable. —Comenté, él sonrió y despeinó mi cabello para luego entrar nuevamente a su casa. Esa fue la última vez que hablamos ese fin de semana.







—Creo que es todo por hoy. —Contestó Tom mientras guardaba las partituras que había traído de la biblioteca, asentí y me dirigí hacia la cocina para beber un poco de agua. —¿Me sirves un poco? —Volteé a ver hacia mis espaldas a quien me hablaba, asentí a su mandato y le serví un vaso con agua fresca. —¿Sabes?, haz mejorado bastante desde que comenzamos con las clases, tal vez hasta te vuelvas mejor que yo. —Mencionó antes de tomar un poco de agua y yo reí ante lo que dijo. Tú eres mucho mejor que yo, pensé. —... Mierda. —Dijo al mirar una notificación de su teléfono.

—¿Qué sucede? —Le pregunté.

—Wade acaba de cancelar las clases de hoy. —Contestó con molestia.

—¿Te diste cuenta de que Wade te acaba de "cancelar" y tú te molestaste? —Le pregunté con un escalofrío recorriendo mi espalda.

—Sí, a mí también me dio escalofríos. —Dijo removiéndose.

—Bueno, si no tienes nada que hacer, tal vez podamos ir a mi departamento. —Mencioné "sutilmente".

—¿Para qué? —Entrecerró sus ojos como si yo tuviera un plan malévolo e inmediatamente busqué excusarme.

—E-Es que tengo un nuevo video juego que quiero estrenar y si quieres podemos jugar un poco. —Contesté apenado.

—No sé jugar video juegos. —Contestó avergonzado.

—Si quieres yo te enseño. —Me observó por un par de segundos para después sonreír y asintir. Fuimos a mi departamento y después de enseñarle a cómo operar los controles comenzamos a jugar; estuvimos jugando por gran rato hasta que Tom por fin pudo ganarme.

—¡SÍ! ¡LO LOGRÉ! —Exclamó con euforia.

—¿Jugamos otra ronda? —Le pregunté dispuesto a ganarle otra vez.

—Nah, quiero fumar. —Contestó mientras se estiraba. —¿Fumamos? —Negué con mi cabeza pues nunca había fumado en mi vida.

—Yo nunca he fumado.

—Eso está mal, ven vamos. —Tomó mi mano y me dirigió a un lado de mi ventana, la abrió y encendió su encendedor para después encender un cigarrillo que sacó de su pantalón. Me dio uno y lo puso entre mis labios. —Inhala. —Acaté su orden y el cigarrillo comenzó a encenderse, el humo entró en mis pulmones por lo que comencé a toser un poco. —Tranquilo, ve despacio. —Alejó el encendedor del cigarrillo y comenzó a inhalar el suyo, luego exhalaba el humo mientras miraba la ciudad por la ventana.

—¿Desde cuándo sabes fumar? —Le pregunté.

—Desde los trece, aunque a veces pienso en dejarlo. —Dejó caer un poco de las cenizas hacia afuera de la ventana y volvió a colocar el cigarrillo en sus labios.

—¿Y por qué no lo dejas? —Le pregunté haciendo lo mismo que él.

—Ya me volví un adicto a ésto. Creo que es mi único vicio.

—Creí que tu único vicio era bailar. —Ambos reímos y Tom posó su cabeza en el marco de la ventana, inhaló un poco del humo y lo mantuvo en su boca por unos segundos para después dejarlo ir por su nariz.

—Mi madre quiere que deje de bailar en el club. —Lo miré atentamente y prosiguió. —No le parece lo que hago y sé que quiere lo mejor para mí, pero... No sé que hacer. Quiero que ellas tengan una buena vida pero no se las puedo dar si dejo de bailar. Soy totalmente pésimo para cualquier otra cosa. —Una lágrima salió de uno de sus ojos y la limpié con mi pulgar, así como a las demás que intentaban salir. Me sonrió tristemente para después él mismo limpiar sus lágrimas y recobrar la compostura. —No quiero hablar más de eso, mejor hablemos de ti. ¿Cómo haz estado con la ruptura con Rosie? —Me preguntó.

—Bueno, ella me llamó el otro día, dijo que quería hablar conmigo sobre lo nuestro. —Tom se sorprendió pero me animó a continuar con mi relato. —No quiero volver con ella. 

—¿Por qué? —Me preguntó confundido. Si supieras, pensé tontamente.

—Hace un tiempo que ya no siento lo mismo por ella y me pongo a pensar en lo que decía que no le gustaba de mí, por ejemplo: no le gustaba que intentara contar chistes, o que tuviera amigas porque ellas "querían" tener algo conmigo, o que preparara palomitas porque eran muy "saladas", es más, ni siquiera le gustaban mis besos. —Tom comenzó a carcajearse por lo que lo miré confundido. —¿Qué es tan gracioso?

—Nada, sólo que no puedo imaginarme a alguien diciendo que no le gustan los besos de su novio o novia. —Aplastó su cigarrillo contra el marco de la ventana y lo tiró hacia la calle para después limpiar las cenizas que habían quedado en el marco.

—Ella decía que no sabía besar. —Contesté sin ánimos.

—Bueno, sólo hay una forma de saberlo. —Tomó mi cuello con firmeza y quitó mi cigarrillo de mi boca, haciéndole lo mismo que al suyo; nos miramos a los ojos con intensidad, nuestros alientos se mezclaban y él se acercaba cada vez más, no tenía dudas al igual que yo pues no tenía intenciones de apartarme; cerramos nuestros ojos cuando ya estábamos tan cerca. Primero rozó nuestros labios, haciendo que las ganas de profundizar el roce me invadieran pero logré controlarme, luego él nos unió y para mí fue lo más bello que me haya pasado en la vida; sentí sus labios contra los míos, sus movimientos y las ganas de devorarnos aunque no lo hicimos. Se alejó de mí y cuando abrí los ojos pude ver la imagen más hermosa que nadie había visto hasta ese día: Tom con los ojos cerrados, los labios húmedos y entreabiertos y un sonrojo que se adueñaba de sus mejillas; nos miramos por unos segundos en los que nos embriagamos con nuestro propio silencio, luego él carraspeó un poco y se rascó la nuca en señal de vergüenza. —N-No besas tan mal, se podría decir que eres bueno... Creo que debería de irme. —Y se fue, me quedé estático por horas, pero en mi mente no dejaba de repetirse ese beso, esas sensaciones. Tal vez sería la única vez que probaría sus labios, pero siempre atesoraría aquel beso que se encontraba entre mis recuerdos.



Haughty QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora