Cita de Favores

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—Deja de usar tanta colonia. —Me dijo Sander, quitándome el objeto de mis manos.

—Sólo quiero estar presentable para mi cita. —Contesté. Y sí, Tom y yo tendríamos nuestra primera cita; estaba muy emocionado al igual que nervioso pues temía que las cosas salieran mal.

—Si quieres estar presentable, entonces deja de usar esa cosa. Apestas tanto que hasta te podría a oler a cien kilómetros de distancia. —Contestó Wade con sorna, agitó su mano en ademán de haber apestado todo y se situó a un lado mío, posando su mano en mi hombro. —Tranquilízate, todo saldrá bien; pusiste mucho empeño en la cita, no veo por qué algo deba salir mal. —Sus palabras lograron relajarme un poco pero aún seguía nervioso y no quería echar a perder pues si lo hacía no sabría como mirarlo a los ojos nuevamente.

—Aún no sé cómo es que pudiste dejar a Rosie por él. —Él castaño se cruzó de brazos mientras fruncía su ceño como si estuviera estreñido.

—Tengo mis razones, San. —Contestaba mientras tomaba mis cosas para poder irme a mi cita.

—¡Pero ella vale mucho más que cualquier otra persona! —Alegó.

—Si no te conociera, diría que te gusta ella. —Dijo Wade por lo que Sander se tensó y comenzó a negar con un pequeño sonrojo en sus mejillas. No puedes ser más obvio, pensé mientras salía de mi departamento.

Llegué treinta minutos antes al lugar en el que nos veríamos Tom y yo; era justo el parque en el que había conocido a su hermana.

Esperé alrededor de quince minutos a Tom hasta que llegó, vestía unos pantalones ajustados de mezclilla, una camisa lisa de color verde agua y una chaqueta corta de cuero blanco con lentejuelas en la solapa, unas botas militares de color blanco y unas gafas tipo phantos de marco negro.

—Hola. —Me saludó para después darme un beso en la mejilla. —Lamento que hayas esperado mucho.

—No te preocupes, no esperé mucho en realidad. —Contesté. —¿Por qué no mejor iniciamos con nuestra cita? —Él asintió; caminamos hasta un restaurante de comida rápida en el que decidimos comer. Nos sentamos en una de las mesas esperando ser atendidos, luego una linda mesera se acercó para tomar nuestra orden y he de decir que sentí que me estaba coqueteando cada que podía.

—¿Te diste cuenta de que te coqueteaba? —Dijo antes de darle un sorbo a su bebida.

—¿De verdad? —Contesté inocentemente.

—Oye, serás un pastelillo relleno de amor, pero no eres inocente. —Me señaló con su hamburguesa a la que estaba a punto de darle un mordisco.

—¿Crees que soy un "pastelillo relleno de amor"?; eso es tierno. —Contesté fascinado por su descripción hacia mi persona.

—No. Tú eres él tierno, yo soy la mala influencia de los dos. —Nos reímos por su comentario y seguimos debatiendo quién era él tierno y la mala influencia de los dos y claramente seguimos como empezamos. Pedimos la cuenta y nuevamente la mesera intentó coquetearme pero ésta vez Tom interfirió. —¿Y a dónde vamos ahora, amor? —La mesera se nos quedó viendo con asco para después irse con el dinero y su propina mientras le seguía el juego a Tom.

El cine, el centro comercial, las tiendas de música, las de libros, los centros de videojuegos, la feria; fuimos a todos y cada uno de esos lugares en los cuales nos divertimos y nos dábamos uno que otro beso. Recorrimos el parque central tomados de la mano y entre un silencio agradable y muy cómodo para los dos; nos posamos debajo de las ramas de un gran árbol en el cual nos recargamos mientras mirábamos a loas demás personas en el parque yendo de un lugar a otro y divirtiéndose en una tarde tan lindo y llena de sol como lo era ésta.

Haughty QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora