Capitulo 1. -Historia-

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Hace mucho, muchísimo tiempo, en una tierra lejana habitaban los enanos en el reino más grande y majestuoso jamás visto. A los pies de este, había una ciudad en donde sus pobladores vivían en paz y armonía. Incluso el rey elfo y sus súbditos tenían una espléndida relación con estes.

Hasta que un día, la codicia, las ansias de riqueza y la oscuridad, una oscuridad más terrible de lo que nadie nunca pudo llegar a pensar, se cirnio sobre estas tierras.

Aquella oscuridad tenia un nombre.

Smaug, el dragón.

A partir de aquí, sabéis bien la historia.

El dragón destruyo todo lo que tenían, mató a miles de sus gentes y nadie, nadie en absoluto acudió en su rescate.

Ni los elfos, que dirigidos por el rey Thranduil, decidieron darles la espalda a los enanos y no prestrales su ayuda, ni en ese momento, ni en ningún otro a partir de entonces.

Podría contaros de nuevo y refrescaros la memoria con lo que sucedió después, los años de perdición y soledad para los supervivientes, la unión de Thorin, el descendiente del rey y sus enanos con el mago gris Gandalf y el saqueador o hobbit más importante, Bilbo Bolsón, pero así no haría más que perder el tiempo, pues vosotros que estáis leyendo ahora estas palabras ya sabéis de sobra a que me refiero. Además, yo no sería quien de contar tal historia.

La historia que os vengo a contar, es de más de 60 años después, cuando el reino y aquella ciudad fueron recuperadas y todo pareció volver a la normalidad.

Pero aquella serie de catástrofes, no habían hecho más que empezar.

Os contaré, con todo detalle y con la mejor precisión que pueda tener, la historia de un descendiente del mismísimo rey, Thorin.

No hablo de todos los enanos que en su viaje le acompañaron, no.

No hablo de sus dos hijos, Fili y Kili, tampoco.

Hablo de su último descendiente.

Hablo del hijo que tuvo con una, llamemoslo así, criatura fascinante que llegó a su vida después de que su primera esposa falleciera.

Contemos las cosas tal y como son.

Empezando, por el hecho de que su último descendiente, era una bella y dulce niña.

Era el centro de atención de todo el reino, de la ciudad a la que no tardó en llegar la noticia, de todos los enanos que allí vivían. Pero, sobre todo, era el centro de atención para su padre.

Thorin, el cual había vivido más que suficiente dolor, el cual casi pierde a sus hijos y su propia vida en batalla, el que después tuvo que reconstruir su reino y aun encima, vio fallecer a su primer esposa.

Aquel al que llamaban escudo de roble, creyó ver en su hija a un ángel, un regalo de los dioses, un tesoro, el más valioso de el mundo.

Una salvación para el.

Y así fue.

La pequeña crecía rápido, al continuo y constante cuidado de sus padres y hermanos.

Su madre, la cual se conocía como la humana que había conseguido robar el corazón de el rey de aquellos enanos, nunca le quito el ojo de encima ni se separó de ella en ningún momento.

El nacimiento de esa pequeña traía consigo felicidad y una nueva vida en la que podrían enmendar los errores del pasado.

Pero suelen decir que no todo es como uno piensa.

La pequeña no era alguien corriente.

No por el hecho de ser una princesa o de ser la hija de quien era. Tampoco por ser la única mujer. Si no porque era una criatura jamás concebida antes.

Una criatura a la que todos temerian si supieran de su existencia.

Algo prohibido.

Un híbrido.

Como antes habré dicho, su madre se hacía conocer por todo el reino como una humana. Pero para nada era así.

Solo el rey, sus hijos y los más cercanos a ellos sabían la verdad de aquella persona.

Ella era un elfo.

No, no os está fallando la vista. No estáis delirando y por supuesto, habéis leído bien.

Una niña, mitad elfo, mitad enano.

Algo jamás visto ni jamás pensado.

April, realmente, era única en todo el mundo.

Híbrida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora