Capitulo 16.

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April daba vueltas en la habitación de un lado para el otro. Le habían informado de que el príncipe había hablado con el rey y que había decidido que ella y todos sus compañeros abandonaran el castillo. Sin embargo, sabía que no habían hablado. Habían discutido y no quería imaginarse el porque. Aunque sospechaba que era ella.

Tenia toda sus cosas y aun estaba herida. Herida y cansada, pero al fin y al cabo era mejor estar cansada que muerta. Estuvo pensando mientras esperaba a los demás, incluido a Gimli el cual iban a soltar, en que ahora le debía la vida a aquel elfo. Al príncipe de aquel reino. A Legolas. Su cerebro le decía cosas como "Deberías haber muerto allí antes de que te salvase un elfo y ahora le debieras la vida".

Su corazón, en cambio, le decía otras cosas.
"Lo amas. Te ama. Te ha besado. Has de decirle lo que sientes. Te ha salvado. A el no le importa lo que eres, lo que es y los estupidos problemas familiares que tenéis. Solo le importas tu.".

April, en este caso, tenía las cosas más claras, despues de todo lo que había pasado.

Recapitulemos.

Por su cumpleaños Gimli se había llevado a April de viaje, resultando ser más que un viaje, una misión. Se habían convertido en parte de la compañía del anillo, el cual tenían que destruir en el mismo lugar que se había creado, mientras Orcos y demás criaturas se interponían en su camino. Hasta ahora y por lo que April había llorado en secreto, Gandalf el mago era el único fallecido.

Pero, ¿Quien seria el siguiente?

Por si fuera poco, se dijo así misma, un estupido elfo hijo del rey que su padre mataria sin ninguna duda se había enamorado de ella y la había besado. Lo peor es que ella también de el, no podía ni ocultarlo más ni remediarlo.

Así que solo con el simple hecho de haber estado en el reino del gran Thranduil me importa solo lo mio, su padre ya la mataría a ella y a todos lis elfos juntos aunque tuviera que revivir al mismísimo Smaug.

Como ya estaba sentenciada, decidió seguir por una vez a su corazón, sobre todo cuando el primero y por el momento único en entrar por la puerta de la habitación era Legolas.

Se acercó a el y lo abrazo, para la grata sorpresa del elfo.

Legolas: ¿April? ¿Estás bien?

April: Si. Pero... ¿Y tu?

April se separó de Legolas y lo miro apenada. Parecía cansado y abatido, lo cual no era corriente en el hermoso rostro del elfo. Se encogió de hombros y esbozó una sonrisa.

Legolas: Ahora si. Ahora que te veo.

April quiso hablar con el, preguntarle que había pasado, consolarle y ayudarle. Le debía eso y más. Además, quería hacerlo. Pero solo con sus palabras el príncipe conseguía sin saberlo que todo el ser de la muchacha se estremeciera.

April: Legolas... Yo... Hay algo que he de decirte. No me he portado bien contigo hasta ahora y creo que es lo...

Legolas la interrumpió bruscamente.

Legolas: No hay nada de lo que debas disculparte, creeme. Es más, quizá sea yo quien deba hacerlo. Yo he actuado impulsivamente, trayendote aquí sabiendo lo que significa para ti este reino y mi padre...

April: Legolas...

Legolas: No. Déjame hablar. Es verdad lo que antes dije, yo te amo. No me importa mi padre, no me importa los conflictos del pasado ni si eres humana, elfo o enano. Solo me importa tu felicidad.

April: Pero yo...

Legolas: Se que tu padre es mucho más bruto que el mio y, ¡Oh! No te ofendas por eso. Mi padre puede ser terco y egoísta pero el no te clava una hacha en la cabeza si se entera de que...

April: ¡Legolas! Te amo.

Legolas: Si, pero déjame que siga... Espera, ¿Qué?

April no pudo dejar que una risita saliera de dentro de ella. El elfo había estado tan concentrado en intentar disculparse, calmarla y decirle palabras bonitas que no le había dejado otra opción que decírselo de aquella manera. Legolas parpadeó varias veces, perplejo y gratamente sorprendido a la vez.

Legolas: ¿Me amas? ¿E-En serio? ¿No es algún tipo de burla?

April no podía parar de reir. Aquella faceta de sorprendido y nervioso del elfo no la conocía. Parecía completamente desorientado y su tartamudeo al hablar hacia que aquella situación fuera menos incomoda y más graciosa. Legolas contemplaba a su amada reir, aquella risa que iluminaba más su delicado rostro, aquella risa que sonaba mejor que cualquier melodía jamás escuchada. Así, observándola completamente embrujado, Legolas olvido cualquier problema y se centro solamente en una única acción.

Rodeo con sus brazos a la joven, que detuvo su risa y miró a los ojos azules al elfo. Esta dejó descansar sus manos en el pecho del príncipe, el cual juntó sus frentes con cariño.

Legolas: Te prometo que nadie nos separará ahora. Nadie.

April: Y confió en tu promesa más que en nada.

Así, juntaron sus labios de nuevo para disfrutar de aquel momento, únicamente perteneciente a ellos dos.

Pero el elfo no debía de preocuparse porque alguien les separara. Debía preocuparse por algo, algo que había estado dormido hasta ahora.

Un gélido aire comenzó a soplar en las montañas.

Híbrida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora