Capitulo 14.

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Legolas tuvo que separarse de April en cuanto escuchó unos pasos venir hacia ellos. La joven se echó intuitivamente hacia atrás, siendo protegida por Legolas. Aun así, adoptaban una pose bastante peculiar a la par que sospechosa.

En la sala entró una elfa silvana de cabellos rojos. Al encontrarse a ambos de ese modo, no tardó mucho en averiguar que había interrumpido algo. Sin poder evitarlo, río en voz baja. April que no era tonta, se dio cuenta de como se debía de ver la situación, sobre todo porque ella tenia su mano posada cerca de sus labios que hace escasos segundos habían sido besados por los de el elfo. Un beso corto y brusco por la situación, pero a la vez suave y cálido. Con tan solo ese roce de labios April pudo sentir como todos los pilares en los que sus pensamientos sobre lo correcto y lo que no, se desmoronaban. Legolas carraspeó y pregunto con un toque molesto a Tauriel el motivo de su presencia.

Legolas: Tauriel... ¿Ocurre algo?

Tauriel hizo severos esfuerzos por dejar de reír y contestó al príncipe.

Tauriel: Tu padre te reclama, Legolas.

Miró como la pobre April no sabía en donde meterse y sintió pena por ella. Esa relación en verdad iba a tener que superar demasiadas cosas.

Tauriel: Pero, si ahora estáis ocupados yo puedo decirle que...

April interrumpió derrepente.

April: ¡No! ... Digo... Yo estaba por irme a descansar. Ha sido un día duro. Buenas...noches.

Y tan rápido como su herida se lo pudo permitir, salió de allí. Legolas quiso ir junto a ella pero Tauriel le detuvo.

Tauriel: Se bien lo que sientes y como de frustrante es todo. Pero tu padre te reclama y ya sabes que es mejor no verle enfadado... Y menos en esta situación.

Legolas se giró despacio, miró a la elfa y suspiro.

Legolas: Si, tienes razón.

Tauriel: Si me permites decirte algo... Creo que vas por buen camino.

Legolas fruncio el ceño.

Legolas: ¿A que te refieres exactamente?

Tauriel: Pues que... April, creo recordar que así se llamaba, ha salido de aquí hecha un manojo de nervios. Debe de tener en este mismo momento una lucha interna por lo que es lo correcto y por lo que ella siente. Solo debes insistir más.

Tauriel rió ante la cara de Legolas. Este acabo riendo también y le agradeció a su amiga sus palabras.

Legolas: Gracias, Tauriel. Ahora he de ver a mi padre.

Se dio la vuelta dispuesto a ir junto al rey, pero esperó un minuto.

Legolas: ¿Como sabes todo eso?

Tauriel rió esta vez más.

Tauriel: Cosas de mujeres. Ahora ve.

Legolas no le dio mucha más importancia y fue a ver al rey.

El rey Thranduil era un elfo serio, orgulloso, egocéntrico y con muy mal genio. El quería todo cuando el lo mandaba y detestaba que se le negara por cualquier razón. Deseaba hacer todo lo que el quisiera, sin ningún tipo de excepción.

Para sus propios súbditos o familiares era una persona que solo se preocupaba por el mismo.

Pero... ¿Era realmente así?

Mi respuesta es un no, un no rotundo.

Aquella apariencia era una coraza que el propio Thranduil se había encargado de levantar ante todo y todos. Era su forma de mantener seguro y a salvo lo que el amaba. Su reino. Su gente. Su hijo.

En el interior el era un elfo desgraciado, triste y solo que era continuamente perseguido por errores del pasado. Ahora, mientras esperaba a su hijo en una sala con vistas al bosque, pensaba en aquello que un día le arrebataron. Su amor.

La madre de Legolas había muerto pronto, Legolas jamás supo de ella. El propio rey se encargó de destruir cualquier recuerdo de ella, no por su hijo, si no por su propio dolor.

Había cosas que Thranduil había hecho mal, condenadamente mal, pero si había una de la que jamás se perdonaría a si mismo era la de haber dejado que su esposa muriera. Ella era su felicidad, su esperanza, su vida. Todo lo bueno que una vez existió en la vida de Thranduil había sido gracias a su esposa. Pero un día, los Orcos se la arrebataron y con ella todo. Desde ese día, se prometió que cuidaría cada detalle de la vida de su hijo, de su reino, de todo. Nadie saldría ni nadie entraría. No ayudaría a nadie para que después nadie fuera a atacarle a el.

Aunque sus métodos y maneras no eran buenas, el protegía a lo que amaba con todo lo que tenía.

La voz de su hijo lo sacó de sus pensamientos.

Legolas: Padre. ¿Me ha llamado?

Thranduil se giró y lo observó. Le contesto en elfico, como solían hablar.

Thranduil: Así es. Hay algo que he de decirte.

Legolas: ¿Qué es, pues?

Thranduil pronunció las siguientes palabras con todo el dolor del mundo, pues sabía lo que era sufrir por alguien a quien amas.

Thranduil: No puedes enamorarte de la humana.

Híbrida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora