Híbrida.

Capitulo 7.

En cuanto Legolas hubo pronunciado esas palabras, un rubor cubrió el rostro de April. Así había sido. Ella jamás lo llamó por su nombre a secas. Siempre le había llamado "elfo" o "príncipe" en tono de desprecio. Para ella, eso resultaba vergonzoso. El elfo pronto notó el rubor de la muchacha y aguantó la risa, aunque, también le produjo ternura aquello.

Legolas: No te apures, no es algo de lo que debas avergonzarte. Más bien es algo normal, ya que estamos viajando juntos y tenemos aquel pacto en el que decidimos llevarnos bien o mejor que antes.

April aun sentía vergüenza, pero intento ocultarla.

April: No es algo que me resulte incomodo, simplemente, no suelo pensar lo suficiente antes de hablar...

Aquello no había contribuido a recuperar el orgullo de Aprio, más bien, todo lo contrario. El elfo en verdad estaba luchando por contener la risa, pero no podría con aquella batalla por mucho más tiempo.

Legolas: Deberías hacerlo, pues. Eso podría causarte futuros problemas.

April abrió la boca para hablar, pero tal y como la abrió, la cerró al momento sin emitir palabra. Legolas realmente conseguía poner a April en un estado de confusión, nervios y desconcierto. No sabía lo que decía cuando estaba con el, no actuaba como normalmente lo haría y si el príncipe elfo se le ocurría la dichosa idea de clavar sus ojos en ella, un escalofrío que haría que cualquier persona se estremeciera al momento, recorría su cuerpo.

No entendía nada, absolutamente nada de lo que le estaba pasando. Y eso hacia que de enfadara más con ella misma.

Legolas: Bueno... Deberíamos partir. Les dije a los demás que llegaríamos antes de la noche a...

Entonces April dejó cualquier pensamiento atrás y saltó como un resorte hacia Legolas, quién comenzaba a conocer sus repentinos  cambios de humor y no se asusto de aquel movimiento.

April: ¡Los demás! ¿Están bien? ¿Se salvaron? ¿Merry? ¿Pippin? ¿Gimli?

Legolas: Tranquila, todos están bien. Solo tu saliste herida y, hablando de eso...

Legolas buscó entre sus pertenencias y saco unas extrañas hojas. Entonces se acercó a April, de tal modo que quedaron a escasos centimetros de distancia. April reaccionó dando un paso hacia atrás, pero chocó contra un árbol.

April: ¿Q...Qué haces?

Legolas no dijo nada y volvió a acercarse. Quería empujarle, pero por algún motivo no lo hizo.

Ahora la distancia entre los dos era menor y la joven sintió la respiración del elfo, que miraba (gracias al cielo) hacia sus propias manos ocupado haciendo algo con esas hojas. Estaba tan cerca de ella y el corazón le latía tan rápido que por un momento creyó que si el elfo cambiaba la dirección de sus ojos hacia los de ella, acabaría por desmayarse. No podía controlar esa situación, no entendía que le estaba pasando a ella misma, pero deseo que hiciera de una vez lo fuese a hacer.