Seis calles

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Ángel pasaba todas las tardes y parte de las noches durante la semana haciendo trabajos para la escuela, principalmente así eran sus días desde que había entrado al curso de movilidad e independencia de la Escuela para Perros Guía, no podía creer que de los 10 meses que duraba el curso, ya había pasado 1 mes enterito y comenzaba a bromear con Erick que darían a luz un cachorro con arnés de ciegos, mientras Sophy los llevaba en su camioneta del entrenamiento de natación hacia la Escuela para Perros Guía un sábado por la mañana.

Hace una semana habían salido por primera vez con los bastones a la calle, para ambos amigos había sido un tanto decepcionante, pues sólo habían caminado al rededor de la escuela, con el resto del grupo y les habían evaluado su desempeño en el uso del bastón y su orientación. El Sr. Ramón, Erick y Ángel eran los más avanzados, sólo les habían corregido la toma del bastón para que fueran más cómodos y recomendarles que se relajaran pues se tensaban demasiado, además a Ángel le dijeron que no abanicara tanto su bastón para que pudiera caminar más rápido, eso lo habían hecho durante 120 minutos y no habían atravesado ninguna calle sólo habían caminado desde la entrada hasta la parada del camión, dándole vuelta a la escuela y de la parada del camión hacia la puerta de entrada de la escuela.

Ese día les habían prometido ir más lejos y en efecto, después de llegar a la parada del camión giraron a la izquierda, para atravesar cuatro calles, la avenida y dos más hasta las estación del subterráneo más cercana de la escuela, no estuvieron solos, pero para Ángel que normalmente viajaba en auto gracias a sus padres y que no salía más lejos que a la tienda de la esquina de su casa, había sido todo un descubrimiento, un miedo de descubrimiento lo invadía al cruzar las callecitas, pero aún más era atravesar la avenida que había que ser hábil y paciente para escuchar el semáforo peatonal ciegos, mientras está en beep-beep-beep, no se debe cruzar, pues el verde para los autos, que están en ambos sentidos, sin embargo mientras el semáforo suene como "pajaritos", se puede cruzar la avenida para encontrarse que en esa cuadra había una gasolinera por lo que no había pared de la que guiarse, solamente la ruta guía hasta la otra esquina una callecita más y al final de esa cuadra la entrada al subterráneo.

Cuando los seis compañeros de Ángel llegaron a la entrada del subterráneo, les informaron que ahora tendrían que hacer el recorrido a la inversa de uno a uno, habría alguien en la entrada de la Escuela con un radio para indicar que habían llegado, el primero en llegar se llevaría un premio, así que el primero fue el Sr. Ramón, quien sin problema alguno hizo el recorrido en 1omin, no tuvo ningún problema él siempre caminaba esas calles para llegar, pues llegaba por el subterráneo sólo. Luego salió la Sra Rosita, quien siempre la llevaban alguno de sus hijos, por la parada del autobús y siempre les decía a todos que nunca había estado sola, desde que le diagnosticaron una baja visión que se tornó a ceguera hace 13 años, ella fué más lento y terminó el recorrido en 15 min, al llegar Rosita, fue el turno de Caleb, un chavo muy agradable y lleno de compromisos, que recientemente había terminado la Universidad, tenía 25 años y había perdido la vista a los 15 años por Glaucoma al jugar fútbol con sus primos en una fiesta familiar, después de eso se había dedicado a estudiar, siempre con la ayuda de su padre, y ahora quería ser independiente para conseguir un trabajo, Claeb terminó el recorrido en 11minutos, luego le tocó el turno a Alexis, una muchacha de 25 años muy amiga del Sr. Ramón, todo era desesperanza para ella, desde que había quedado ciega a los 20 años cayéndose de las escaleras de su casa, tuvieron que auxiliarla cuando llegó a la gasolinera, no pudo seguir, así que le tocó turno a Erick, quien no sólo le fue bien, sino que hizo menos tiempo en llegar 9 minutos, no esperó el semáforo de la avenida y sólo esperó que no le pasara nada.... afortunadamente así fue, cuando llegó a la Escuela finalmente le tocó el turno a Ángel, así que con tremendo miedo de ese miedo que tienes cuando inicias una aventura comenzó a caminar, llegó sin problemas a la avenida, esperó que hubieran "pajaritos" en él y con mil mariposas en el estómago, cruzó la avenida, al llegar a la banqueta se quedó unos segundos de incertidumbre decidiendo si debía ir hacia la derecha o hacia la izquierda..... eran tres calles hacia la derecha y se dirigió ahí, luego de atravesar la tercer calle, sabía por la sombra de los gigantescos árboles de la escuela que ya estaba en la equina y sólo debía llegar al portón para lograrlo, así que giró a la izquierda y caminó al rededor de unos 30 pasos para llegar a la entrada.

El ganador por supuesto que fue su amigo Erick, quien recibió una playera de la Escuela para Perros Guía como recompensa y un serio regaño por atravesar la avenida sin tener precaución.


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