Yo, villana

Imbécil

-Hola.- soy capaz de decirle.

-Hola.- responde.

-Venga, que no tengo todo el día.- el fotógrafo entra en escena.- ¿Ya os conocíais? Fantástico. Ahora, tú, apoya el codo en su hombro.-

Automáticamente me pongo como un palo y sigo sus instrucciones, Dylan tiene que agacharse bastante para que pueda llegar a su hombro.

-Es tu amigo ¿no? Relájate que pareces un palo, y acercaros más.- nos dan órdenes detrás de la cámara.

Dylan solo mira al objetivo, yo me obligo a relajarme.

-Bien, ahora, que apoya la mano en su hombro si llegas y acércate lo más posible.-

Estaba preparada para ver a Dylan, no para estar a dos milímetros de él vestida con una fina prenda de ajustada licra, y con mas cuerpo al descubierto del que él me había visto nunca.

Es decir, sí, me gustaba estar con él, pero no enfrente de un estudio entero.

Estamos más de dos horas bajo las órdenes de el tío gritón, que parece que lo único que quiere es que enseñemos carne, y que haya la mínima distancia posible entre nosotros.

-Muy bien, para la última foto, la de la portada. Chico, ¿estas fuerte?-

-Supongo.- contesta Dylan serio.

-Bueno, pues levanta a chica.-

-Dylan, no tienes que hacerlo si no quieres. Seguro que hay más modelos disponibles.- le digo.

-Si no quieres con esta, te traigo otra, chico.-

-El trabajo es trabajo.- se agacha y me agarra a la altura de las rodillas con cuidado y me alza. Puedo notar que ha estado entrenando.

Coloco la mano en el hombro contrario, y le paso el brazo por detrás.

Estamos muy cerca.

-Bien, ahora mira a chica, chico.-

Dylan se gira hacia mí, nuestros ojos colisionan como aquella vez en el balcón, pero ahora no somos mucho más que extraños.

-Y, ya está. Perfecto. Será la mejor portada de mi carrera. Venga, largo.-

Dylan me deja con cuidado de nuevo en el suelo, y se marcha hacia uno de los cambiadores.

Me quedo un segundo viendo su espalda marcharse, y yo también voy a cambiarme.

Cuando entro, busco mi ropa, pero en su lugar hay un vestido, tacones y una nota.

"Lo siento, pero era la única manera de que vinieras a la fiesta."

Era la letra de Jack.

Estos cabrones estaban planeando algo, lo sabía.

Me cambio, y bajo lo más rápido que puedo al coche, para evitar encontrarme a Dylan.

Alcanzo el coche y conduce hacia otro rascacielos, la tarde ya ha llegado, y una suave brisa entra por la ventanilla del coche.

En la entrada al edificio hay un hombre, que me pide mi nombre y dice que la fiesta es en el último piso.

Subo y arriba hay una enorme piscina de cristal. Jack, Oliver, Kris y Alizée están sentados al lado, apartados de la multitud.

-¿Como ha ido?- me pregunta Alizée.

-Podría haber sido peor.-

-¿Tan mal?- pregunta Oliver.

Solo afirmo con la cabeza.