Manipuladora

14 2 0
                                    

Dylan

Vuelvo a ser pequeño. Vuelvo a correr por el bosque de detrás de casa. Los pulmones me arden y el corazón me va a mil por hora.

-No quiero jugar más, Erick. Estoy cansado.- le grito al viento.

-Pero si eras tú el que quería jugar al pilla pilla.- contesta.

Su voz parece venir por todas partes.

Encuentro un escondite colina arriba, entre dos árboles y un arbusto.

Es imposible que haya subido tan arriba en tan poco tiempo. Me agacho, los pies me duelen de haber corrido descalzo por la nieve.

-Dylan, ¿dónde estás?- aunque su voz suena lejana me encojo aún más en mis rodillas.

Una mano fría se apoya en mi hombro.

-Te encontré.- me coje por los jirones de mi camiseta y me lanza fuera del escondite. -Tienes que correr más Dylan, si eres tan lento no tiene gracia jugar. ¿O es que te gusta perder? Ya sabes lo que le pasan a los que pierden.-

Ruedo hasta que mi espalda choca contra el trono de un árbol.

-No me gusta perder.- susurro y espero que no me oiga.

-¿No te gusta perder? Mira por ser hoy, no vamos a jugar a los perdedores, pero como no tengo pelota, vas a tener que ser hoy la mía. ¿De acuerdo?- coloca su bota encima de mis costillas y las aplasta.

-Pero si tienes muchos balones en casa.-

-Pero yo no he perdido.- su bota me da de lleno en la boca del estómago y salgo volando otra vez hasta que me choco con otro árbol.

No puedo llorar, si lo hago será peor.

Su bota vuelve a darme, y luego otra vez, y otra, hasta que llegamos a la falda de la colina.

Nuestra casa está ya cerca, así que me levanto y entramos.

-Sube a mi cuarto, Dylan.- camino detrás de él sin emitir ningún ruido.

Entra él primero y me pone la zancadilla.

Cierra de un portazo y echa el seguro.

-Erick, me habías dicho que hoy no haríamos eso.- el pánico se apodera de mí.

-Bueno, este es tu castigo por ir tan lejos. Ya sabes que mamá y Charles te dicen que no vayas tan lejos porque es peligroso y te puedes caer. Y eso es lo que le vas a decir a mamá que fuiste muy lejos y te caíste.-

Oigo el sonido de su cremallera y noto su antebrazo en mi cuello.

Estoy tirado en el suelo, completamente inmovilizado. Solo quiero morir.

-Y se lo dices a mamá o a alguien, os mato a tí y a quien sea que se hayas dicho.-

Ahora estoy en la bañera, el agua es roja.

No soy valiente.

-Claro que lo eres, Dylan.- es la voz de Nina.

-¿Es tu juguetito, Dylan? No está nada mal, pero se resiste un poco.-

-No es un juguete, Erick. Es mi novia.-

-¿Me estás gastando una de esas bromas tuyas malas? ¿Piensas que por un momento me voy a creer que semejante ejemplar siente algo por un mierdecilla como tú? Tan solo mírala, se ha puesto ese traje tan pegado porque sabía que iba a venir un hombre de verdad, y ahora, voy a ir con vosotros, la voy a emborrachar y me la voy a follar. Y dirás que tú, la violaste.-

Yo, villanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora