Capítulo 1: Nacido para reparar corazones

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Cada corazón es un mundo diferente formado por distintos sentimientos que pueden hacerte sentir bien o mal, pueden dañarte o recuperarte, incluso pueden encerrarte o liberarte, pero lo más importante, es que sea lo que ocurra con estos demonios, debemos aprender de ellos, pues cada sentimiento que mantenga estable nuestros latidos o lo acelere, es una experiencia nueva, al menos eso es lo que pienso teniendo 21 años. Por cierto, me llamo Michael Mont, vivo en alguna parte del mundo y soy recientemente un apasionado a las experiencias románticas de las personas; no me pregunten el ¿por qué? Solo puedo decir que en el 2015 leí una corta historia llamada "como arreglar corazones devastados" y hace poco la encontré de nuevo, entonces desarrolle el gusto que les mencione hace un momento.

Es martes por la mañana, hora de iniciar la rutina del día. Adoro correr en las mañanas porque siempre encuentro al menos un rostro con descripciones de cómo se sienten, no puedo evitar intentar leerlos. Comenzando por los ojos, ya que dicen que son la ventana del alma, continuando con la sonrisa, que entre más temblorosos estén los labios, más ganas tienen de expresar todo lo que sienten; finalizando con la nariz, que puede delatar a las personas cuando ocurre algo con ellas cuanto más cerca esté al suelo. He visto desde rostros que demuestran corazones fuertes, apasionados y muy calmados, hasta otros que están rotos, grises e incluso inmersos en algunas lágrimas camufladas entre las gotas de sudor que derraman, tan destrozados que a veces quisiera acercarme y decir "hola, cuéntame tus dolores" pero es algo que no es éticamente correcto, al menos para mí, lo que si hago es intentar saludar con una enorme sonrisa, esas que dicen ser de oreja a oreja, porque son contagiosas y hacen aliviar al menos un poco ese dolor por el que estén pasando.

Amo mi trabajo, es lo siguiente en mi día, soy Comunity Manager de una pequeña empresa dedicada a patrocinar talentos en el mundo de los deportes electrónicos, como yo, que soy campeón regional del videojuego de baile más popular en el mundo, también soy uno de los mejores en el país y estoy orgulloso de eso porque he tomado popularidad que me ayuda a conseguir dinero extra fuera de mi trabajo y un ego muy grande y elevado que a veces da miedo, ya que puede resultar ser un arma de doble filo y que junto a la ley de la física sobre la gravedad, la cual dice que entre más pesado y elevado es el objeto, más fuerte será la caída, puedo salir lastimado en algún momento, por eso evito demostrarlo y solo me limito a ser amable con todos a mi alrededor.

Hoy es uno de esos días en los que luego del trabajo me gusta ir a casa caminando, la luz de la luna creciente es hermosa, pide ser admirada, contrasta con el verde alrededor del sendero por el cual amo atravesar. La noche es mi parte favorita de las 24 horas que dura el día, es cuando más pasión se respira en el aire, los besos más sinceros y apasionados se pueden observar con mayor frecuencia, la sincronía de dos corazones se sienten al pasar, pero también se pueden observar discusiones, peleas e incluso rupturas; como un corazón se hace pedazos con cada latido me hace siempre pensar en que luego de romper con alguien tenemos dos opciones, hacer las cosas bien o hacer las cosas mal. Hacer las cosas bien implica aprender de nuestros errores, superar nuestros temores, aprender si fuimos dependientes o no y ser mejores personas día a día, cuando hacemos las cosas mal nos sumergimos en nuestros sentimientos, buscamos las formas fáciles de aliviar todo ese dolor que nos hace sufrir, como consumir alcohol o drogas, aquellas personas tienden a lastimar a otros y lo peor de todo es que continúan cometiendo los mismos errores, es por esto que agradezco haber hecho las cosas bien en mi vida, no puedo negarles que en el pasado fui brutalmente lastimado, pero en otra ocasión les hablare de eso. Ahora estoy llegando a mi lugar favorito de todo el recorrido, unas escaleras, unas jodidas escaleras de concreto con 82 escalones y unas barandas oxidadas que algún día fueron pintadas de un color blanco, aquí puedo sentarme por un largo rato o hasta que mi madre me envié un mensaje para que no llegue tarde, si es que estoy en este lugar. Ella, al igual que yo entendemos que todos tenemos un lugar especial, que no olvidamos y en el que siempre disfrutaremos estar, pase el tiempo que pase.

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