• Kapitel 7 •

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-¿Cómo...? -preguntó el sargento sin acabar de dar crédito a lo que oía.

-¿Es que está sordo? -replicó Walter molesto- Bueno, al menos sabrá leer ¿no?

El sargento desdobló la hoja y vio en ella la autorización para que el Oficial Walter Amadeus Wolff de las SS-Feldgendarmerie, tomara el mando del escuadrón, dejándolo a él como un simple ayudante. Las firmas de sus superiores, incluida la del Führer, estaban ahí.

-¿Qué...? Pero esto... -balbuceó sin poder salir de su desconcierto. Walter lo miró y ladeó la cabeza a un lado, notando la diferente coloración en los ojos del sargento. El derecho era marrón claro y el izquierdo era de un azul como el del cielo.

-Heterocromía... -observó curioso- Nunca había visto a alguien con esa... peculiaridad.

El sargento lo ignoró y devolvió la vista a la hoja, releyendo un par de veces más lo escrito en ella. De nuevo esa sensación de que algo no estaba bien, se presentó.

-Formen una fila ¡ya! -ordenó Walter con voz autoritaria. Todos, aunque un poco confundidos, le obedecieron.

Walter cruzó las manos hacia atrás y caminó delante de todos, escrutándolos con la mirada. Se veía muy aseado, sus botas estaban lustradas y su uniforme impoluto solo tenía encima unas cuantas briznas de nieve. Incluso hasta olía un poco a colonia. ¿Vendría directamente de Berlín?

-¡Qué delgados están! -les dijo- Deberían ver todo lo que ha engordado Göering mientras ustedes se mueren de hambre aquí.

-¿Y qué esperabas? -masculló el sargento- Jamás recibimos suministros.

-Habla cuando se te pida, Lötzert -cortó Walter sin mirarlo.

El sargento apretó los puños furioso. Detestaba que lo hicieran callar cuando había una arbitrariedad de por medio. Además ¿quién se creía ese para hablarle con tanta altanería? Resopló conteniendo las ganas de golpearlo en la cara. Walter prosiguió:

-Como ya mencioné, me llamo Walter Wolff. Pueden referirse a mí como Oficial Wolff. Desde ahora yo estaré a cargo de ustedes, el sargento ya no tendrá autoridad, salvo en cuestiones menores o que yo así lo decida. Aun así sigue siendo su superior, así que respétenlo como es debido, pero todas las órdenes vendrán de mí y conmigo es con quién van a reportarse directamente. ¿Quedó claro?

-Sí, señor... -contestaron con muy poco ánimo.

-Gut -Walter sonrió, luego les señaló con la cabeza a los otros dos que lo acompañaban- Ellos están aquí para ayudarme a llevar un control de órden. Günther Schwarz, ya lo conocen... y éste es Pedro, un voluntario de la división azul. No habla nada de alemán así que no intenten entablar conversación con él.

El mencionado levantó una mano a manera de saludo. A todos les inquietaba el hecho de no poder verle el rostro, que quedaba oculto por la máscara anti gases que usaba. Ya de por sí Günther era raro, ese tipo lo era aún más. Los dos estoicos y quietos, sin soltar ni una palabra.

-Eeh... Oficial Wolff... -se atrevió a hablar Derek- ¿Para qué son los... lanzallamas?

Walter lo miró fijamente y Derek sintió el impacto de su mirada en todo el cuerpo. Los ojos del oficial eran de un azul clarísimo. Letales como una navaja. Casi no se distinguía dónde terminaba el iris y dónde comenzaba el blanco del globo ocular. Había algo en ellos, que le recordaba al hielo ártico.

-Por si acaso... -fue todo lo que respondió.

Nadie hizo preguntas ya. Walter siguió caminando delante de ellos, observándolos juicioso. Era temible y sombrío. Repleto de seguridad y con una ligera chispa de maldad refulgiendo en sus ojos.

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