La tierra retembló cuando el cañón del KV-1 rugió en un potente disparo. El comandante del tanque y otros soldados de artillería, gritaron llenos de júbilo cuando el proyectil impactó un edificio donde un grupo de alemanes se ocultaban.
–¡Coman plomo malditos fritzes! –exclamó el comandante viendo como el edificio comenzaba a derrumbarse.
–¡Vayan ahora! ¡Maten a todo el que haya quedado vivo! –ordenó un oficial y los demás se lanzaron a la carga con un grito de victoria.
El edificio aún no terminaba de colapsarse, los alemanes de inmediato huyeron al ver que estaban siendo rodeados, pero muchos fueron alcanzados por las balas de los rusos. Kolja entró corriendo por una de las puertas y vio a un alemán en el suelo, sus piernas habían sido aplastadas por las paredes caídas del cuarto. Kolja levantó su rifle pero no fue capaz de disparar al verle el rostro. Era Fritz.
Otros de los rusos llegaron rápidamente, pero Kolja salió antes de que ellos pusieran un pie adentro.
–¡Aquí no hay nadie! ¡Vayan por el otro lado! –les dijo disimulando los nervios. Ellos ni siquiera dudaron de sus palabras y se fueron corriendo por otra dirección. Kolja esperó a que se hubieran alejado y entró de nuevo a la habitación.
–¿Kolja...? –susurró Fritz al verlo arrodillarse a su lado.
–¡Santo Dios, Fritz! ¡Déjame sacarte de aquí!
Pero por más esfuerzos que hizo, no logró mover ni un poco el pedazo de pared. Los dos escucharon a alguien que tosía y vieron a otro alemán salir arrastrándose de un cuarto contiguo. Kolja tomó su arma pero dudo en si dispararle o no. Podía escuchar las voces de sus compañeros revisando el edificio y cuando el alemán lo vio, alzó ambas manos en señal de rendición. Kolja fue hasta él y lo levantó del suelo, el edificio tembló soltando polvo y algunos pedazos de escombro.
–¿Tu nombre? –le preguntó al alemán en su idioma.
–Hei... Heinrich... –respondió el germano mirándolo confundido.
–Te ayudaré a salir de aquí, Heinrich... Fritz está atrapado y no puedo sacarlo, debes avisar a tus compañeros para que vengan a rescatarlo. Yo haré lo posible por mantenerlo vivo ¿Entendiste?
Heinrich asintió y miró a su camarada atrapado bajo los escombros.
–Está bien... –le dijo Fritz– Él es el ruso con el que cambiamos suministros...
Kolja guió a Heinrich hasta la salida, dándole indicaciones de cómo debía escapar sin ser visto y Heinrich se fue a toda prisa. Kolja regresó al lado de Fritz y le dio de beber un poco de agua.
–¿De verdad vas a ayudarme...? –preguntó Fritz tristemente– ¿Por qué no solo me matas?
–No puedo matarte, Fritz... somos amigos.
–No lo somos... Un alemán y un soviético no pueden ser amigos.
–¡No digas tonterías! ¡Claro que podemos! Nosotros no tenemos la culpa de lo que pasa en nuestros países... A ambos nos han enseñado a odiarnos mutuamente, y no tiene por qué ser así... Además... Tenemos pendientes unas cervezas ¿se te olvida? ¡Y Erika! ¿También la vas a dejar a ella?
Las lágrimas brotaron de los ojos de Fritz, y se mantuvo en silencio, pensando en todo eso. No podía creer que existiera alguien como Kolja, que se preocupaba por él a pesar de ser su enemigo.
–Todo va a estar bien, Fritz... Vas a salir de aquí, ya verás.
–Gracias, Kolja...
–Agradeceme después, cuando termine la guerra y estemos en ese bar, con nuestras chicas.
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BLUT
VampireLos científicos de Hitler desarrollan una "vitamina" para mejorar el rendimiento de sus soldados en el campo de batalla. Pero solo uno de ellos se atreve a tomarla, convirtiéndose en un ser sobrenatural, sediento de sangre y de muerte, que no tarda...