Capítulo 12

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-Te estaba esperando.

-Lo sé.

-¿Entonces porque te metes en la boca de lobo?

-Me gusta el peligro.

Willy sonrió. Te tenía en la palma de su mano, y además tú habías ido hasta él solita. Pero no le interesaba matarte el instante, sería demasiado sospechoso. Esperaría a que pareciera un accidente, una terrible desgracia.

-¿A qué has venido? No estás en condiciones de enfrentarme. Además no me apetece ganarte ten fácil. Quiero que te resistas, ver como tu sangre corre por tu cuerpo sin control. Quiero ver como lloras suplicando clemencia.-dijo con un tono de locura que te heló la sangre.

-Vengo por un trato.-dijiste firme. Querías demostrarle que no le tenías miedo.

-Interesante. ¿Qué me ofreces a cambio de tu vida?-preguntó. No se esperaba eso. Pensaba que habías venido a pelear.- ¿Quizás la de Alex?

-Esa no está en juego.-No pensabas meter a Alex en esto. Era solo entre vosotros dos.

Lo miraste dejándole claro que no ibas a permitir que tocara a ninguno de tus amigos.

-Entonces...

-No revelaré ningún secreto de la hermandad a cambio de un favor.-dijiste seria. Eso le descolocó.

-Sabes que no estás en posición de exigir nada. Podría matarte y así no dirías nada.

-Sí, podrías pero no sería conveniente. Como bien sabes estoy controlada y si desaparezco no tardaran en sospechar de ti.-dijiste acercándote a él.

Ibas con paso seguro, te sentías intocable. Veías la rabia reflejada en su cara.

-Harás lo que yo diga, sin protestas.-Lo dijiste de manera tan fría que hasta te asustaste de ti misma.

-No puedes obligarme.

-¿A no? No te queda otra opción. Si no lo haces te delataré y te pudrirás en prisión.-rebatiste con una sonrisa.

-No te creerán, diré que tienes traumas.-dijo. Su tono ahora parecía menos seguro.

-¿Quieres comprobarlo?-desafiaste, alzando una ceja.

No respondió, estaba calculando sus opciones. Como tú habías dicho, solo tenía una. Entregarse a ti. Lentamente te acercaste a él, hasta quedarte a un paso. Te miró con odio, pero no se movió. Acercaste una mano, agarrándole la barbilla.

-Me obedecerás.-dijiste con un tono que no dejaba réplica.

Él desvió la mirada, no quería que lo controlaras pero no le ibas a permitir un no por respuesta. Le agarraste de la camiseta bajándole la cabeza a tu altura. Entonces se rindió y asintió. Sonreíste y te separaste de él.

-Pronto tendrás noticias mías.-sentenciaste antes de salir de la habitación.

Con paso rápido saliste de la calavera, aunque no pudieran hacerte daño, ese sitio te daba mala espina. Llegaste a tu casa antes de lo que esperabas, subiste por la montaña esperando que Alex no estuviera allí. Necesitaba un rato a solas para pensar. Abriste la puerta y miraste por la casa. Alex no estaba, suspiraste aliviada. Fuiste directa a la parte de arriba, era tu rincón de paz. Comenzaste a pensar en lo que había pasado en los últimos días:

EL primer día habías dormido con Vegetta, pero al segundo ya te dejaron ir a tu casa con Alex. Los cuatro días siguientes los pasaste prácticamente en casa viendo la tele. Aprovechaste para recuperarte y disfrutar de tu compañero, lo habías echado mucho de menos. Como medida de seguridad pusisteis torretas alrededor de la casa, pero a pesar de todo no te sentías totalmente segura, a la hermandad no la detendrían un par de torretas. Durante ese tiempo de descanso estuviste pensando mucho sobre como vengarte y al final diste con el plan prefecto, y antes de llevarlo a cabo lo puliste para que no hubiera complicaciones.

Secuestrada/Karmaland y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora