— ¡Aaah!- Grité del dolor y los demonios se rieron de mi. -
Estaba sudando, casi desnudo enfrente de 4 demonios que se encargaban de torturarme.
— Eres un asno. - cogen la antorcha y queman mi piel haciéndome gritar. -
Mi piel toda lastimada hacia que temblara inconscientemente y eso les gustaba.
— ¡Aaah! ¿Eso es lo único que tienen? - Hable con dificultad, mirando mis pies. -
— ¿Quieres saber que tanto podemos llegar? - Toman un látigo de cuero y de los cuatros extremos me comienzan a pegar, cortando mi piel. -
— ¡Mierda! - Grité removiéndome en mi asiento. -
Todo se convirtió matutino, escuchar los gritos de tortura y el caos creado por los demonios, era lo único que sucedía en el infierno.
Pasaba muchas horas siendo torturado por ellos, que me transportaban a un cuarto oscuro, me ataban en una silla frente a una especie de pantalla y me obligaban a ver mis peores miedos una y otra, y otra vez. Luego me lesionaban con látigos de cuero cortándome la piel y me dejaban cortes realmente profundos, se detenían en cuanto yo me desmayaba sin poder soportar el dolor y me devolvían a mi celda.
Las prisiones estaban suspendidas en el aire, cerca de las llamas del fuego, hacia demasiado calor allí y arriba de nosotros se encontraba el trono de Lucifer disfrutando de nuestro dolor.
Aunque no todas las almas eran torturadas, solamente aquellas que no le rezan a Lucifer eran maltratadas tanto psicologicamente y físicamente, como yo. Eran muy pocas de hecho, la mayoría le tenían miedo al diablo así que solo se arrodillaban ante el para no ser lastimadas y le servían como su amo, de ese modo Lucifer no las torturaba.
Pero yo quería sentir el dolor.
Porque me quería castigar.
- ¿Por que no solo te rindes y ya? créeme que aunque te resistas seguirás estando aquí. - Mi único amigo que me visitaba en mi celda, me limpiaba la sangre que salía de los cortes que tenia en mi espalda. -
Los demonios, me habían torturado por 7 horas. Vi por la pantalla mis peores miedos, lloré y grité al ver como reproducían lo mismo. Tuve que mantenerme cuerdo para hacerme acordar que aquello no era cierto, todo lo que miraba era parte de su juego.
Cuando volvía en si, los demonios se aburrían y dejaban de reproducir la pantalla que, observaba obligatoriamente como mis hijos y Sakura fallecían. Ese era mi peor miedo.-Hmp, lo sé, pero jamás me arrodillare ante lucifer. - Me ardían los cortes en mi cuerpo y temblaba por estar lesionado. -
-Entonces seguirás recibiendo este maltrato de el, ¿Acaso sigues pensando en tu familia cuando te golpean? - Los recordé y aún los tenia grabados en mi cabeza como pedían que me quedara. -
-Si, esto lo hago por ellos pero aun así, no me arrepiento de haber tomado el lugar de Sakura. -Me sostuve de los fierros de la celda antes que caiga agotado. -
Desde que me marche pasaron 14 años, recuerdo la cara de mi hijo Daisuke como había visto que su madre se desplomaba en el suelo muriéndose por mi para reencarnar en otra persona. Sarada el último recuerdo que tengo de ella fue cuando la abrace, sabia que no le gustaría el plan que desarrolle con Daisuke, pero era necesario para que Sakura no sufra y por eso le pedí perdón.
No se como estarán ellos, ni tampoco si me seguían amando, no los culparía si me llegaran a odiar por lo que hice, los dejé solos pero sabría que estarían bien, me encargue en que Daisuke aprenda algunas de mis técnicas y se que Sarada aprendió algo de Sakura.— Sé que es duro Sasuke, pero podrías tener una vida mas tranquila aquí si tan solo te arrodillas ante el diablo. - Termina de limpiar mis heridas con un trapo mojado ya todo ensangrentado, acomodo la camisa que la había subido y me lleva a la cama con cuidado ya que me quejaba al caminar. -
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La Maldición [Editando]
RomanceLa rebelión en el cielo/Paraíso, sucedió gracias a dos amantes, que querían la paz y detener la guerra. Sasuke y Sakura fueron maldecidos por los celos de Dios, haciendo que no se puedan besar. Los envió a la tierra por su mal comportamiento, convi...