Había pasado una semana desde que nos volvimos a reunir en familia, no fuimos a ninguna otra parte. Mi padre dijo que era seguro quedarnos en el mismo pueblo para no levantar sospechas de dios. Se veía lo estresado que estaba, todos los días vigilaba al rededor del hotel en que ningún ángel celestial se acercara, entraba a la habitación solamente cuando se volvía de noche. Hacían turnos separados, de día eran mi padre y Jugo pero de noche vigilaban Suigetsu junto con Gigi. Era el único momento en el cual estábamos los cuatro juntos y él llegaba a la hora de la cena.
- ¡Sasuke! ¿que tal les fue?- Le pregunta mi madre al escucharlo entrar a la habitación, sirviendo la comida en unos platillos.-
- No vimos nada fuera de lo normal, tal parece Dios no nos localizo aún.- Suspira cansado y nos saluda a los tres.-
- ¿Por cuanto tiempo estaremos aquí?- Daisuke y yo nos encontrábamos sentados en la mesa mirando las espaldas de nuestros padres.-
- No lo se pero si todo sigue igual que ahora podría ser pronto.- Contesta mi padre ayudando a poner la mesa.-
- Sasuke, deberías de descansar por lo menos un día.- Le susurra mi madre mientras le pasaba mas platos pero la pude oír.-
- Ya hablamos de eso Sakura.- Escuché por último el susurro de mi padre.-
Se sentaron enfrente nuestro y comenzamos a comer. Charlamos de cosas sin sentido para reducir la tensión en el ambiente, ya que todo lo que nos rodeaba siempre era la maldición. Dios. Lucifer. Muy pocas veces disfrutábamos de estos momentos en que hablábamos de otras cosas.
Después de comer en familia, levantamos la mesa juntos y mi padre se sentó en la mesada para escribirle una carta a Lucifer.
Cuando terminó de redactar, se hizo ceniza en sus manos. Daisuke y yo no nos sorprendimos al ver como solo con chasquear los dedos, se incendió. Ya lo habíamos visto hacerlo en estos días.
Había cambiado de poder y su chakra era muy diferente que el de antes.
Queríamos saber como se convirtió en leviatán y que sucedió a lo largo de los años. Las marcas de su piel, se veía que fue maltratado cruelmente y ya era momento de saber todo. Aun no tocábamos el tema, simplemente porque cada vez que mi padre llegaba, comía y se iba a dormir cansado, pero esta vez se resistió a quedarse despierto para estar con nosotros. Nuestros padres se sientan juntos y nosotros al frente de ellos en los sillones, cuando nos lo contó, Daisuke y yo quedamos estáticos. Cada vez que iba avanzando en la historia, hacia pausas para recomponer, esto le afectaba tanto por volver a recordar, como a nosotros. Mi madre lo alentaba a seguir, acariciando su mano. Fue horrible todo lo que tuvo que pasar nuestro padre, aun así, ahora mismo se encontraba aquí con nosotros. Me demostró lo equivocada que estuve al odiarlo, el siempre pensaba en como nos encontramos el día al día, mientras era torturado por horas, hasta que se rindió. Se arrodilló frente a Lucifer y lo alabó para poder llegar a hacer un Leviatán.- Merezco que me odien, los deje solos y no pude estar allí cuando mas me necesitaban.- sus manos se hicieron puños y agacho la cabeza. -
- Padre, yo no te odie, yo estuve de acuerdo en que vayas y de seguir adelante la maldición, no quería que mi madre sufra.- Daisuke fue el primero en contestar de los dos.-
- Lo se pero te deje una gran responsabilidad sin pensar, no pude hacer mas que enviarles una carta cuando lucifer me puso a prueba.- Mi padre me ve esperando a que diga algo, bastante preocupado.-
- Yo desde un principio te quería odiar, nos habías dejado solos y tampoco teníamos a nuestra madre. Aunque con el tiempo, Daisuke me hizo entender el porque lo hiciste.- Le conté arrepentida de haber pensado en lo peor de mi padre.-
- Un lo siento no arreglara lo que hice pero, perdón. También se que es demasiado tarde para pedirlo, estuve muy ocupados estos días como para poder hablarles de esto.- Se levanta del sillón y nos abraza dejándonos un beso en la coronilla.-
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La Maldición [Editando]
RomanceLa rebelión en el cielo/Paraíso, sucedió gracias a dos amantes, que querían la paz y detener la guerra. Sasuke y Sakura fueron maldecidos por los celos de Dios, haciendo que no se puedan besar. Los envió a la tierra por su mal comportamiento, convi...