Halo ||Draco Malfoy||

||Capitulo Nueve||

 →𝐇𝐨𝐠𝐰𝐚𝐫𝐭𝐬, 𝟏𝟗𝟗𝟐.

—Y lo que le ha pasado, ha sido que quería lanzarme ese hechizo a mí, y le ha rebotado a él.

—¿Por qué quería...? No, mejor no pregunto porque creo que ya sé la respuesta —Draco rió al oír a Kiara.

—Yo lo que no entiendo es cómo se le ocurre lanzar un hechizo con la varita rota. Es de tontos.

—Aparte de eso, McGonagall le regaló a Potter una escoba cuando se unió al equipo de Quidditch el curso pasado, podría haber ido con Ron a Ollivander's y comprarle una varita nueva, que es más necesario que la escoba —dijo Max.

—Eso es cierto, pero el favori... —Goyle dejó de hablar en cuanto llegaron al pasillo. Todos frenaron en seco, y leyeron el mensase que había escrito en la pared.

—"Enemigos del heredero, temed" —leyó Malfoy, que miró a Hermione—. Vosotros seréis los siguientes, sangre sucia.

—¿Qué ocurre aquí? Dejadme paso, apartad —entre empujones, Filch logró atravesar la muchedumbre—. Potter, ¿qué haces tú...? —alzó su mirada, y vio a su gata colgada—. ¿Señora Norris? —de nuevo, miró al chico—. Has asesinado a mi gata.

—No, no.

—Te mato —le agarró de la túnica—. ¡Te mataré!

—¡Argus! —Dumbledore, acompañado de algunos profesores, apareció en el pasillo—. Argus, ¿qué...? —leyó lo que había escrito en el muro—. Todo el mundo debe irse a sus dormitorios, inmediatamente —y eso hicieron—. Todos excepto... Vosotros tres —tanto Harry, como Ron y Hermione se miraron entre ellos antes de permanecer allí.

—Eso estaba... ¿Escrito con sangre?

—Ya no es solo eso, ¿La Cámara de los Secretos ha sido abierta?

—Se ve que Potter está en un buen lío —Malfoy se encogió de hombros—. ¿No es maravilloso?

—¿Cómo habrán petrificado a la gata de Filch? —quiso saber Crabbe—. De verdad que quiero saberlo.

—¿Que tú sepas un hechizo así? Mejor déjalo, capaz y acabamos todos en la enfermería muertos —dijo Kiara.

—Mejor, mejor. A ti te petrifico primera.

—A ver si te voy a petrificar yo, Crabbe —intervino Draco, dejando bastante sorprendida a Kiara ante aquella respuesta.

—¡Eh! Muchas indirectas por hoy, o me dais el chisme completo o directamente no lo hacéis, ¡a medias no! —dijo Andrew.

—Ni hay chisme, ni hay indirectas, al menos por mi parte, porque por la de Blaise...

—¡Tío, tú no! —el rubio dejó escapar una carcajada.

—Yo no soy de lanzar indirectas, así que por eso no os preocupéis.

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—Prestad atención, por favor —McGonagall se levantó de su asiento—. Bien, escuchad, hoy transformaremos animales en cálices de agua, como este.

—Sigo dándole vueltas a lo de anoche —dijo Max en un susurro.

—¿A lo del muro? Yo también —respondió Kiara en el mismo tono.

—¿Qué? No, a eso no —la morena la miró.

—¿Entonces a qué es?

—A lo que le dijo Draco a Crabbe.

—Oh venga ya, tienes que estar bromeando.

—Claro que no. Que Malfoy te defienda no se ve todos los días, Ki.

—Estás exagerando, No es...

—¿Algo que quiera comentar en clase, señorita Sanderson? —Kiara miró directamente a la profesora, y carraspeó.

—¿Podría contarnos algo de la Cámara de los Secretos? —todos los alumnos estaban expectantes, realmente les picaba la curiosidad.

—Vamos a ver... Como de todos es sabido, Hogwarts fue fundado hace mil años en este castillo, por los grandes magos del momento, a saber: Godric Gryffindor, Helga Hufflepuff, Rowena Ravenclaw y Salazar Slytherin. Tres de los fundadores convivieron en perfecta armonía —Minerva caminaba por la clase mientras les narraba aquella historia—. Uno de ellos no.

—Adivina quién —dijo Weasley.

—Salazar Slytherin deseaba ser más selectivo con los estudiantes que se admitían en Hogwarts. Que la enseñanza de la magia debía reservarse para las familias de magos, en otras palabras, los sangre limpia. Incapaz de persuadir a los otros, decidió abandonar el colegio. Y de acuerdo con la leyenda... Slytherin habría construido una cámara oculta dentro del castilo conocicda como la Cámara de los Secretos. Se dice que poco antes de su marcha, la selló hasta el momento en que su auténtico heredero volviera al colegio. Tan sólo el heredero tiene poder para abrir dicha Cámara, y desencadenar el horror que guarda. De esa manera, purgará el colegio de todos aquellos que, en opinión de Slytherin, no sean dignos de estudiar magia.

—Nacidos de muggle —dijo Hermione.

—Naturalmente el colegio ha sido registrado muchas veces, y nunca se ha encontrado dicha cámara.

—¿Pero qué dice exactamente la leyenda que contiene la cámara? —volvió a preguntar Kiara.

—Se cuenta que la Cámara es el hogar de algo que solo el heredero de Slytherin puede controlar. Afirman que es el hogar de un... De un monstruo.

Una vez que terminó la clase, abandonaron el aula y comenzaron a caminar por el pasillo.

—¿Os imagináis que es cierto?

—¿El qué?

—Que han abierto la cámara. Que el heredero de Slytherin a regresado —especificó Theodore.

—Ellos ya lo creen —Kiara señaló con su cabeza al trío de oro.

—¿En serio?

—¿Pero no habéis escuchado su conversación? —les adelantó un poco, y se puso delante de Draco, obligando así a parar a los demás—. Se piensan que tú eres el heredero.

—A ver si así esa sangre sucia aprende a cerrar la boca de una vez —respondió el rubio—. No van a hacer nada, Sanderson, olvídalo.

—Pero...

—Déjalo. Vamos, tengo partido.

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Un partido que no acabó bien para ninguno de los dos buscadores.

—¡Señor Malfoy, déjese de aspavientos! Ya puede irse —dijo la señora Pomfrey—. ¡Quitaos de en medio! Debieron traérmelo directamente —Kiara puso sus ojos en blanco, estaba empezando a aborrecer el trato de favor que le proporcionaban a Potter.

—Qué asco le estoy cogiendo —murmuró Max, justo lo que estaba pensando su amiga.

—Vamos, Draco, te ayudaremos a llegar a la Sala Común.

—No, que sois muy brutos —dijo Kiara acercándose a la camilla.

—¡Oye! Me siento ofendido, Ki.

—Bueno, Goyle, problemas tenemos todos —miró al rubio—. Yo te ayudaré.

—¿Estás segura?

—Que sí, venga. Drew, échame una mano —entre los dos, le levantaron de la camilla, y Kiara puso el brazo de Malfoy alrededor de su cuello—. ¿Te duele?

—Solo un poco.

—Genial. Salgamos de aquí, me está poniendo enferma ver cómo te han echado de la aquí.

—No te irrites, Sanderson.

—Claro que me irrito, Malfoy. Me preocupan mis amigos, y tú lo eres.

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