||Capitulo Treinta y Uno||

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𝐇𝐨𝐠𝐰𝐚𝐫𝐭𝐬, 𝟏𝟗𝟗𝟕.

—¿Es necesario? —Kiara hizo una mueca con sus labios.

—Es lo que me han dicho —respondió Draco. Sacaron el pájaro de aquella jaula—. Venga, vamos —siguieron caminando hasta que quedaron al frente de una pared. Malfoy cerró sus ojos, y segundos después apareció la puerta de la Sala de los Menesteres ante ellos. Entraron y fueron directamente hacia el armario.

Aquella sala le producía a Kiara un malestar enorme, pero prefería ignorar aquello. Malfoy le quitó la manta al armario, e introdujo el pájaro dentro.

—Tienes algo en la manga —murmuró Kiara, y le quitó una pluma del ave. El armario sonó, así que abrieron la puerta, y vieron que ya no estaba. De nuevo cerró la puerta, y esperaron hasta que llegase el momento de comprobar si aquello había funcionado—. Amor... ¿Y si no funciona?

—Pues será mejor que hagas las maletas, porque tendremos que irnos a la otra punta del mundo para que no nos encuentre —respondió el muchacho antes de suspirar. En ese momento, oyeron otro ruido, era el momento de saber la verdad.

Malfoy abrió la puerta, y vio a aquel pájaro sin vida tendido sobre el suelo del armario. La morena apartó la mirada. Finalmente, Draco cerró la puerta y comenzó a llorar. Kiara le abrazó, y dejó que desfogarse un poco, aunque a él no le gustaba mostrarse así, tan débil.

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Kiara se despertó gracias a unos golpes en la puerta. No eran muy fuertes, pero sí lo suficiente para que alguien les escuchase. Miró su reloj de muñeca y vio que eran casi las tres de la madrugada. Sus compañeras seguían dormidas, por lo que ellas no se habían percatado de la insistencia de la persona que estaba llamando.

Se levantó de su cama, y fue a abrir.

—¿Blaise? ¿Qué demonios te pasa? —preguntó casi en un susurro.

—Es Draco, creo que está teniendo un ataque de ansiedad —solo aquello hizo falta para que la chica abandonase su cuarto.

—¿Dónde está?

—En el baño —ambos fueron rápidamente hacia la habitación de los chicos. Theo y Andrew seguían dormidos, tenían el sueño demasiado profundo, como Pansy y Max—. He intentado calmarle, pero no ha servido de nada.

—Tú espera aquí, ¿de acuerdo? —Zabini asintió con su cabeza. Ella se acercó al baño, y entró sin avisar. Verle así le rompía el corazón. No era la primera vez que lidiaba con un ataque de ansiedad de él, eran bastante recurrentes. Estaba sentado en el suelo, así que ella se puso de rodillas delante de él— Amor, estoy aquí —le agarró las manos—. Vamos a hacer esto juntos, ¿vale? —Malfoy la miró, y como pudo, asintió— Ya sabemos como funciona esto, respira conmigo, inhala... Exhala.

No supo cuánto tiempo estuvieron así, pero notó el alivio recorrer su cuerpo cuando vio que él comenzaba a relajarse.

—Eso es... Muy bien. Una última vez, venga. Inhala... —ambos cogieron aire— Exhala —y lo expulsaron a la vez—. ¿Mejor? —puso sus manos en sus mejillas, y aprovechó para secarle las lágrimas.

—Creo... Creo que sí —Kiara suspiró con tranquilidad antes de sentarse a su lado—. ¿Cómo has sabido que...?

—Blaise ha venido a mi cuarto a decírmelo —respondió, sabiendo lo que iba a preguntar—. Y no iba a dejarte pasar uno sólo. Dice que ha intentado ayudarte, pero que no podía calmarte.

—Me siento fatal por lo de hoy, Kiara, de verdad —la muchacha le abrazó por los hombros y lo atrajo hacia ella. Comenzó a acariciarle el cabello—. No puedo más con esto.

—Ya te queda poco —dijo con un hilo de voz—. Cuando te quieras dar cuenta, ya estará hecho.

—¿Crees que mi padre estará orgulloso de mi? —Kiara tragó saliva. Lucius no era de su agrado.

—Seguro que sí.

—¿Y vosotros? —Malfoy se reincorporó para mirarla.

—¿Nosotros? Nosotros estamos orgullosos de ti desde el día uno en que te conocimos —le aseguró— ¿Esto que está pasando? A nosotros no nos hacía falta para sentir que tú podías con todo y con todos. Porque aunque tú no te lo creas, vales mucho más de lo que piensas. Y sé que te enfada que te diga esto, y lo siento, pero deberías dejar de intentar impresionar a tu padre, porque no te está trayendo nada bueno —ninguno dijo nada—. Me vuelvo a mi cuarto, si necesitas cualquier cosa...

—No. No te vayas —pidió—. Duerme conmigo esta noche, por favor. Te... Te necesito, Kiara —aquella súplica volvió a partirle el corazón. Asintió con su cabeza y ambos se levantaron del suelo. Draco se mojó un poco la cara con agua, y se miró al espejo.

—Está todo bien —Kiara se puso detrás de él—. No te preocupes.

—Nunca te he dado las gracias, Kiara —la chica frunció su ceño.

—¿Por qué ibas a dármelas?

—Por tratarme tan bien desde el primer día. Incluso aun habiéndome visto meterme con Potter, Weasley, Granger... No sé cómo alguien tan puro como tú, puede estar con alguien como yo.

—Estoy contigo porque te quiero —respondió—. Te conozco, sé lo que piensas, y no me gusta, pero apenas muestras esa faceta de ti cuando estamos con los chicos, y mucho menos cuando estamos a solas.

—Eres genial, ¿sabes?

—Me lo has dicho unas cuántas veces —Kiara rió ligeramente y le besó—. Venga, vamos a dormir. Te vendrá bien —salieron del baño, y vieron a Blaise sentado en uno de los sillones.

—Tío, ¿estás bien?

—Sí, no te preocupes —Zabini notó una oleada de alivio en su pecho. No dijo nada, directamente le abrazó.

—Me da igual que quieras matarme ahora mismo, pero no sabes el susto que me has dado —Malfoy le correspondió al abrazo, e incluso hizo un poco de fuerza.

—Lo siento mucho, no pensé que despertaría a alguien.

—Lo importante es que estás bien —Blaise se separó de él.

—Muchas gracias por avisarla, y... Por estar conmigo e intentar relajarme. Kiara me lo ha contado —el moreno sonrió.

—Los amigos estamos para eso, hermano.

—¿Podéis cerrar ya la puta boca? —Nott encendió la vela que había en su mesilla de noche—. ¿Y tú qué haces aquí?

—Larga historia. Duérmete.

—Lo haría si vosotros estuvierais callados y durmiendo como la gente normal.

—Que sí, pesado, ya nos vamos a dormir.

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Halo ||Draco Malfoy||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora