||Capitulo Treinta y Ocho||

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 →𝐁𝐥𝐨𝐨𝐦𝐬𝐛𝐮𝐫𝐲, 𝟐𝟎𝟏𝟏.

—¿Se puede saber qué haces?

—Scorpius y yo hemos ido al mercado, ¡había mermelada casera de melocotón! —Draco rió ante el entusiasmo de Kiara.

—¿Ya has saciado tu antojo?

—Eh, no es mi culpa. Es tu hija la que lo pide.

Sus vidas habían cambiado muchísimo desde la Batalla de Hogwarts. Terminaron el último curso al año siguiente, y tras graduarse, se fueron a vivir juntos. Un par de años después, se casaron. Seis años después, llegó el primer hijo de la pareja, Scorpius.

Era una réplica de su padre, algo que a Draco le encantaba, pero que Kiara a veces no soportaba, porque lo era en absolutamente todo. Aunque tenía fe en que Venus, la criatura que llevaba en su vientre desde hacía cinco meses y medio, naciese con sus rasgos.

—¿Ya no tienes náuseas?

—Cállate, no lo digas en voz alta. Llevo dos días sin tener que irme al baño corriendo —la chica rió, y siguió sacando las cosas de las bolsas—. ¿Sabes? No era partidaria de vivir aquí, pero es muy tranquilo.

—Te lo dije.

—Me gusta. No sé, nadie nos dice nada. Aunque he de reconocer que me gustaba vivir cerca de mi madre. Está levantando cabeza, ¿sabes?

—Es normal. Y tu padrastro no parece mala gente.

—No, la verdad es que... Me recuerda a mi padre —reconoció—. Creo que por eso mis hermanos y yo nos llevamos tan bien con él. Y mis abuelos lo aceptan. Aunque no me esperaba que se volviese a casar.

—Bueno, tampoco iba a frenar su vida.

—Lo sé, lo sé. ¿Has hablado ya con Max y con Blaise?

—Ajá.

—¿Y qué han dicho?

—Max casi se pone a llorar, pero los dos aceptan ser los padrinos de Venus. Drew dice que él y Pansy la consentirán hasta la saciedad, y Theo que Scorp seguirá siendo su ojo derecho —la muchacha rió.

—¿Recuerdas lo felices que se pusieron cuando les dijimos que estaba embarazada por primera vez?

—Ahí Maxine sí que lloró.

—Y mucho, además. Yo creo que en ese momento me odió.

—Es una posibilidad, sí.

—Le he comprado a Scorpius un cuento —informó la morena.

—¿Esa es la razón por la que ha ido directamente a su habitación y ni siquiera ha saludado?

—Ajá. La verdad es que quería mirarle uno nuevo desde hace tiempo, pero claro, no es que tenga la mejor memoria de todas. No te imaginas lo emocionado que estaba por saber que esta noche se lo ibas a leer.

—¿Le estoy mal acostumbrando?

—No, claro que no —Kiara se apoyó en la encimera de la cocina—. Estás siendo su padre.

—A veces pienso que no lo hago bien.

—Amor, lo estás haciendo genial.

—Intento no ser como mi padre, ¿sabes? No quiero que... Crezca en ese ambiente. Y lo peor es que a él no le parece bien.

—Porque pensaba que iba a poder hacer lo mismo que hizo contigo —respondió Kiara cruzando sus veces—. Pero no es así, le estamos educando nosotros. Y lo estamos haciendo bien. Nadie es más que nadie por el tipo de sangre que tenga.

—Lo sé, y estuve de acuerdo cuando lo hablamos. Pero... No sé, es raro querer enseñarle algo que yo no pensaba.

—Pero lo haces ahora, ¿no? ¿O acaso llevas engañándome doce años, Malfoy? —él rió.

—¿Me ves con pintas de mentirte, Ki?

—Ya me extrañaba a mí —la chica sonrió—. ¿Por qué no intentas eliminar esa parte de tu pasado de tu mente?

—Porque... —en ese momento, tocaron el timbre de la casa. Se miraron extrañados— ¿Esperamos a alguien?

—No que yo sepa —ambos fueron a abrir la puerta.

—¡Muy buenos días! Me he encontrado a estos dos viniendo hacia aquí, dicen que van a ver a su sobrino —Ashley entró sin dar oportunidad a su hermana pequeña para saludar.

—Hola a ti también, Ash —la morena miró a su mejor amiga, que iba acompañada de su marido, y su hija—. Pasad, no os quedéis fuera —Max la abrazó en cuanto pasó por delante.

—Te tomo la palabra de ser la madrina de Venus, eh. Con Scorpius no me quejé.

—Nadie te va a quitar ese derecho —Kiara rió al separarse. También abrazó a Blaise.

—¿Y bien? ¿Dónde está?

—¿No se supone que deberías estar con tus hijos y con Adrien en Francia, Ash? —Kiara cerró la puerta.

—Tú lo has dicho, debería. Pero antes de irme quería venir a verte —respondió la mayor—. Aún no me acostumbro a no verte a ti, ni a Ian, todos los días.

—Pero eres feliz allí, ¿no?

—Claro que soy feliz.

—Entonces no te preocupes. Es... Raro, pero te acostumbrarás.

—Eso me lo estás diciendo porque ves a Ian cuando te apetece —Kiara rió.

—Es posible, no te voy a mentir —Ashley la abrazó—. Te voy a echar de menos.

—Y yo a ti —le dio un beso en la mejilla—. Decidle a Scorp que le quiero, ¿vale?

—No te preocupes, lo haremos —Ash sonrió, y se marchó.

—¿Era una visita exprés? —preguntó Blaise.

—Ajá. Vuelve ya a Francia —informó Kiara.

—Nunca pensé que tu hermana se casaría con un francés.

—Ni yo, ni yo, te lo aseguro. ¿Y Amara?

—Ha ido a la habitación de Scorpius —respondió Draco.

—Mejores amigos desde niños, no me esperaba menos de ellos —comentó Max.

Aquel día lo pasaron juntos. Se reunían tres o cuatro veces a la semana. A veces era en el hogar de los Malfoy, y otras, en el de los Zabini. Aunque adoraban a los demás, ellos cuatro tenían una química que no se podía explicar.

Cuando anocheció, Max, Blaise y Amara se marcharon, tras escuchar infinitas súplicas por parte de los niños para que la pequeña Zabini durmiese allí esa noche.

—¿Te duele, papá? —preguntó Scorpius, señalando la cicatriz que Draco tenía en el brazo, justo donde estuvo la marca tenebrosa.

—No, no duele. Antes sí, pero ya no —respondió el rubio.

—¿Cómo te la hiciste? —Kiara miró a su esposo, y viceversa.

—Es una historia muy larga.

—Tiene que ver con lo que te estamos enseñando, mi amor —la chica acarició el pelo de su hijo.

—¿Que no importa la sangre?

—Exactamente. Yo me equivoqué —dijo Draco—. Y como mamá y yo no queremos que eso te pase a ti, por eso te enseñamos así.

—Todo lo que hacemos, es por tu bien —Scorpius miró la barriga de su madre, y puso una mano sobre esta.

—Tengo ganas de conocerla —Kiara sonrió, al igual que Draco.

—Todos tenemos ganas, cielo. Ya queda menos para tenerla con nosotros.

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Halo ||Draco Malfoy||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora