||Capitulo Treinta y Tres||

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𝐌𝐚𝐧𝐬𝐢ó𝐧 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲, 𝟏𝟗𝟗𝟕.

Draco se miró en el espejo. No estaba orgulloso de lo que estaba viendo, ni viviendo. Abandonó su habitación, y fue hacia el salón, donde aún había algunos mortífagos llegando. Se sentó al lado de su padre y se fijó en los que estaban sentados. Lo reconoció, podría haberlo hecho a kilómetros, el padre de Kiara estaba allí. E igual que él se había percatado de su presencia, Anthony también lo había hecho. A los pocos minutos, pudo ver al profesor Snape llegar.

—Ah, Severus —dijo Voldemort—. Empezaba a temer que te hubieses perdido. Te hemos guardado un sitio —Snape se sentó a su lado—. Traerás noticias nuevas, Severus.

—Tendrá lugar el próximo sábado, al anochecer.

—Yo he oído otra cosa, mi señor. A Dawlish, el auror, se le escapó que Potter no será trasladado hasta el día treinta. Es decir, la noche antes de que cumpla diecisiete.

—Eso es una pista falsa —aseguró Snape—. La oficina de aurores ya no juega ningún papel en la protección de Harry Potter. Sus más allegados piensan que nos hemos infiltrado en el Ministerio.

—Y con razón, ¿no os parece? —algunos de los mortífagos rieron ante aquella respuesta.

—¿Qué dices tú, Pius? —preguntó Voldemort mirando a la persona que estaba en el otro extremo de la mesa.

—Se oyen tantas cosas, mi señor... Si la verdad está entre ellas, no está claro.

—Hablas como un político. Serás de lo más útil, Pius —la mirada del Señor Oscuro se dirigió hacia el profesor Snape—. ¿A dónde llevarán al chico?

—A una casa franca, muy probablemente la de alguien de la Orden. La casa habrá recibido todo tipo de protección posible. Una vez allí, será inútil atacarle —Bellatrix carraspeó tras escuchar las palabras de Severus.

—Mi señor, quisiera ofrecerme voluntaria para esta misión. Quiero matar a ese chico.

—¡Colagusano! —todos dirigieron su mirada hacia el recién nombrado. Aquel hombre era conocido por haber traicionado a James y Lily Potter— ¿No te he pedido que mantengas callado a nuestro invitado?

—Sí, mi señor. Ya voy, mi señor.

—Por inspiradora que encuentre tu sed de sangre, Bellatrix —dijo volviendo a centrar su atención en la mujer—, he de ser yo quien acabe con Harry Potter. Pero me enfrento a una desafortunada complicación. Mi varita y la de Potter comparten un mismo núcleo. Son, por así decir, gemelas. Podemos herirnos el uno al otro, pero no fatalmente —Voldemort dejó su varita en la mesa, y se levantó—. Si he de matarle, debo hacerlo con la varita de otro —Draco notó cómo su cuerpo se tensaba por completo al escucharlo caminar detrás de él, no quería darle su varita—. Veamos... ¿Alguien querría gozar de tal honor? —nadie era capaz de abrir la boca— ¿Qué me dices tú, Lucius? —el rubio miró a su padre, que estaba sentado al lado de Narcissa.

—Mi señor.

—Mi señor —repitió con burla—. Requiero tu varita —así lo hizo. Aún con las manos temblando, le dio su varita al señor oscuro—. ¿Detecto olmo?

—Sí, mi señor —pronto se escuchó como algo crujía, era la varita de Lucius. Voldemort la había separado del mango que tenía.

—¿Y el núcleo?

—Corazón de Dragón, mi señor.

—Corazón de Dragón… —el que no debe ser nombrado dejó caer en la mesa el mango, que era una cabeza de serpiente— Para aquellos que no lo supieran, esta noche se ha unido a nosotros la señorita Charity Burbage, quien hasta hace poco enseñaba en la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Su especialidad eran los Estudios Muggles —se oyeron algunas risas mientras el cuerpo de la profesora levitaba por encima de la mesa—. La teoría de la señorita Burbage es que los muggles, no son distintos a nosotros. Según su opinión, somos semejantes a ellos. Para ella la combinación de magia y sangre muggle, no es una abominación, sino algo que debe incentivarse.

Halo ||Draco Malfoy||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora