-Te dije desde un inicio que mi prima te caería bien, Sasuke teme.
ATENCIÓN. LOS PERSONAJES DE ESTA HISTORIA NO ME PERTENECEN (menos la ___). SON OBRA Y CREACIÓN DE KISHIMOTO. Créditos a él.
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Llevo un mes viviendo en el lujoso apartamento de los chicos. . .
Y debo decir que no me arrepiento de nada.
Bueno, en realidad sí. Me arrepiento de que Sasuke Uchiha esté con nosotros, amargando nuestras vidas y juegos con su amargada existencia. ¿De verdad era hermano de Itachi. . . ?
─ ¿Dónde está la bebé de Itach- ? ─ los ojos de Deidara se abrieron de par en par, mientras yo sentía los colores subir a mi cabeza, e instalarse perfectamente en mi cara.
La mirada de mi rubio amigo, me recorrió el cuerpo completo, antes de fijarse únicamente en mis bragas. Ni siquiera me había dado tiempo para colocarme correctamente la camiseta.
─ ¡No, no, no! ─ exclamó, al tiempo que se pasaba frenéticamente una mano por el cabello. ─ ¿Cómo puedes estar usando eso? ¡Es peor que Sasuke y los bóxer de tomates con caritas! ─ yo estaba completamente desconcertada. Ni siquiera me había movido de mi posición inicial.
─ ¡NARUTO! ─ grité con todas mis fuerzas, mientras trataba de ocultar mi ropa interior, a cualquier costo.
─ ¡DEIDARA! ─ exclamó mi primo, a la lejanía, claramente molesto. Sus pasos apresurados se escuchaban incluso dentro de mi habitación.
─ ¡ITACHI! ─ el rubio esquivó como pudo, el derechazo perfectamente ejecutado por Naruto. Su voz se ahogó con el gemido de mi primo, al golpearse fuertemente contra la madera de mi puerta.
─ ¿Qué diablos estaba pasando aquí? ─ el Uzumaki me miró, antes de estallar en carcajadas, hasta que su cara se tornó de un tono carmesí, casi tan intenso como el mío. ─ ¡No puedo con esto, llévenme! ─ apreté los puños con fuerza, y prácticamente me olvidé de mi estado, antes de abalanzarme sobre mi familiar.
─Ya verás lo que los putos ositos y yo, podemos hacer querido primo─ Naruto se dió la vuelta sobre sí mismo, tratando de escapar de mí.
Rápidamente me lancé sobre su espalda, y tiré de su cabello, causando que levantara su cabeza para mirarme.
─Ahora dí que los ositos son geniales, y te dejaré libre─ el cuerpo masculino que se encontraba debajo de mí, se retorcía, buscando que le soltara.
Deidara se arrastró disimuladamente por nuestro lado, no le tomé importancia.
─Nunca diré tal cosa, es ridículo─ gruñí, antes de ser bruscamente sacudida, por un rápido movimiento de Naruto.
Y luego Sasuke me estaba sosteniendo, lejos de ese dolor de cabeza.
─ ¡Suéltame! ─ prácticamente grité, y me removí, en los fuertes brazos del azabache.
─Si te sigues moviendo así, terminarás por mostrarnos hasta los pechos─ me quedé quieta casi de golpe, y le dirigí una mirada sorprendida. ─Muy ridículas tus bragas de ositos, y lo que más me da verguenza, es que sean de Winnie Pooh─ me mordí el labio levemente, aguantando una risa.
─Los tomates con caritas, al lado del onigiri dibujado, son extremadamente ridículos─ la boca del Uchiha se abrió, ante las palabras que pronuncié. Me soltó, y suspiré aliviada de poder por fin alejarme de él.
Antes de que me cargara como si fuera un saco de papas, y mi trasero quedara justo al lado de su rostro.
─ ¡Bájame! ─ vociferé, al tiempo que Sasuke me llevaba a donde se encontraban los demás, comiendo.
─ ¿Y esto es lo que les parece endemoniadamente seductor? ─ cuestionó, y mis arañazos en su espalda, no fueron suficientes para detenerlo. ─Me parece una opción infantil.
─ ¡SASUKE, DESGRACIADO! ─ Naruto se levantó del suelo, antes de ser brutalmente golpeado por la puerta del baño, en el rostro.
Itachi salía únicamente vestido con una toalla. Las gotas de agua resbalaban por su cabello y cuerpo.
─Podrían decirme, ¿qué diablos es todo este alboroto? ─ cuestionó, bastante serio.
Itachi. . . No había tenido su mejor día hoy, por lo que ninguno de nosotros, se había atrevido a molestarlo, en cuanto llegó al piso con un humor de perros, y ni siquiera nos dirigió una palabra, o mirada, antes de encerrarse en su habitación compartida.
─No es nada, solo nos reíamos un poco de esto─ Sasuke se dio media vuelta, dejando mi trasero a la vista de Itachi.
No pude ver su reacción.
─Lindas bragas, ¿te da mucha miel, el osito? ─ cuestionó el mayor de los hermanos Uchiha, antes de soltar una leve risa.
─Sí, y esa miel me da toda la suerte del mundo, como para quitarte esa toalla y ver lo que esconde─ inmediatamente Kisame respondió.
─Un tiburón, probablemente─ tuve que morder mi labio para no reír.
Y al mismo tiempo, para evitar soltar toda mi comida por la boca.
─Querrás decir tiburoncin, Kisame─ aclaró Shisui.
Las frías manos de Itachi, agarraron mis caderas y me colocó en el suelo. Mi cabeza dio vueltas durante unos segundos, al punto de que me tropecé con mis propios pies y caí en medio de los hermano.
La toalla húmeda de Itachi, me cayó en la cara.
─La puta madre─ murmuré, apretando los ojos con fuerza, y sin moverme. La vergüenza inundaba cada parte de mí.
─Cuando insinuaste que me quitarías la toalla, querida─ Itachi levantó el trozo de tela de mi rostro, causando que me encontrara con esa sonrisa pícara, que solía dedicarme. ─No pensé que estuvieras hablando en serio. Estas cosas se hacen en privado─ puedo jurar que el calor que recorrió mi cuerpo, en ese momento, no era producto de la magnífica idea, de bajar la mirada y ver cuán grande era el miembro de Itachi.
Me cubrí la cara con ambas manos.
─Itachi, no pensé que las leyendas fueran ciertas. Ahora espero que ____ nunca tenga que ver mis partes, creo que se reiría─ me levanté de golpe, y caminé aún con las manos en mi rostro.
Choqué con Naruto y ambos caímos. El sonido de mi cabeza, estrellándose contra el suelo, causó que los chicos se alarmaran.
─Por amor a mi novia─ rápidamente Sasuke me levantó, y nos encerró a ambos tras las puertas de mi habitación. ─Ya entiendo el por qué Naruto y tú son familia, definitivamente─ y suspiró.
─No me vuelvas a cargar así, o el portazo será para ti─ la sola idea de recordar la cara de Sasuke muy cerca de mi retaguardia. . .
Las entrañas se me retorcieron, y ahogué una arcada.
─Para tu divino consuelo, le viste el pene a mi hermano mayor, y tus bragas huelen bien─ la puerta se cerró, antes de que la almohada pudiera chocar contra su estúpida cara, y la sonrisa burlona que la adornaba.
Lo que más me dolía, es que no tuve la fuerza para abrir los ojos, y ver a Itachi como Dios lo mandó a este mundo.
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