-Te dije desde un inicio que mi prima te caería bien, Sasuke teme.
ATENCIÓN. LOS PERSONAJES DE ESTA HISTORIA NO ME PERTENECEN (menos la ___). SON OBRA Y CREACIÓN DE KISHIMOTO. Créditos a él.
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Durante el viaje en el coche, me sorprendí bastante, descubriendo el efecto tan potente que tenían un par de audífonos y buena música. Me atrajeron hasta un mundo, donde solo escuchaba los tonos relajantes, y me invitaban a imaginar uno y mil escenarios, los cuales podrían servirme de inspiración, para mi próximo dibujo.
De vez en cuando le dedicaba una mirada a la pelirosa, que siempre parecía estar riendo por un chiste del Uchiha. Como si este fuera un comediante, que le impedía borrar la sonrisa de su rostro.
En determinado momento, cerré los ojos y una explosión de colores y formas se apoderó de mi pensamiento. Obras abstractas, retratos. . . Por eso mi imaginación era mi mejor aliada.
Quizá tendría tiempo, después de instalarme en el piso, para poder pintar aunque fuera solo los delicados pétalos de una rosa roja.
Unas uñas se clavaron con fuerza en mi rodilla, causando que abra los ojos de golpe y me enderezara. Uno de los audífonos se deslizó fuera de mi oreja, abandonando su posición inicial, para adornar mi cuello. La chica de ojos verdes me dedicaba una sonrisa venenosa.
─No reaccionabas─ fue su excusa. Yo simplemente suspiré levemente, antes de retirarme el otro auricular. ─No te vayas a enojar, ya casi llegamos─ las gotas de agua, adornaban la ventanilla del auto.
La ciudad bañada en los tonos de un hermoso atardecer, arrancaron de mi ser, un pequeño gemido. La lluvia caía con intensidad, me hubiera maravillado, poder bajarme de este vehículo, y dejar que me empapara.
Podía parecer una chica ruda, engreida y todo lo que el mundo quisiera decir acerca de mi. . . Al igual que de mi personalidad. Pero la pequeña niña en mi interior, podía mostrarte un mundo completamente diferente, al que todos te prometen. Un mundo que solo conocemos ella y yo.
Nuestro cosmos, alejado de toda maldad, donde los paisajes hermosos arrancan sonrisas, donde los secretos íntimos nunca salen a la luz, donde simplemente puedes ser tú mismo, sin barreras.
─Hemos llegado─ el carro se detuvo en su respectivo lugar para aparcar. Una cabellera rubia venía corriendo en nuestra dirección.
Oh, mi pobre cabeza hueca.
─ ¡Dolor de culo! ─ exclamó, mientras abría la puerta y las gotas que se encontraban en las puntas de su cabello, me mojaban la cara y el pantalón.
─ ¡Cabeza de chorlito! ─ Naruto hizo una mueca, mientras me ayudaba a salir del carro, y luego estrechaba mi cuerpo entre sus brazos. . . Un abrazo correspondido.
─Vamos a darnos prisa, la lluvia no parece querer concluir, y tu prima tiene mucho equipaje─ el pelinegro abrazaba por la cintura a su pareja, sosteniendo un paraguas, para evitar que ella quedara empapada.