-Te dije desde un inicio que mi prima te caería bien, Sasuke teme.
ATENCIÓN. LOS PERSONAJES DE ESTA HISTORIA NO ME PERTENECEN (menos la ___). SON OBRA Y CREACIÓN DE KISHIMOTO. Créditos a él.
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Esa noche tras la llamada de Itachi no pude dormir. Ni siquiera volví a la cama con Kakashi hasta que llegó la hora de que él despertara para ir al trabajo. En cambio, estuve toda la noche pensando en Sasuke. Incluso busqué en la galería de mi celular las fotos donde él estaba.
Luego de despedir a Kakashi limpié el apartamento para despejar mi cabeza, pero eso solo hizo que mi mente se enfocara aún más en el tema. Así que, dos noches y media después mientras estaba haciendo mi rutina de la cara, tomé la decisión de pasar unos días en mi hogar. Allí estaban Naruto, Deidara, Itachi, Kisame y Sasuke.
Y así se lo informé a mi novio la mañana siguiente.
—¿No estás cómoda aquí?— preguntó Kakashi tras darle un sorbo a su café.
—Claro que lo estoy. Pero ya me están haciendo falta mis amigos— respondí con total sinceridad.
—Está bien querida—.
—Te dejaré preparada comida en la nevera, así solo tendrás que calentarla— dije.
—¿Cuándo te vas?— cuestionó Kakashi.
—Esta misma tarde. Quiero darle una sorpresa a los chicos— afirmé emocionada.
Kakashi pareció notar mi alegría y se relajó.
—Si algo pasa y necesitas volver, no dudes en escribirme. Yo mismo iré a buscarte— dijo el peliplata una vez estuvo en la puerta de entrada —. Te extrañaré mucho— añadió.
Kakashi se inclinó ligeramente para besar mis labios. Yo correspondí brevemente y luego me aparté para ir a la cocina. Necesitaba cocinar ahora si planeaba marcharme en la tarde. Una vez terminara mi siguiente tarea sería hacer mis maletas.
Mientras estaba preparando la comida para Kakashi, mi celular comenzó a sonar. Intrigada me acerqué al pequeño apartamento y observé la pantalla. Era una videollamada entrante por parte de Deidara.
No pude evitar sonreír, sabiendo la sorpresa que le daría unas horas después.
—Si me estás marcando tan temprano, debe de haber pasado algo— dije, levantando el celular para que la cámara me captara bien.
—¡Claro que lo está perra!— exclamó Deidara al otro lado de la línea.
Por lo que alcancé a ver, estaba en mi habitación buscando entre mis cosas.
—¿Qué necesitas maldita?— cuestioné al tiempo que colocaba el móvil en la meseta, apuntando a la estufa y el fregadero.
—Esa mascarilla tuya que hace milagros— se apresuró a responder Deidara —. Aunque no te llamo solo para eso, no soy una puta interesada— añadió.
