Los pagos de un crimen

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Entro a la casa donde todo se encontraba en penumbras y apenas se lograba distinguir las siluetas de las sombras de la sala. Encendió las luces dando ahora un panorama más claro; al parecer su madre todavía no se encontraba en casa lo cual significaba unos momentos de paz para él. Ahora que podía recordar un poco Madara le había contado que estaba algo enojada. Sabía cuál era la razón de su mal humor y sinceramente no quería escuchar de aquello. Se encontraba cansado y pelar con su progenitora no estaba ni en lo último que quería hacer en ese día.

Fue a las escaleras para ir al primer piso de la casa con la intención de resguardarse en su habitación y no saber nada del mundo y todo aquel ser que la habitaba por unos buenos momentos. Pero sus propósitos fueron derribados cuando escucho el sonido del cerrojo de la puerta principal que llamo su atención. Volteo a ver como esta se abría pesadamente dejando a su paso a una hermosa mujer ce cabellos azules y de mirada cansada. Avanzo unos escalones de manera inconsciente.

—Parece que has llegado a casa Obito —comentó Konan yendo a la sala para poner su bolso en unos de los sofás.

—Si —asintió solamente pronunciado aquel sencillo monosílabo.

—¿Por qué has llegado a estas horas? —Volvió a preguntar en un tono vacío y sin emociones que llegaba a congelar el ambiente.

—B- bueno yo...

—¿Por qué no me avistes que saldrías? —Le interrumpo de nuevo caminando hacia donde estaba. Subió otro poco más.

—Pensé que no tardaría. Además que estaba con unos amigos no pensé que tardaría mucho- se excusaba con toda la sinceridad que tenía.

—Me sorprende que pienses —comentó con sarcasmo—. No quiero que creas que te mandes tu solo. Mientras vivas en mi casa te tienes que sujetar a mis reglas ¿esta entendido?

La mujer pensó que el chico solo asentiría con la cabeza sumiso como debía de hacer. Pero esa no era la reacción que tendría. No. Mantenía su mirada al frente. Su rostro no mantenía ninguna expresión por lo menos no por el momento.

—No creo que sea necesario eso, digo no creo que te interese si salgo o no —dijo Obito—. Si salgo y me pierdo sería algo que te beneficiaria. No tendrías más problemas.

—Pero ¿Qué tonterías estás hablando, Obito? —Avanzo subiendo unos escalones—. Me preocupo por ti aunque no lo parezca porque soy tu madre.

—Por fin recuerdas que eres mi madre —comentó como si nada.

—Repite eso —susurró frunciendo el ceño y arruinando ese hermoso rostro.

—Lo que oíste. Nunca has actuado como una madre... Entonces yo no actuare como un hijo para ti. —No quería seguir hablando. Sabía que si se quedaría más tiempo llegaría una discusión y no quería averiguar a qué grado llegaría.

Quiso irse cuando fue detenido por la mano de su madre que se aferraba a uno de sus brazos. Le apretó con algo de fuerzo y le provoco ansiedad. Quería que le soltara pero no veía como decírselo con palabras a lo que solo se quedó quieto-

—En tu vida vuelvas a decir eso —reafirmó su agarre—. Sé que he cometido errores, pero...

—Sigues sin hacer nada, a pesar de que vivimos en la misma casa simplemente parecemos extraños. No puedo verte como una madre.

—Entonces ¿Por qué aceptaste ir conmigo en primer lugar?

La idea de contarle sencillamente sus intenciones homicidas por los años de abandono se hicieron latentes. Podía decirlo, podría mencionarlo en un tono tranquilo y sin pretensiones que su deseo era verla muerta. Y posiblemente después de eso soltarse de su mano y empujarla para hacerla rodar por las escaleras y dar por acabado a su propósito. Sin embargo, era algo muy precipitado sin contar que se encontraba en la mitad de las escaleras y una caída desde esa altura no causaría un gran daño en realidad. En ese momento solo le quedaba mentir. Y mentir bien.

—Porque pensé...que las cosas mejorarían entre los dos. Pero ahora que lo pienso creo que era mejor vivir con mi tío Madara- declaro con cierto grado de honestidad en sus palabras.

Lo que no sabía es que esas palabras habían colado en el cerebro de su madre de una manera dolorosa, simplemente porque ahí mostraba ese grado de importancia que tenía aquel hombre al cual detestaba tanto.

—Así que tú también prefieres al maldito de Madara ¿verdad? —preguntó sin recibir respuesta pues al poco tiempo continuo su monologo- eres igual que tu padre.

—¿De qué hablas? —preguntó totalmente descolocado por las palabras de la mujer.

—Tú también prefieres a Madara, también lo hacia el inútil de tu padre.

—No hables así de él —alegó molesto.

—¿Por qué lo defiendes? Al fin y al cabo, no lo conociste. Murió cuando eres muy pequeño así que no te pongas de su maldito lado.

—Sí, sí puedo —asintió—. Además me dijeron que era bueno conmigo no como tú.

—Quién te conto eso? ¿Madara? Ese hombre no sabe decir otra cosa más que mentiras...

—Él no me mentiría así que tampoco hables mal de él también.

—¿Por qué lo defiendes? —preguntó de nuevo.

—Porque él ha sido una de las pocas personas que me ha tratado bien en toda mi vida- conto, vale en un principio era muy indiferente pero había cambiado y ahora la amaba o eso creía él.

—Que genio eres piensa que te quiere.

—Claro que me quiere —alegó viéndola incrédula— ¿Por qué dices eso?

—Porque ese hombre no quiere a nadie más que a sí mismo—. Hizo una pausa antes de corregirse—. Bueno en realidad si amo a una persona aparte que él y creo que eso explica porque te engaña al quererte.

—No entiendo de que estas hablando. —No encontraba lógica detrás de aquellas palabras, pero era algo que en si esa mujer no le importaba mucho.

—No me sorprende que digas eso por tu nula capacidad de comprender las cosas —comentó haciéndole enojar- tal vez debería explicarlo...

No quería sus explicaciones en realidad. Esa conversación era extraña y no lograba a comprenderla y dudaba que si alguien pudiera hacerlo. El tono en la que hablaba Konan le hacía sentir incómodo, escalofríos.

—¿Quieres saber, no? —preguntó ante el silencio que se formaba en el poco espacio que los separaba.

—S-si —tartamudeo sin poder evitarlo su insegura respuesta.

—Tu querido padre Izuna —sonrió de manera tan peculiar que no podría ser descritas por palabras—. Nunca noto que su hermano mayor le quería más allá de un amor fraternal. Lo amaba de la única manera que se ama a un amante. Pero jamás lo noto. Su amor siempre fue secreto. Tal vez solo ve a su hermano en ti. Pero eso sería como pedofilia no creo que caiga tan bajo —dijo sin estar consciente del impacto que causaba.

—Pero no creo que haga algo parecido- susurro más para sí... ¿le estaba utilizando? ¿Era solo el reflejo de un amor fallido por la muerte?

—Es algo irónico ¿no? —Por fin soltó su mano que tenía las marcas de sus dedos—. Tú vez algo que no existe y tu padre no noto lo que había alrededor suyo. Los dos son un par de idiotas.

—Si pensabas que era un idiota ¿Por qué te casaste con él?

—Por ti —contestó aburrida—. Me embarace de ti y no tenía otra opción. Eres como mi parasito viviente.

—Lamento haberte arruinado la vida —dijo con ese mismo tono lleno de amargura—. Me hubieras dejado con papá entonces, así lo más posible es que seguiría con vida...y con mi tío Madara —susurró eso ultimo con dolor.

—Oh si Izuna la pobre víctima, casado con una arpía que solo se aprovechaba de el — dramatizaba sin pensar en un segundo lo que salía de su boca—. No era más que una persona que amaba sentirse la víctima en todas las circunstancias de la vida. Estaba harta de él, y hubiera seguido así, aunque lo abandonara. Por eso decidí matarlo... —cortó su dialogo dándose cuenta de la estupidez que había cometido.

—¿Tu qué? —preguntó tratando de alejarse de aquella mujer- ¿tú lo mataste? —subió rápido a la planta del primer piso. Quería alejarse de ella.

Ella dudo en seguir. Había confesado aquel antaño crimen a su propio hijo. Por fin había hablado ¿debía de confirmarlo? Podría ser un error el cual no tenía marcha atrás. Debida considerar que su hijo no estaba bien de sus facultades mentales si se lo decía ¿Quién le creería? Nadie. No sería para nada solida el testimonio de un chico con un trastorno. Estaba segura.

—Sí, yo lo hice.

Obito sonrió al escuchar eso para asombro de su madre. Eso era más que una buena razón para asesinarla.

—Supongo que— .Se dio la vuelta dándole la espalda—. Te juzgue mal madre. Tal vez hubiera sido peor que mi padre siguiera amando a una persona que no le correspondía o peor aún estar unida a esa persona.

-Obito tu...—No creía lo que estaba escuchando prácticamente estaba de su lado y no sabía cómo reaccionar ante eso.

—Ahora solo quiero descansar mamá. —le corto como si nada—. Han pasado muchas cosas y solo quiero estar solo y descansar.

—Comprendo hijo —suspiro—. Descansa.

—Igual tu madre. —Fue lo único que dijo antes de encerrarse en su cuarto con el corazón revuelto y las ideas fijas. Esa mujer debía pagar por lo que hizo. Y tenía que ser rápido.

Llego a su cuarto y cuando estuvo seguro que nadie entraría se echó en el cómodo y mullido colchón. Era un buen lugar para reflexionar aquellas frías y descorazonadas declaraciones de su madre además de idear una buena manera de matarla. No era algo muy complejo en realidad lo único que requería era determinación y la cabeza fría. Algo muy sencillo.

. ..
Había despertado alrededor de las 7:30 a causa del reloj despertador que se encontraba en la mesita de noche ¿Cuándo lo había puesto? Bostezo de manera larga llena de flojera contenida. Se sentía en la cama sintiendo más claramente el frio que le tentó a refugiarse de nueva cuenta en las calientes frazadas. Lo haría en realidad luego que apagara aquel despertador del demonio.

Miro aquel artefacto que sonaba como si su vida dependiera de ello. Pero todo eso, molesto e irritable pareció carente de importancia al notar que a un lado se encontraba un papel doblado a la mitad. No recordaba haber puesto eso la noche anterior por lo que era posible que su vástago lo hubiera puesto en la mañana así como encender la molesta alarma ¿a qué venia todo eso?

Dio fin al ruido de la alarma para después agarra la medio arrugada nota donde en letra pequeña apenas legible y con increíbles faltas de ortografía se podría leer lo siguiente.

Madre:

No kiero incomodarte pero e yamado a la polcia por que asesinates a papa hace años. Creo que llegaran temrpano por eso me asegure que despertara temprano.
Te kiero.

Adiós.

La somnolencia se fue de su cuerpo así como la adrenalina, el ardor de la furia y el temor sustituían el frio ambiente de una terrible y nublada mañana. Esa mocoso, ese maldito idiota.

Se levantó de la cama poniéndose unas pantuflas que se sintieron heladas así de la misma forma que la bata que se había puesto después, pero ahora esos pequeños detalles solo eran banalidades sin nade de importancia. Salió de ahí en donde estaba el cuarto de su primogénito.

-Obito- le llamo dulce mientras veía aquella habitación vacía- maldito bastardo- golpeo la puerta con la suficiente fuerza como para que pequeñas astillas de madera lastimaran sus muñecas.

Suspiro yendo a las escaleras. Lo más seguro es que se encontraba en la planta de abajo. Cuando apenas se asomaba encontró a su hijo al final de las escaleras con una bonita y radiante sonrisa. Se estaba burlando de ella. Apresuro el paso. Sus últimos pasos.

Y es que eso no hubiera pasado si se hubiera dado cuenta. Su falta de paciencia y su rabia no le dieron más que cegarla y no hacerla notar que el piso el que pisaba estaba recién lavado y por ende muy resbaladizo. No, lo hizo ya cuando se sintió volar por esos pocos segundos. Fue la única parte buena de la caída. Luego una serie de golpes duros en todo el cuerpo, sentía escuchar el sonido de sus propios huesos romperse como si fueran frágiles pedazos de cristal hasta rematar con un gran golpe en la cabeza que le dejo aturdida y donde dejo una herida más grande donde la sangre fluyera con más libertad.

Su hijo se acercó lentamente con esa alegre y divertida sonrisa aun dibujada en sus labios. Parecía como un niño que veía un animal exótico en zoológico, pero no era eso si no a su madre perecer en el piso. Para él en esos momentos era casi lo mismo.

—Ya mamá...sé que no debería pero creo que yo hice que recibieras una lección. Por una vida, el pago es otra vida. Ahora veras a papá o eso creo, y yo iré con mi tío Madara, tal vez lo maté también por ocultarme cosas y mentirme, no lo sé también lo dejare hablar —divagaba subiendo con cuidado las escaleras para no pisar las manchas de sangre que quedaban. Solo iría por la nota.

Konan no pudo lograr a verlo ¿había...pagado todo? Fue lo único que su mente logro a formular antes de caer en la inconciencia.

Luego de unos momentos Obito regreso viendo a su madre por última vez. La sangre se había acumulado más que la vez anterior, pero sabía que no estaba muerta, no aun. Bueno que se le iba hacer con la sangre que perdía lo haría pronto y no podría pedir ayudar. La dejo ahí. Se alejó de esa casa. La dejo morir sola.

Salió de la casa contemplando el ambiente gris y sin vida de las calles. Era un día que daba la bienvenida a la muerte o eso sentía él no estaba seguro del todo. Empezó a caminar. Ahora solo le tocaba ir con tío. Solo él decidiría lo que pasaría después.

Continuara.

Hola ¿Cómo han estado? Bueno, quería festejar un poco mi final en los cursos en la Universidad y que mejor que una gran actualización ¿verdad?

Como sabrán, este fic es algo antiguo, y que yo recuerde el capitulo 20 fue un especial, de hecho, tanto el 18 y el 19 se actualizaron juntos con la sorpresa del final ¿Qué les pareció? Espero que les haya gustado, porque siendo sinceros, no me acordaba mucho y me sorprendí XD

También quiero aprovechar este espacio para promocionar mi futuro MadaObi/MadaIzu "Don't look" que será estrenado en poco tiempo.

Ya dejando la publicidad barata, los dejo.

Bye

Venganza y justicia -MadaObiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora