Otra desvelada. A veces pensaba que nunca más dormiría como lo hacía la gente decente; tal vez era el karma le perseguía, que su vida anterior fue Jose Stalin o no sabía pero la situación le comenzaba a fastidiar. La idea del manicomio a veces no le sonaba tan mal.
Un bostezo mientras prendía la luz cegándole por un momento. El reloj que estaba en la pared marcaba las cinco de la mañana. Bueno por lo menos ese mocoso dormía una hora más.
Salió de su cuarto a paso lento dirigiéndose al cuarto de al lado con una ganas de abrir la puerta y no encontrarse con nada, con nadie. Pero sabía que no iba a ser así; sabía que encontraría a Obito, como siempre en un ataque de llanto y asegurando que se encontraba bien...en serio ¿había hecho algo malo en su vida o dios lo hacia su juguete personal?
—¿Estás bien?— pregunto con voz adormilada mientras prendía la luz del cuarto viendo como siempre lo que esperaba; veía como el chico estaba sentado mientras lloraba y se removía nervioso el cabello con la mano derecha mientras negaba con la cabeza.
— ¿Eh?— pregunto confundido el menor mientras fijaba su vista hacia él- no...yo estoy bien- decía mientras se limpiaba las lágrimas aunque no todas.
—Vamos puedes contarme— decía mientras se acercaba y se sentaba al lado derecho de la cama. Sí, es importante señalar eso ya que simplemente no lo notaria del lado izquierdo, como si no existiera.
—Que no me pasa nada— replico enojado mientras trataba de tranquilizarse sin éxito.
— ¿Por qué no me lo cuentas?— pregunto haciendo que el chico se le pasara el enojo.
—Contarte ¿Qué?
—Olvídalo— suspiro con pesadez— por cierto ¿Cómo te ha ido con la psiquiatra?— pregunto cambiando de tema, lo cual con él era lo más sencillo del mundo.
—Bien, supongo— contesto de mala gana al recordar las molestas terapias, aunque le ayudaban de mucho- no me da buena espina esa mujer.
—Pero te está ayudando— le recordó ya que el menor hablaba más correctamente, aunque no plenamente.
—Sí, pero a mí me sigue dando buena espina— aseguro otra vez.
—Como sea, tienes que ir.
—Mmm que más da—dijo suspirando— ¿Qué haces en mi cuarto?—esa maldita memoria de corto plazo.
—Cómo crees vine a dormir contigo—comento sarcástico.
— ¿Dormir conmigo? Tu tiene tu propia cama ¿Por qué lo harías?—pregunto con su cara de total duda ante aquel extraño comentario.
—Sabes a eso se le llama ser un...— y para. Sabía perfectamente que no debía usar el sarcasmo con ese chico ya que todo lo tomaba muy a la literal— mejor duérmete ¿quieres?— y entes de continuar metiendo la pata decidió irse para dormir aunque sea un poco y no perder la poca cordura con al que contaba.
—Madara— le llamo Obito ya que cuando estaba en el umbral de la puerta deteniendo sus pasos.
— ¿Sí?— pregunto algo molesto ya que quería dormir; ya sentía sus parpados cerrarse.
— ¿No te ibas acostarte aquí?— dijo mientras se hacía a un lado para hacerle espacio en la cama.
—...— -silencio— "nota mental: dejar de usar el sarcasmo" no pensándolo bien mejor me iré a dormir en mi cama—dijo para luego salir del cuarto cerrando la puerta no sin antes escuchar un leve "eres un idiota" que soltaba su sobrino que seguramente caería en brazos de Morfeo.
—Idiota ¿yo?— decía para sí mismo mientras iba a su cuarto y se acostaba plácidamente- por lo menos yo no me lancé de un puente- susurró antes de que su mente se sumergiera en aquellos sueños extraños en los cuales él era el único espectador.
...
Por lo menos había dormido como dios manda. El inconducente sol juntado con el asfixiante tráfico le hacía mermar su paciencia; ya estaba empezando a odiar su vida.
—Te dije que nos fuéramos más temprano- los reclamos de Obito sinceramente no le ayudaban en nada para su volátil paciencia.
—No me molestes— escupió con furia mientras seguía atento al camino por si podía ir más a prisa.
—Además no quiero ir.
—Pues vas y punto...además ya pague por adelantado.
—Con el ritmo en el que vamos. Creo que no llegaremos a la dichosa cita— dijo desanimado mientras veía por la ventana viendo como las personas que caminaban por la aceras se le quedaban viendo con una extraña expresión en sus rostros que no podía describir— odio que miren- dijo mientras ocultaba la mirada.
—Pues no te expongas así.
—Como odio estas cicatrices— siguió con su monologo ignorando al mayor haciendo una mueca de asco— me dan una gana terribles de arrancarme la piel— dijo con una voz carente de emociones sintiendo sus uñas clavarse en su piel, arañándose.
—No te desesperes—calmo Madara— ya te dije que pronto te operaran para que te quieten esas marcas— trato de tranquilizarlo.
—Si no la pagaras a esa estúpida psiquiatra, ya pagarías para que me quiten estas porquerías— se quejó por lo bajo sintiendo el dolor que se auto infligía.
—Ya, ya, pero no te quejes— dijo de mala gana volteando la vista- ya déjate que te vas a lastimar— ordeno con autoritarismo.
—Tsk— chisto mientras se dejaba en paz su cara— pero ya te dije por qué no mejor regresamos a la casa ¿Qué te parece?— sonrió dulcemente.
"A veces siento que mejora mucho" pensó el mayor al ver los trucos de manipulación del chico "¿Qué demonios le está ayudando?" no, no me parece.
—...— se linito a cerrar los ojos resignado. Al fin y al cabo no lo podía convencer.
...
Habían llegado media hora más tarde. Una bellísima mujer se encontraba esperando impaciente en su oficina.
—Señorita Mei...su cita de las 3:00 pm. Ya ha llegado- oía la voz de su secretario Choujoro en el altavoz haciendo que suspirara de resignación. No era la primera vez que le hacía esperar tanto.
—Claro, pero primero sólo deja a Madara, necesito hablar con él- ordeno con esa voz serena.
—Sí, pero... ¿realmente me tengo que quedar a solas... con ese chico?—la pregunta lo hizo casi en un susurro haciendo que la castaña arqueara un ceja desentendida.
—Vamos ¿no me digas que le tienes miedo? Has tratado hasta con psicópatas y nunca has reclamado nada.
—Sí, pero los psicópatas pareces normales...ese chico no lo es en absoluto— decía con ese mismo murmullo mientras sentía como unos ojos negro le miraban con mucha intensidad, poniéndolo nervioso.
—No quiero excusas...solo haz lo que te ordene y simplemente ignora a ese chico, no es agresivo yo lo he tratado por seis meses y vaya que no es capaz de matar a una mosca.
—Está bien— dijo vencido por fin y se rompe la comunicación.
El joven peli azul suspiro con desgano mientras se acomodaba nevosamente los lentes. De todos sus años como asistente personal y su experiencia en psiquiátricos ese chico que lo miraba con curiosidad lo hacía perder el control sobre sus propias emociones.
— ¿Ya podemos, perdón, ya puede pasar?- pregunto por fin Madara al ver que el peli azul no se dignaba a hablar una mísera y condenada palabra.
-Dice que usted- lo señala- pase solo, que necesita hablar algo con usted a solas.
— ¿Ahora qué coños te propones?— pregunto en un susurro maldiciendo por lo bajo.
— ¿Dijo algo?
—Nada importante— le contesto de manera automática y fría mientras se dirigía y abría la puerta que daba a la oficina o consultorio de la tan afamada psiquiatra— Obito, espérame aquí, no me tardo.
-¿Tanto bien para que me dejara aquí?— se preguntó más a sí mismo el Uchiha menor mientras se sentaba en uno de los cómodos sillones de la recepción— y tu ¿qué me ves?— pregunto fastidiado al ver cómo le observaban con cierto terror...y asco.
-Yo, no nada, no te estaba viendo- dijo nervioso mientras se encontraba en su computadora.
"Pero que tío que más raro" pensó el azabache mientras esperaba, por lo menos no quería que se tardara tanto.
Mientras con Madara y la extraña pero no menos hermosa psiquiatra esta le miraba desde su escritorio. Ella lo conocía a aquel hombre, habían estudiado en la misma universidad y se habían llevado muy bien. Demasiado bien a su parecer; pero eso ya había quedado en el pasado y siempre se había planteado que nunca más volvería a ver a aquel extraño Uchiha. Y más después de ese incidente con el hermano menor de este y su derrumbamiento emocional que hizo que sus caminos tomaran caminos distintos. Por ahora el destino los volvía a unir y le parecía bastante irónico. Lo que había separado, ahora algo parecido lo volvía a unir: la muerte.
—Vamos Madara, siéntate— ofreció cortésmente mientras señalaba el asiento que se encontraba enfrente de ella.
—Mira Mei, no entiendo tu punto de hablar contigo, pero si quieres hacer algo dilo que mi tiempo es oro ¿vale?— dice en un tono bastante chulo sentándose cómoda en el asiento.
—Tenemos que hablar de Obito- explico con ella ese chico tiene demasiado problemas.
-Dime algo que ya no sepa yo- dijo con fingido aburrimiento a por lo menos fingido notarlo fingido.
—Bueno haz tener en claro los motivos de su intento de suicidio, pero ese chico se reprime esos recuerdos y aunque eso es comprensible, no lo deja vivir bien. En casi la mayoría de las citas que hemos tenido él se niega a hablar. Antes pensaba que era por la agnosognosia, pero ahora que ha mejorado bastante su habla sigue insistiendo en no hablar así que quisiera preguntarte algunas cosas.
—Y dime.
— ¿Cómo ha soñado ese chico?— empezó Mei con sus rondas de preguntas mientras se preparaba su computadora para hacer sus anotaciones.
—Pues casi no duerme— explico con una voz serena, o por lo menos eso quería aparentar— y cuando duerme, duerme muy poco y siempre despierta en un ataque de llanto.
—Claro ¿y cómo se llevan ustedes dos? Por lo que yo se ha vivido contigo desde que salió desde el hospital.
—Pues bien en el estricto sentido de la palabra— mintió. La verdad es que más parecían dos prefectos extraños compartiendo se departamento...excepto de las madrugadas.
— ¿En serio?— pregunto de manera de no-te-creo-nada.
—Bueno, hago lo que puedo- admitió.
—Mira, no quiero juzgarte pero ese chico no está recibiendo nada de tu ayuda, por lo cual puede ese un factor par aunque no haiga una confianza hacia los demás.
—Sí, pero, no creo que sea lo único- apuntó.
-¿Y qué quieres decir con eso?
—No sé por qué dice eso, pero siempre dice que tú la das mala espina, que no puede confiar en ti- comento haciendo que la castaña lo mirara con incredulidad.
—Recuerda que los síntomas de su enfermedad es que no puede reaccionas de una manera correcta a las reglas orales, puede decir una cosa cuando realmente piensa en otra...así que no te creas en lo que dice, yo no creo que sea por mí.
—Está bien "eso sinceramente a mí me dio mala espina" ¿eso es todo?
—Creo que si, al ver que no interactúas con él entonces no hay nada que hablar— dijo con resignación frustrada al ver la poca cooperación del azabache— así que ¿Por qué no me hace un favor y me lo traes? De seguro ya se aburrió de tanto esperar.
—Cómo si se fuera aburrir con la poca memoria que se trae consigo— se dijo entre dientes, al parecer algo enfadado.
Salió esta y. obedeciendo a la petición de la castaña va con su sobrino que no hacía nada, sólo estaba sentado con una expresión ausente que parecía, asustaba al recepcionista.
—Por fin llegas— dijo el menor mientras se ponía de pie— ¿ya nos vamos?- pregunto con la esperanza de que dijera que sí.
—Cual nos vamos, ve ahora que te toca a ti entrar— ordeno con autoridad.
—Pero no quiero entrar— dijo mientras se cruzaba de brazos y se daba la vuelta ignorándolo.
—He, no sé quién te crees mocos, pero tiene que ir— dijo mientras lo agarraba del brazo para jalarlo, ya bastante tiempo había perdido, cómo para que ese chiquillo se pusiera de chulito.
— ¡Suéltame!— gritó mientras trataba de soltarse. ¡Iré, iré, pero suéltame, me estas lastimando!- siguió gritoneando hasta que lo soltaron.
—Ni que te estuviera rompiendo la muñeca— dijo extrañado; apenas lo había agarrado.
— ¿Eh? No....no sé por qué lo dije— se explicó mientras se agarraba las muñecas que no le dolía demasiado— en serio, no sabía lo que estaba diciendo.
—Bueno, lo que sea ve.
—Está bien— dijo mientras se alejaba de su tío.
¿Por qué siempre tenía que hacer esto? Y lo peor ¿Por qué sentía que eso antes era "normal en su vida? Porque si era así su vida en un inicio era una autentica y verdadera mierda. Sin embargo, eso carecía de sentido recordarlo. Porque lo malo debe ser olvidado ¿no?
Entro sin reparo al consultorio como si nada. Sabía que allí estaba la pedante psiquiatra preguntándole cosas sin sentido y el negándose a contestar. Si sabía que no podía recordar el 90% de su vida ¿Por qué empeñarse a sacar los fantasmas del pasado? Además él no tenía muchas ganas de recordar.
—Hola Obito— saludo cordialmente la castaña mientras con la mano señalaba el diván que por mucho que le molestaba era demasiado cómodo.
—.... — no dijo nada solo se recostaba en el diván.
— ¿Cómo te sientes?— pregunto para romper la tensión del lugar.
—Podría decirse que bien— contesto vagamente sintiendo un poco de sueño ¿podemos...empezar?— pregunto tardándose un poco en la última palabra, enojado de no poder expresarse como él quisiera.
—Pero ya estamos empezando— dijo más para sí misma que para su paciente- mira, lo que quiero que hagas es que no trates de pensar en nada. Cierra los ojos y trata de no pensar en nada— dice con una voz muy tranquila haciendo que el azabache hiciera sus órdenes.
No eran más que pequeños pasos para lograr la hipnosis. Sabía perfectamente que su memoria a largo plazo no se había dañado en lo absoluto y, por ende, lo que había vivido de seguro se encontraba en el más hondo de su subconsciente. Por esas mismas represiones, ese era un método de defensa, pero parecía que todos aquellos recuerdos salían en sueños, solamente. En resumen, quería que sacara todo lo que tenis ese chico.
Lo que no llegaba a pensar es que eso podría perjudicarlo más y cambiarle de nuevo. Pero bueno, todo tenía sus consecuencias y todo podía pasar, y si ese chico parecía que no le afectaba casi nada, pues tampoco eso le afectaría en nada a su YO.
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Venganza y justicia -MadaObi
Fiksi PenggemarÉl estaba cansado de todo, de todos aquellas personas que solo se burlaban, abusaban de él como si no valiera nada. Haciendo que incluso considerara su vida como si no valiera nada. No esperaba mucho cuando la vida la brindó una segunda oportunidad...