7º Segundas oportunidades

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7º Segundas oportunidades

Durante esos tres días, Darcy apenas se separó de aquella cama, comprobando como su mujer apenas tenía signos de mejoría. Eilin, sin embargo, en aquellos días había mejorado considerablemente, y había sido trasladada de nuevo a su habitación, siempre bajo la supervisión de Susan, la sirvienta que se estaba haciendo cargo de los niños.

Tal como había indicado, el doctor regresó a ver la evolución de su paciente, y tras revisarla exhaustivamente, hizo entrar al dueño de la casa y a su hermana, que esperaban en el pasillo con nerviosismo.

-Señor Darcy, voy a ser totalmente sincero con usted, el estado de su esposa es muy grave, apenas ha habido mejoría y me preocupa seriamente- Les informó- Me temo que tendrán que mantener a los niños alejados de ella mientras no haya signos de mejoría, y al resto, el menor contacto posible.

-¿Se va a recuperar?

-Señor Darcy, le mentiría si le dijera con seguridad que si, pues no lo sé realmente- Dijo con pesimismo- En su estado, la recuperación es difícil pero no imposible, y le prometo que haré cuanto esté en mi mano para que sane- El caballero asintió con tristeza- Voy a venir todos los días, haremos cuanto podamos por ella.

-Gracias doctor- Le estrechó la mano- ¿Puedo pasar a verla?

-Ahora mismo no está consciente, si no es más que unos minutos puede pasar.

-Bien- Y sin más se adentró, dejando que su hermana acompañara al doctor a la salida.

Fitzwilliam fue hasta la cama y se sentó en el borde, tomando la mano de su mujer, que temblaba debido a los escalofríos. Estaba pálida y ojerosa, jamás había visto a nadie en ese estado, y se maldijo por haber permitido que algo tan terrible hubiera sucedido.

-Elizabeth, estoy a tu lado- Le dijo mientras acariciaba su mano- No me dejes, por favor- Le rogó con un nudo en la garganta.

Conforme pasaban los días y veía que la mejoría que se esperaba no llegaba, su desesperación crecía, y con ella la culpabilidad. En su mente repasó cada uno de los momentos vividos con ella y se dio cuenta de que realmente se había comportado como un idiota. También se sorprendió de lo atentos que eran todos los empleados con ella, siempre preguntando por su salud y por procurar todo lo que necesitaba al instante, y cuando preguntó a la señora Reynolds esta le respondió que la señora era muy querida por todos los habitantes de la casa, que siempre tenía palabras de aliento para ellos y no dudaba en echarles una mano cuando creía que la necesitaban.

Darcy empezó a comprender que se había casado con una gran mujer, y no pudo evitar compararla con Caroline. Eran tan distintas, polos totalmente opuestos. Caroline era complaciente, distante, sofisticada, mientras que Elizabeth era luchadora, inconformista, cercana, cariñosa. Caroline era seria, fría, y en ocasiones hiriente, Elizabeth era amable, risueña, inteligente y atenta. Eran tan distintas que no comprendía como había amado a Caroline y estaba enamorándose de Elizabeth.

Dándole vueltas a eso, comprendió que el amor que sentía por Caroline también había sido fruto de su círculo social, de sus circunstancias. En esa época el valoraba mucho el status social, y en ese sentido Caroline era perfecta. También estaba el hecho de que era la hermana de su mejor amigo, por lo que cuando ella mostró interés en él se sintió atraído de inmediato y ambos conectaron muy bien, eran una pareja perfecta en muchos ámbitos.

Y pensar en ello también entendió que el amor que le inspiraba Elizabeth era muy distinto, ella no había mostrado el más mínimo interés en él, tampoco le interesaba su dinero. Era muy inteligente, siempre decía lo que pensaba, aunque eso no fuera del gusto de todos, no le importaban los rangos sociales... Ella le estaba despertando su lado más humano, un lado que no sabía que poseía, y que le dejaba una sensación muy agradable en el pecho.

Matrimonio con hijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora