6º Equivocaciones

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6º Equivocaciones

Darcy tomó su caballo y emprendió raudo la marcha por el camino principal, esperando que su hermana estuviera equivocada y Elizabeth hubiera cogido el carruaje. Tan solo de imaginarla bajo aquella tromba con los dos pequeños le ponía enfermo.

Mientras cabalgaba repasó en su cabeza toda la conversación, dándose cuenta de que había sido muy tajante y autoritario, no dejándola defenderse ni explicarse. Recordó el dolor de ella ante sus palabras tan hirientes, y la decepción de sus ojos al escuchar que la tiraba de la casa. Esa imagen no se le borraba de la cabeza, y le dolía en el pecho recordarla.

A pocos metro de él divisó una silueta, detenida junto al tronco de un árbol, agazapada, de inmediato reconoció el vestido de Lizzy, y al acercarse comprobó como mantenía a los dos pequeños tapados con el chal mientras ella se mojaba por entero.

-¡Elizabeth!- La llamó, sobresaltándola. De inmediato descendió del corcel y corrió hasta ella, quitándose su chaqueta y colocándola sobre sus hombros- Estás empapada.

-No me había percatado- Le dijo con desdén, apartando la prenda que él colocaba- ¿Quiere algo?

-He venido por vosotros.

-¿Por nosotros?- Lo encaró muy enfadada- ¿Después de echarnos de la casa? ¿Después de llamarme ladrona?

-No esperaba que salieras en ese mismo momento de la casa, estaba enfadado y dije las cosas sin pensar demasiado, no quiero que os marchéis.

-¿Y lo del robo lo dijo sin pensar también?- Lo miró con frialdad- ¡Me ha puesto a la misma altura que George, que según me mostró ayer, era un indeseable!

-No puedo rebatir lo evidente, el broche estaba en tu cajón, aunque si me excedí en la comparación- Le respondió tenso- Pero no me importa, el broche no significa nada para mí, y me he dado cuenta de que es comprensible que lo tomaras ante la desesperación de ver todas aquellas deudas, por ello quiero que estés tranquila, no tienes necesidad de hacer algo así, yo pagaré todas esas deudas, soy tu esposo, y debo hacerlo- Él la miraba con algo de ansiedad, pues no veía cambio en su semblante- Ahora, volvamos a la casa antes de que enfermemos ninguno de los cuatro.

-¿Por qué piensa que voy a volver a su lado? ¿Cree que las palabras que acaba de dedicarme arreglan algo de lo sucedido hoy?

-¿Y no es así?- Preguntó sorprendido.

-¡Por supuesto que no!- Le gritó furiosa- ¡Me ha llamado ladrona sin pestañear! ¡Me ha insultado de la peor manera al compararme con mi difunto esposo, que a la vista está era un sinvergüenza! ¡Y aun tiene la desfachatez de decirme que me comprende!- Le dio la espalda- ¡Márchese por donde ha venido! ¡Ni mis hijos ni yo iremos con usted!

-Si que lo harás- Dijo esta vez con seriedad, viendo que no tenía más opciones- Erick y Eilin son hijos míos a ojos de la ley, y si yo no quiero que te los lleves no puedes hacerlo.

-¿Serías capaz de impedir que me los lleve?

-Ya te he dicho que no quiero que os marchéis, a ti no voy a retenerte, aunque también podría como bien sabes- Se acercó a ella y la giró con brusquedad- Es decisión tuya el volver a casa o no, pero si no vuelves, tendrás que dejar aquí a los niños.

-¡No puedes hacer eso!

-Claro que puedo, y ten por seguro que lo haré- La amenazó- Así que si no quieres separarte de ellos, sube a mi caballo con los niños y volvamos a casa para retomar nuestra vida tal y como lo hacíamos hasta hace un rato.

Ante aquella imposición no tuvo elección, no podía dejar a sus hijos, eran toda su vida, así que en silencio fue hasta el caballo y subió a horcajadas. Darcy, satisfecho por su triunfo, tomó a los niños en brazos y se los acercó, colocándolos bien sujetos entre los brazos de su madre, acto seguido subió tras Lizzy y tomó las riendas, quedando tanto la mujer como los pequeños entre sus brazos.

Matrimonio con hijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora