3º Aprendiendo a convivir

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3º Aprendiendo a convivir

Desde el mismo momento en el que se quedaron a solas, la pequeña Claire le mostró una total indiferencia a su nueva madre. Jamás le habían gustado las niñeras que su padre contrataba, pues al tenerlas a ellas, él apenas pasaba tiempo a su lado, pero que hubiera buscado una nueva madre era totalmente incomprensible para la niña.

Parecía una mujer simpática, al igual que todas las institutrices que habían circulado por aquella casa desde que falleció su madre, pero eso no importaba, había decidido que iba a encontrar la forma de deshacerse de ella, igual que había hecho con cada una de sus niñeras anteriores.

Se sorprendió al ver que la mujer le había plantado cara, normalmente se mostraban preocupadas por su desprecio, pero ella parecía muy tranquila. De hecho, le molestaba que estuviera tan calmada. ¿Cómo podía estar leyendo una historia a esos niños que iban con ella, ignorando su presencia? ¿Por qué no iba a su lado a intentar engatusarla? ¿Es que acaso no le importaba lo que hiciera?

-¿Cómo debo llamarla?- Preguntó la niña al ver que Lizzy no le hacía el menor caso.

-Mi nombre es Elizabeth, así que quizás debas llamarme así.

-¿Por el nombre?- Se sorprendió- ¡Eso no es posible! ¡Debo llamarla por el apellido! ¡A todas las anteriores las llamaba por el apellido!

-Si es tu deseo, a mí me da igual, pero he creído que te sentirías incómoda llamándome Señora Darcy, y puesto que ya has dejado claro que no voy a ser tu madre, he pensado que Elizabeth es lo adecuado.

-¿Señora Darcy?- Preguntó consternada, comprendiendo que al casarse con su padre, ella también poseía el apellido de su familia- ¡No, señora Darcy no!- Se negó en rotundo, y Lizzy lo agradeció, pues no le agradaba que la llamaran así- Supongo que no tengo más remedio que llamarla Elizabeth.

-Me alegro de que estemos de acuerdo, Claire.

-¿Por qué me llama Claire?- Preguntó ofendida- ¿Cómo se atreve a llamarme por mi nombre?

-¿Y cómo se supone que debo llamarte?

-¡Señorita Claire!- Dijo con firmeza- ¡Todos me llaman así! ¡Los únicos que pueden llamarme Claire son papá y la tía Georgiana!

-Oh, por supuesto, perdóname- Se disculpó de manera exagerada- No tengo ningún problema en llamarte señorita Claire- La niña sonrió, pensando que había conseguido pasar por encima de ella- Lo haré si tú llamas a mis hijos, señorito Erick y señorita Eilin.

-¿Qué?- Preguntó enfadada y apretando sus puños- ¿Cómo se atreve?

-Me atrevo porque, te guste o no, ellos son tus nuevos hermanos, y van a ser educados de la misma manera que tú- Le aseguró Lizzy- Si a ti te llamo señorita Claire, a ellos deberás llamarles de la misma manera, de lo contrario, tú serás Claire a secas, al igual que ellos solo serán Erick y Eilin.

-¡Es usted odiosa!- Le gritó la niña.

-Y tú una niña mimada- La niña se escandalizó al escuchar aquel apelativo- A mi me tiene sin cuidado que seas el ojito derecho de tu padre y a quien tengas a tus pies, yo estoy aquí para cuidarte y educarte, al igual que a los gemelos, y es lo que pienso hacer- Le aseguró- Y eso significa no consentir tus tonterías ni tus altanerías, así que cuanto antes te hagas a la idea, mejor para todos- La niña sintió como los ojos se le cargaban de lágrimas de frustración, pero no respondió- Ahora, si no tienes inconveniente, siéntate frente a mí y continuaremos con la lectura.

Sintiéndose derrotada en aquel momento, Claire hizo lo que Lizzy le pedía, y se sorprendió al disfrutar de aquel momento. Su nueva madre era una auténtica profesional contando cuentos, sabía enfatizar cada escena con el tono correspondiente, ponía distintas voces para cada uno de los personajes, te transportaba al interior de la historia... Aquello la descolocó, pues ninguna de las 12 niñeras que habían pasado por aquella casa había conseguido que estuviera atenta más de cinco minutos.

Matrimonio con hijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora