4º Acuerdos de convivencia

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4º Acuerdos de convivencia

Al día siguiente, tras el desayuno, que al igual que el día anterior, Lizzy se tomó en la cocina después de haber alimentado a sus pequeños, se encaminó al salón, donde de inmediato tomó un libro para ponerse a leerles a los niños. Al igual que el día anterior, Claire se puso difícil al principio, pero de nuevo, la señora Darcy consiguió que se sentara a escuchar.

El señor Darcy observó todo desde la distancia, de manera de que ninguna se diera cuenta de su presencia. De esa forma, pudo comprobar como su hija no terminaba de aceptar la presencia de su nueva esposa, pero supuso que eso se debía a que estaba ocupando el lugar que era de su madre, incluso a él le costaba llamarla señora Darcy.

Durante todo el día pudo comprobar como era una mujer muy educada, aunque decidida, le molestó que mientras los niños dormían la siesta se dedicara a ayudar en las tareas del hogar, pues lo consideraba algo inferior a su rango, pero no quiso interferir, después de todo, para ella también era un gran cambio el que se había operado.

Se sorprendió de lo bien que se llevaba con todo el servicio, todos le hablaban con cariño y familiaridad, algo que jamás habían hecho con él. Pero sobretodo se quedó impactado con la naturalidad con la que interactuaban ella y Georgiana.

Su hermana siempre había sido muy reservada, y tras lo sucedido con Wickham se había encerrado más en si misma, y sin embargo, con ella era distinto, parecía que se conocían de toda la vida, hablaban y reían juntas, mientras supervisaban a los pequeños. De hecho, lo que más lo conmocionó fue ver como cogía a la pequeña niña de su esposa y la sentaba con ella al piano, queriendo enseñarle a tocar.

Al ver todo aquello, se decidió por fin ha hablar con ella, debía arreglar la situación en la que se encontraban si no quería volverse loco. No podía evitarlo, cuando estaba a su lado, su aroma lo encandilaba y hacía que perdiera la cordura, y él quería que ella respondiera de la misma manera, lo necesitaba. Por ello, esa noche, cuando la hizo acudir a sus aposentos como las noches anteriores, intentó ser más cariñoso y atento con ella.

-Buenas noches querida, ¿has tenido un buen día?

-Se podría decir que si- Dijo con indiferencia mientras se encaminaba a la cama, quitándose su batín, para después recostarse en el lecho.

-¿Ha sucedido algo que te haya molestado?

-No especialmente, estamos todos adaptándonos a esta nueva situación- Comentó sin mirarlo, pero extrañada de que le preguntara- ¿Puedo saber a que viene este repentino interés? Creía que no querías que tuviéramos una relación más allá de esto.

-Eres mi esposa y es mi deber asegurarme de que estás bien- Le dijo, acercándose a ella, pero al contrario que los días anteriores, no se colocó sobre ella, sino que se sentó a su lado y le tomó la mano- Además, me he dado cuenta de que no me gusta yacer contigo si te muestras tan indiferente- Le acarició la mejilla- Comprendo que he sido muy rudo en el trato desde el principio, y eso ha provocado que no sientas especial aprecio hacia mí- Colocó un mechón de pelo tras su oreja, haciendo que ella se sonrojara- Y aunque sigo queriendo que engendremos un heredero, me gustaría que esto fuera algo más que un deber entre nosotros.

-No... No... No sé que quieres decir...- Respondió nerviosa ante su cercanía y cordialidad.

-Lo que quiero decir es que, aunque entre nosotros no haya un sentimiento real, pues ambos seguimos amando a nuestros difuntos consortes- Acercó su rostro al de ella, haciendo que se sintiera muy incómoda- Si ponemos un poco de nuestra parte podríamos entendernos y hacer esto mucho más fácil para ambos, ¿no le parece?

Matrimonio con hijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora