Un día como cualquier otro.

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                      “Perdonar es el valor de los valientes. Solamente aquel que es bastante fuerte para perdonar una ofensa, sabe amar”. (Mahatma Gandhi).

Estoy demasiada agitada y cansada, enserio que lo estoy, siento mis músculos como se contraen, estoy algo tensa, pero como no voy a estarlo si llevamos ya más de media hora corriendo y mi dichosa madre no para de correr, parece un avestruz de tan rápido que corre, al fin siento que estoy llegando, ya estoy llegando a la meta, ya veo mi adorada victoria, ya la siento, ¡pero no! como siempre de alguna manera mi madre se me adelantó y llegó primero que yo a nuestro destino.

- ¡Por Dios! mamá déjame ganar alguna vez en la vida - le digo de golpe cuando llego a su lado, ella me mira y sonríe, me da una de sus sonrisas tan genuinas y sinceras como siempre.

- Sabes muy bien que no te dejaré ganar, si quieres llegar primero esfuérzate más.

La miro con cara de pocos amigos, estoy demasiado cansada para responder, recuerdo que hacemos esto desde hace siete años, es nuestra rutina para empezar el día con mucha energía (o eso dice ella) aunque la primera vez que me lo dijo no me haya gustado mucho la idea de correr, me daba pereza levantarme tan temprano solo para eso y es que como no me hiba a dar pereza, ¡joder! si mi madre me despertaba a las 5:00 de la madrugada, a las 5:00 ¡joder! a quien en su sano juicio se le ocurre despertarse a esa hora para correr, pues que creen a mi madre.

- Me iré a tomar una ducha ma - le dije mirándola a los ojos.

- Si, yo también iré a tomarme una ducha, tengo diligencias que hacer - no sé si es idea mía, pero estoy segura que dijo lo último con algo de nerviosismo.

-¿Qué diligencias?- le pregunto mirandola con cara de no te creo.

- Recuerdas que mañana es tu primer día como universitaria, estoy tan ansiosa por saber cómo te irá - me responde evadiendo totalmente mi pregunta, pero lo dejo pasar por ahora, desde hace meses siento que mi madre me oculta algo, pero no sé que es, tal vez sea un novio que tiene y no me lo quiere decir, como sea esto me está cansando un poco, la miro y le doy una sonrisa fingida.

- Si madre yo también estoy muy emocionada - le respondo con una sonrisa forzada, la verdad no estoy tan emocionada pero tengo que aparentar que si - en fin ma te dejo, que te vaya bien en tus diligencias - dije recalcando la última palabra.

Voy directo para el baño, me quito la ropa y la echo en el cesto de ropa sucia y entro a la ducha. A veces siento que mi propia madre no confía en mí para decirme las cosas que le inquietan o le molestan, soy su hija se supone que tenemos confianza entre las dos, pero sé que hay cosas que no me cuenta y me molesta, pero bueno allá ella si no me quiere contar.

Siento el agua fría recorrer mi cuerpo, se siente tan relajante, pienso en que mañana será el gran día, mi primer día de universidad, wao parece tan irreal como pasa el tiempo. Hago un viaje al pasado pensando en todo lo que he pasado para llegar hasta aquí, todo lo que tuve que afrontar como la muerte de mi padre, las típicas decepciones amorosas, las peleas y un sin número de cosas más y me parece imposible que haya llegado hasta aquí, pero me siento orgullosa de mi misma.

Salgo del baño y me envuelvo en la toalla, me pongo una ropa casual para pasar el día en casa, el resto de mi día me la paso viendo series y comiendo cada cosa que encuentro en la nevera, si lo sé, como mucho pero es que amo comer, con la comida es con lo único que no se juega, es sagrada, no sé qué haría sin mi adorada comida.

Alrededor de las 7:00 de la noche escucho como tocan el timbre de la casa y me pregunto quién será ya que no estoy esperando a nadie. Bajo las escaleras dirigiendome a la puerta, la abro y para mí absoluta sorpresa me encuentro con quién menos esperaba.

Profundamente fría #1✓ [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora