Señor y Señora Petrov.

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                    “El odio es la venganza de un cobarde intimidado” (George Bernard Shaw)

Nikolay Petrov.

22 de diciembre. Rusia.

- Cariño la cena está servida.

La dulce voz de mi esposa se escucha por toda la casa, enseguida cierro la laptop y salgo del estudio cerrando la puerta con llave. Bajo las escaleras y sonrío al ver a mi querida esposa con un hermoso vestido azul, la miro de arriba abajo se ve divina.

- Te ves hermosa amor - digo llegando a su lado y dándole un casto beso en los labios. Ella sonríe mientras se sonroja.

- Gracias... Ahora comamos - me dice con una sonrisa, asiento.

Nunca he entendido porque hay que hacer una cena de navidad, jamás me ha gustado pero a mí esposa si, sobre todo después de lo que nos pasó y si eso ayuda a que se distraiga un poco pues la hacemos.

La observo fijamente y cuando percibe mi mirada se sonroja, si hay algo que siempre me gustará de ella es que no importa los años que pasen siempre se sonroja poniéndose ligeramente nerviosa, además de su comida tan deliciosa claro está.

Empezamos a comer mientras observo la casa, está todo en perfecto estado, limpio y pulcro como nos gusta, salgo de mis pensamientos al escuchar la voz de mi esposa.

- ¿Qué tal el trabajo? - me pregunta preocupada, sonrío enternecido, amo que se preocupe por mi.

- Va todo muy bien - le contesto con una sonrisa tranquilizadora.

- Es que no tolero que estés siempre viajando de aquí para allá, casi ni te veo ya y esta casa sin ti ya se siente vacía - habla mientras baja la cabeza, me remuevo incómodo, no me gusta que este sola mucho menos que se sienta así.

- Ya sabes que mi trabajo no me permite estar fijo en un solo sitio - le hablo cálidamente - nuestro bufet es muy importante y conocido, tenemos clientes en muchas partes del mundo.

- Ya sé que tú trabajo es muy duro pero eso no quita el hecho de que te extrañe cuando no estás - me dice con tristeza - mira hoy es navidad y ni siquiera nuestro hijo vino, desde lo del accidente ya ni nos visita.

Me tenso al instante, no me gusta que toque ese tema y ella lo sabe pero aún así no digo nada porque sé que también le duele, tal vez hasta más que a mí.

- Te tengo una buena noticia - le digo dejando la comida de lado, ella enarca una ceja y me mira curiosa esperando que hable - muy pronto estaremos los dos en casa.

Ella se emociona y sonríe, deja también la comida de lado.

- ¿Cómo? que yo sepa eres el dueño de la compañía - dice ladeando la cabeza - y ¿cómo harás para que nuestro hijo regresé a casa?

Sonrío ya que esa es una muy buena pregunta.

- Pues nuestro hijo muy pronto se hará cargo de la compañía y con eso me jubilare y estaré aquí contigo - le digo sonriendo.

Ella se para de la silla y viene corriendo hacia mi, echo la silla hacia atrás y me acomodo abriendo mis brazos para recibirla, llega a mi abrazándome con mucha fuerza.

- Mi amor ¿es enserio? - me pregunta separándose de mi, asiento con una sonrisa. Ella vuelve a abrazarme y yo sonrío aún más - te amo tanto.

Y no sé si sea posible sonreír más pero lo hago, en estos treinta años de casados hemos pasado por tanto, momentos buenos y otros malos, pero aún así todo lo hemos superado, aunque ella no sabe que le oculto algunas cosas, nunca ha sabido mi verdadero oficio pero es por su bien.

Profundamente fría #1✓ [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora