Capítulo Primero: El Lugar de Cada Uno

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Observó como caía el primer copo de nieve del cielo, para admirar en silencio la hermosa forma que el agua podía adquirir. Amaba ver el inicio de las nevadas, era como ver pequeños diamantes caer en una danza perfecta que traía paz y consuelo en aquella noche donde las estrellas habían desaparecido del firmamento, dejando únicamente que la luz de la luna iluminara la congelada floresta.

–Fue una noche como hoy...– murmuró Rouge para tomar con la yema de su dedo aquel copo solitario –Una noche sin estrellas– musitó para traer a mente aquellos ojos color oro que la observaban sin emoción –"¿Estás dispuesta a perder tu vida por unas joyas preciosas?" – recordó las palabras que sellaron su destino, frunciendo el ceño ante las mismas –¡Bah! – soltó para convertir su mano en puño.

Rouge se recostó sobre aquella baranda de concreto dirigiendo su mirada a la luna solitaria, como lo era ella. Soltó un suave suspiro para admirar el paisaje mientras el sonido del viento intentaba apaciguar su mente turbada. Rouge colocó una mano sobre su cuello, donde debajo de aquella gargantia negra que siempre lucía se encontraba la cicatriz que cambió su vida por siempre.

–Yo no te pedí esto – se quejó la vampira con pesar –Yo nunca quise esto– murmuró para abrazarse en la oscuridad de la noche.

–Aquí estás – escuchó decir de pronto, alarmándose por la inesperada presencia –He estado buscándote– dijo el erizo negro en forma de reclamo.

La murciélaga le lanzó una mirada iracunda ante la indeseable presencia, la que él pareció entender al acto. Rouge le volteó la cara para regresar su vista al horizonte con une semblante duro y de pocos amigos.

–¿Qué haces aquí? – inquirió ella irascible, sin molestarse en verlo –¿Vienes a decirme que ya he desalojar? – preguntó con seriedad –¿O es acaso que has accedido a pagar el precio por...

–Toma– interrumpió.

Rouge volteó a ver al erizo, quien estiraba su mano hacia ella con algo brillante en la misma. Un rubí icosaedro color magenta con un patrón de ondas negras yacía sobre ésta. Abrió los ojos de golpe provocando que una sonrisa se posara sobre su rostro y así arrebatárselo de las manos para inspeccionarlo contra la luz de luna, admirando su brillo.

–¡¿Es esto lo que creo que es?! – exclamó con emoción –¡Un Phantom Ruby! –admiró con ensoñación.

–Lo encontré en una de mis expediciones de gemas raras que hice tiempo atrás– habló el erizo negro sin interés –Pensé que podría ser de tu interés.

–¡Es una de las gemas más raras que existen y...– la murciélago silenció de golpe para borrar aquel mohín de felicidad y así verlo con aquella expresión dura y fría –¿Acaso este es un intento para sobornarme? – cuestionó para que el erizo la viera con sorpresa ante sus palabras –No lo quiero – dijo para estirar su mano en un intento de devolvérselo –Ya te he dicho mi precio y esto no va a cambiar nada.

–Si quisiera sobornarte no lo haría con una gema de tanto valor – dijo el erizo para empujar su mano suavemente, rechazando la gema –Lo haría con métodos menos ortodoxos, como sexo, por ejemplo – explicó.

Rouge alzó una ceja confundida, no lo entendía, si no deseaba hacerla desistir de su precio por llevarlo a The Angel Island, ¿entonces por qué le daba aquella gema?

–Entonces ¿por qué me das esto? – preguntó la murciélago, desconfiada.

Shadow bufó molesto para fijar su mirada a la luna. La voz de Amy resonaba en su cabeza, una con la que había combatido desde que la había dejado en su despacho hace más de una hora.

Bloody RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora