Capítulo Tercero: El Dolor del Pasado

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Golpeaba suavemente su pluma sobre su libreta sin realmente poder escribir palabra alguna, necesitaba prepararse para la expedición de esa noche y su cabeza estaba en otro lado. Shadow soltó un pesado suspiro para cerrar con pesadez sus ojos, trayendo ese recuerdo de nuevo a su mente, el mismo recuerdo que había estado atormentándolo los últimos días:

–A menos que... – murmuró la eriza para verlo confusa –No lo hagas – dijo cual revelación, provocando que un escalofrío en su espalda para verla con horror. Esa era una verdad que ni él había querido admitir para sí –Tú no tratas así a nadie más... ¿no es cierto?

Shadow chasqueó molesto para quebrar aquella pluma en dos, iracundo. Luego de eso se había rehusado a volver a entablar cualquier tipo de conversación ella o no se hable de verla.

–¿Lord Shadow? – escuchó decir para ver a entrar al camaleón con una charola de plata en sus manos –Traje lo que me pidió.

–Espio, pasa – pidió para dejarse caer sobre el respaldo de su asiento.

El camaleón entró al despacho para así llevar hasta él la charola con un bistec, papas al horno y espárragos al vapor siendo acompañado por una copa de sangre O negativo, como era ahora la costumbre. Colocó con delicadeza la charola sobre el escritorio para que el erizo negro posara sus ojos en la copa de sangre y suspirara con cierta decepción.

–Como ordenó – habló Espio para que el vampiro asintiera con la cabeza con desgano –Veo que su apetito por comida mortal ha aumentado en los últimos días – señaló Espio al notar la cantidad de comida que ahora el vampiro le ordenaba prepararle –Y su elección de sangre ha cambiado.

–No es de tu incumbencia – dijo irascible para tomar los cubiertos de plata y dar el primer bocado a su comida.

–Bien – asintió Espio con la cabeza, listo para marcharse; no necesitaba más problemas con él –Con su permiso, yo...

–¿Comió? – interrumpió Shadow de pronto provocando que Espio se detuviera ante su pregunta –Amy – clarificó –¿Comió antes de irse? – preguntó en susurro.

–Ah... sí, así es – respondió.

–¿Y su herida?

–La suture, así como lo solicitó – indicó –La limpieza ayudara a que sane aún más rápido – explicó para verlo suspicaz.

–Bien – asintió el erizo para dar otro bocado.

Espio observó al erizo negro con aquella mirada perdida. Se había vuelto casi una rutina esos últimos días, él llevaba la comida y poco después de entregarla hacía una que otra pregunta casual sobre el estado de Amy, sin embargo, se rehusaba a tener cualquier tipo de contacto con ella y le había dejado más que en claro que ella no podía acercársele. No sólo debía de hacer las tareas de la eriza, sino también ser su niñero para evitar que se topara con Shadow de cualquier forma posible.

–Ella ha preguntado por ustedes, mi lord – rompió Espio el silencio –Y sobre su reciente decisión de mantenerla a distancia.

–Ya sabes que responder – dijo Shadow sin interés, continuando con su comida.

–La respuesta de: "Él lo ordena" no parece satisfacerla – se quejó –Es bastante insistente cuando se le mete algo a la cabeza.

Shadow frunció levemente le ceño. Él lo sabía bien, era una testaruda e imposible de tratar, eriza. Jamás acataba ninguna de las ordenes que dictaba, no respetaba su autoridad o la de nadie más de ser el caso y olvidaba constantemente cuál era su lugar no sólo en el castillo, sino en el mundo. Chasqueó la lengua, molesto, endureciendo la mirada. Amy lo irritaba de maneras que nadie más podía hacerlo y a pesar de ello, a pesar de saber todo eso, lo único en lo qué podía pensar era en cómo se encontraba.

Bloody RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora