Capítulo Octavo: El Alquimista

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Lo acomodó en el comedor mientras Espio le traía al excéntrico hombre todos los platillos que Shadow le había solicitado con semanas de anticipación. Amy lo observaba disconforme, sin entender la importancia de dicho individuo. Él era un mortal como ella, y a pesar de ello, Shadow parecía tenerle algún tipo de respeto.

¿Qué podría ofrecerle él al vampiro para que perdonara su vida o para que no lo viera como una simple peste?

Amy soltó un suspiro imperceptible, sin importar las razones, ella había prometido que mantendría a su grosero invitado ocupado hasta que Shadow apareciera.

–¿Desea algo más o...

–¿Aún sigues aquí? – inquirió Robotnik para verla de reojo con desdén mientras yacía enfrente a una de las pinturas que adornaba la habitación.

Amy frunció el ceño con obvia molestia. Él le recordaba a su odioso exesposo, tal vez demasiado. Apretó sus labios convirtiéndolos en una delgada línea para acallar la ira que borbotaba de sus entrañas.

–Sí– espetó mientras una intensa mirada apuñalaba al hombre que la trataba con soberbia –Shadow no tardará en...

–Lord Shadow para ti – corrigió Robotnik sin voltearla a ver en ningún momento.

Amy apretó sus puños con fuerza mientras una mirada iracunda inundaba sus pupilas. La trataba como una simple sirvienta, papel que jamás había aceptado en ese castillo, ni cuando su vida peligraba.

–¡Para que lo sepas yo...

–Doctor – la voz de Shadow interrumpió su alegato –Lamento la tardanza – se excusó para adentrarse al comedor.

–¡Shadow! – exclamó con una sonrisa el hombre con lentes de fondo de botella –Todo bien, todo bien – aceptó sus disculpas para tomar asiento con una mueca de felicidad y una actitud complaciente –Tu sirvienta me ha hecho compañía en tu ausencia.

–¿Mi sirv... – Shadow silenció para dirigir su mirada a Amy, quien yacía del otro lado del comedor observando de forma sulfurosa al Doctor –¿Hablas de Amy? – corrigió

–Tu sirvienta – recalcó soberbio.

Shadow desvió velozmente su mirada a la eriza quien tenía su mirada fija en Robotnik, una mirada que conocía muy bien y sabía que tendía a seguir de problemas.

La eriza se percató de su mirada sobre ella para que la desviara hacia él, iracunda, haciéndolo estremecer. Amy agudizó su mirada sobre él, como si esperara algo de su parte ante el comentario del alquimista.

–¡¿Qué pasó con la comida?! – habló Robotnik para irrumpir el sonoro silencio que se había establecido –¡Hey tú! – gritó para señalar a la eriza rosa, quien se sobresaltó al ser llamada –¡Trae la comida y una copa de sangre para tu amo! – ordenó arrogante –¡Y apresúrate!

–¡PORQUE NO MEJOR...

–Amy – cortó Shadow a suave voz, acallándola ante la suave mención de su nombre –¿Cuento contigo?

Amy se sonrojó sutilmente ante sus palabras para apaciguar su enojo y ahora desdén hacia el hombre en forma de huevo. Resopló molesta asintiendo con cierta resistencia y sin decir palabra alguna caminó en dirección a la cocina, no sin antes lanzarle una última mirada al alquimista, quien de nuevo obviaba su presencia.

Shadow la siguió con la mirada en silencio, soltando un suspiro imperceptible. Nunca había tenido que pensar en los modales de Robotnik antes, pues nunca le había importado el cómo tratara a otros que no fuera a él, y ahora lo único qué podía pensar era si sus palabras la habían lastimado de alguna forma, si había sido irrespetuoso con ella de cualquier manera que ameritara que pusiera al alquimista en su lugar.

Bloody RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora