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- SING OF THE TIMES -

Y entonces, unos gritos a lo lejos la despertaron de aquel profundo trance, activando así todos sus cincos sentidos y volviéndola sensible a cualquier tipo de reacción. Soyeon corrió y corrió sin detenerse, notando como sus piernas ardían por dentro. Pero no podía parar, no hasta alcanzar aquellos agonizantes gritos que se mezclaban con el sonido de la lluvia al chocar contra el frío pavimento. No entendía el porqué, en sí no había un porqué. Su cuerpo reaccionaba por sí solo, haciendo caso omiso a lo que le decía su cerebro. Sentía en la garganta el fuerte latido de su corazón ahogándola, pitándole los oídos. Debía de haber una explicación lógica en todo aquello, ella sabía que había una, pero en ese preciso momento su cabeza estaba colapsada. Por lo que dejó que su propio cuerpo la guiara.

"¿Qué estoy haciendo? "

Se preguntó la pelinegra. Y como era de esperar no hubo respuesta.

"¿Qué hago aquí? Estoy soñando, debo de estarlo. Otra pesadilla más..."

Se repetía una y otra vez. En un fallido intento de autoconvencerse.

"Pero, ¿desde cuándo las pesadillas son tan reales?"

Los gritos dejaron de sonar, y la lluvia frenó considerablemente. Tan solo se podía apreciar su entrecortada respiración rompiendo el silencio de aquella noche tan absurda. El sentido del "porqué" dejó de tener preferencia en el momento que la pelinegra visualizó a lo lejos una figura oscura entre las sombras. Frenó en seco, apretando los puños, sintiendo como la piedra se clavaba en la palma de su mano. Poco le importó el hecho de que el aire frío de la noche calara en sus huesos, haciéndola temblar inevitablemente. Ya que la imagen que se mostraba delante de sus ojos tenía mucho más efecto sobre ella. Tragó saliva, sintiendo como cada bello de su cuerpo erizaba su piel. Ahí fue cuando Soyeon realmente se dió cuenta. Donde en su interior algo se despertó, haciéndola ver la realidad de aquellos gritos. No, no era una pesadilla. Si no que se trataba del cuerpo de una persona yacida inmóvil sobre la acera de enfrente. La pelinegra se acercó lentamente, con miedo por lo se que podría encontrar. Nunca antes se llegó a imaginar el que se encontraría en aquel contexto.

Con pequeños pasos y su pecho subiendo y bajando descontroladamente, la pelinegra consiguió acercarse hacia el inmóvil cuerpo. Al principio no supo reconocer de quién se trataba, no hasta que la luz de la luna reflejó el brillo del matiz rojo de una cabellera. Soyeon se quedó en silencio, siquiera dejó que sus fosas nasales emitieran algún tipo de ruido. Durante unos segundos dejó de respirar, completamente paralizada, con sus ojos fijos en la blanquecina piel del cuerpo sin vida. Espera, ¿realmente estaba sin vida? Soyeon se negaba rotundamente a aceptar tal cosa. Simplemente era inconcebible, y aún más cuando dicho cuerpo empezó a convulsionar agresivamente sobre el frío pavimento. Sin siquiera pestañear Soyeon se lanzó contra el suelo, hincando sus rodillas y sujetando con cierta desesperación el pálido rostro de la chica del pelo rojo. La misma chica de sus más profundos sueños, y también pesadillas.

— ¿Soojin...? — Llamó la pelinegra, descontrolada. — ¡Soojin, joder!

Soyeon sujetó las manos de la pelirroja, las cuales estaban manchadas de un líquido espeso de color oscuro, muy parecido al vino. La pelinegra pestañeó varias veces, bajando la mirada hacia uno de los costados de la chica tendida en sus brazos, el cual se encontraba un redondel rojo bañando su abdomen. Soyeon soltó un grito tembloroso, mientras apretaba la herida abierta con la palma de sus manos. Entonces fue cuando la chica del pelo rojo acarició débilmente su mejilla, desconcertando aún más su cabeza.

• O F T E N •    {SoJin/2So}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora