• O F T E N • {SoJin/2So}

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- WAY DOWN WE GO -

— ¿Quieres café? — Preguntó Vernon en dirección a la chica.

— Si por favor, necesito un poco de cafeína. — Respondió perezosa la pelirroja, sentándose en el borde de la cama.

— Ahora mismo vuelvo. — Dijo Vernon sonriente mientras cerraba la puerta tras él.

Soojin se había quedado sola en la cálida habitación del rubio, donde un gran ventanal proporcionaba luz suficiente como para iluminar cada rincón del cuarto. Las paredes lucían un amarillo limón pastel, el cual relajaba bastante una vez estabas adentro. Un alto armario de roble blanco, un escritorio y una estantería del mismo color completaban el espacio restante, además de la amplia cama posicionada justo al lado del ventanal. En sí, la decoración era algo minimalista y con las cosas bastantes ordenadas. A la pelirroja siempre le gustó la sensación acogedora y limpia que le trasmitían aquellas cuatro paredes, ya que era un ejemplo perfecto de la personalidad de Vernon.

La chica aspiró profundamente el aroma de coco que inundaban las sábanas del colchón, donde Soojin se recostó sobre la blanda almohada, enterrando así su rostro. Desde que conoció a Vernon, la pelirroja tenía la costumbre de envolver su cuerpo alrededor del edredón gris de plumas, ya que tenían el efecto de dejarla completamente dormida al momento. Soojin era aquel tipo de persona que había pasado más noches en camas ajenas que en la suya propia. Pero su favorita siempre fue la de Vernon. Almenos por aquél entonces.

Tras unos breves minutos, el rubio apareció de nuevo, con una taza de humeante café en cada mano. Soojin se enderezó, cruzando las piernas como un indio y sentándose cómodamente sobre el colchón. Vernon la imitó y acercó una de las tazas a la pelirroja.

— Gracias. — Dijo ella sonriendo dulcemente, cogiendo con las dos manos la taza y soplando sobre esta.

— Le he echado algunas nubecitas de colores. — Soltó excitado el rubio, removiendo la cuchara en la bebida caliente. — Deben de estar pegados al fondo.

Soojin elevó las cejas entusiasmada, fijando la mirada en el café y girando su muñeca con entusiasmo, al encuentro de aquellos esponjosos malvadiscos que tanto le encantaban. Lo cierto es que los dos compartían la misma afición por aquel dulce, donde podían comprar bolsas y bolsas de este y no cansarse nunca. Irónicamente, Vernon era lo único dulce que se encontraba en la fría vida de la pelirroja, a parte de las nubecitas, claro.

— Jin, si quieres hablar sobre lo de esta tarde puedes decírmelo. — Dijo Vernon suavemente, mirándola.

La pelirroja suspiró, removiéndose incómoda entre las sábanas de la cama. Negó rápidamente con la cabeza, dándole a entender que prefería aplazar aquella conversación. Vernon comprendiéndola cambió de tema.

— ¿Sabes? Shu me ha llamado. — Soltó el rubio, sin apartar la mirada de ella.

La pelirroja elevó los ojos nerviosa, mientras jugueteaba inquieta con sus dedos sobre la taza.

— ¿Y qué te ha dicho? — Dijo con un eje de angustia.

— Tienes que hablar con ella, está bastante cabreada.

— Lo sé... Ah, joder... Es todo por mi culpa y ni si quiera soy capaz de disculparme con mi mejor amiga. Es patético.

Al oír aquellas palabras, Vernon sujetó firmemente las mejillas de la pelirroja con sus manos, conectando los ojos chocolates con los castaños.

— Te lo dije y te lo diré siempre: Deja de decir tonterías Jin. — Dictó con la voz grave el rubio. — No es patético. Las dos estáis pasando por un mal momento y es difícil controlar tus propios impulsos a veces, pero por mucho que las cosas se tuerzan al final siempre estaréis la una para la otra. Porque sois mejores amigas y eso nadie lo puede cambiar.