- BIRDS -El sudor corría por su frente, mojándole la cara y despertándola de golpe. De nuevo aquellos extraños sueños aparecieron de repente, como ráfagas de luz, atemorizándola. Pero lo peor eran los gritos, esos gritos vociferando sin control alguno. No lo entendía, ¿pesadillas? De nada sirvió preguntárselo, siquiera replantearse una idea. Y Jeon Soyeon no se encontraba en condiciones para perder la cabeza buscando un significado.
El pitido de la alarma empezó a sonar, marcando en números rojos la hora. Una nueva semana comenzaba de nuevo.
Odiaba los lunes, pero ¿y quién no?
Lo de madrugar no era lo suyo, y mucho menos el asistir a clases, pero si quieres pasar de curso uno tiene que sacar buenas notas y ser un buen alumno ante los profesores. Soyeon se jugaba su futuro; puede que no fuera la mejor alumna de todo el centro, pero por nada en el mundo lo dejaría pasar. Así que a las seis de la mañana ya la podías encontrar despierta metida en la ducha para prepararse e ir al instituto. El conjunto del día se componía de unas zapatillas deportivas, unos vaqueros ajustados, un top de manga larga y una sudadera. Claramente el color negro haciendo acto de presencia con cada prenda. Se podría decir que le caracterizaba vestir de ese color, ya que prácticamente es el que utilizaba siempre. Usaba un poco de maquillaje para resaltar sus ojos oscuros, y dejaba el pelo suelto sobre sus hombros. Para acabar se colocaba una gargantilla negra alrededor del cuello a juego con los piercing de sus orejas. Y, perfecta para salir y afrontar la recuperación de álgebra por el cuál estuvo gran parte de la noche despierta.
Al bajar las escaleras de madera que crujían bajo sus pies por la humedad, se adentró a la sala principal, donde se encontraba su abuela Akira entretenida cosiendo alguna pieza de jersey para Soyeon. La pelinegra le besó la frente como saludo y la mujer sonrió en respuesta marcando las arrugas de su aceitunado rostro.
— ¿Has dormido bien cielo? — Preguntó Akira con la vista fija en sus dedos trabajando la tela.
— Si mamá, no te preocupes. — Soyeon la miró nerviosa por lo siguiente que le iba a decir. — Por cierto, esta noche tenía pensado el que vinieran las chicas.
La mujer la miró por encima de sus gafas cuadradas, sabiendo perfectamente que su nieta le estaba pidiendo permiso para poder divertirse un rato con sus amigas. Tendría sesenta y seis años, pero no era ni de lejos estúpida. Aquella noche dejaría la puerta del armario, donde guardaba los licores, abierta de nuevo. La conocía demasido bien, además, joven solo se era una vez en la vida.
— Claro que pueden venir. — Soltó alegre Akira. — Pero hoy es lunes, ¿acaso mañana no hay clase, cielo? — Enarcó una ceja, cayendo en la cuenta.
Soyeon se rió divertida. Lo cierto es que al día siguiente había una excursión, y como la gran mayoría de las veces ella y sus amigas aprovechaban para no ir y montar sus pequeñas fiestas.
— No, hay excursión.
— Ahora lo entiendo todo.
Río la mayor, sabiendo que esa noche tendría que salir para darle algo de privacidad a su nieta.
De repente, como cada mañana, antes de salir de su casa y dirigirse hacia el instituto, el móvil empezaba a vibrar. Una sonrisa burlona se dibujó en su cara. Sabiendo quien era, desbloqueó el aparato y conectó el altavoz.
— ¡Hola cariño!
— Guau, demasiada energía para tratarse de ti Jeon. — Una ronca risa resonó tras el altavoz. — Dime, ¿le robaste una de esas pastillas para la tensión a tu abuela?
Bromeó la chica con intención de cabrearla un poco y comprobar si realmente se había despertado con el pié derecho en vez del izquierdo.
— Eh, ¿no puedo estar feliz sin explicación alguna? — Dijo la pelinegra mientras abría la puerta de madera y salía al exterior, a la vez que se despedía de su abuela con la mano.
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• O F T E N • {SoJin/2So}
Hayran Kurgu"Algunas veces no somos conscientes de nuestros actos. Algunas veces las personas se van y nunca vuelven. Pero algunas veces las cosas cambian e incluso puede llegar a haber una segunda oportunidad." Jeon Soyeon tan solo fue la persona equivocada...