XXII

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Uraraka Ochako vivió de la forma más humilde que pudo. Huérfana desde temprana edad supo lo que era racionar la comida al vivir con unos parientes lejanos que siempre le trataron tajantemente.

A pesar de ello se mantuvo optimista y bajo la ilusión de los viejos cuentos de hadas creyó que solo con un poco de esfuerzo podría lograr cualquier cosa.

Por ello cuando termino la escuela media dejo su hogar para iniciar sola en lo que espero ser el primero pasó para el éxito.

Su éxito.

Un grave error al darse cuenta que nadie tomaría enserio a una menor de edad. Aun menos con sus estudios.

Así Uraraka empezó a trabajar duro y sin descanso alguno en cualquier lugar para mantenerse a flote por si sola. Dando lugar con el paso del tiempo el anhelante deseo de tener mucho dinero para poder retirarse.

Así, cada centavo lo fue ahorrando sin importar lo doloroso que pudiera ser.

Gustos o algún tipo de premio eran un rotundo no. Venido por un; "será después" de sus propios labios.

Durmiendo con una sola manta y sin futon por años en un pequeño departamento donde todo estaba en la misma sala.

Como cualquier otro día Ochako escuchó la alarma a un lado.

Tomando asiento pudo ver el espejo alto que una de sus primeras jefas le regalo al trabajar en su boutique.

Su cabello se encontraba desarreglado, aun así notó que las puntas empezaron a crecer. Tratando de ahorrar dinero en shampoo solía cortarlo por arriba de su hombro y cuando este se encontraba a mitad de acabarse lo llenaba de agua.

Lanzando un largo bostezo al aire pronto su mirada se giró al pequeño armario con escasas 4 pares de prendas de vestir.

Levantándose de su lugar notó como la blusa blanca que solía usar debajo de su uniforme le quedaba grande. Al parecer nuevamente había perdido peso ese mes. Poca importancia le dio a las grandes bolsas que se hallaban debajo de sus ojos.

Palmeándose las mejillas se preparó mentalmente para su empleo de oficinista. Ese era su segundo año después de haber estado un año como pasante ante sus precarios conocimientos.

—Vamos Ochako, este fin de semana podremos dormir más —se dijo así misma antes de encaminarse a su vida laboral.

Como siempre Ochako era la primera en llegar a la oficina para no ser vista y rellenar su botella de agua con la cual pasaría el día tras no llevar un almuerzo o salir a comprar.

Uraraka si bien era admirada por su forma de trabajo eficaz. También era reconocida por su severa forma de ser, al menos eso pensaban la mayoría de sus compañeros de trabajo al negarse siempre de ir a comer con ellos o salir a beber después del trabajo.

Por supuesto nadie sabía que Ochako solo era avara y no era que odiase divertirse.

Amaba leer, solía ir los fines de semana a la biblioteca para sacar algunos libros y pasar el rato al no contar con un televisor.

Si alguna vez se permitió un gasto más allá de la necesidad de comida para no morir, fue cuando compro su primer teléfono móvil cuando entro a trabajar en una oficina. Sin embargo su avaricia cada vez se volvió más y más hasta que esta misma nublo su razón.

Fue una noche de invierno cuando su avaricia cobro peso al negarse a usar calefacción por un impuesto de la dueña del 0.5%.

—Japón siempre ha sido frío en invierno, es un gasto innecesario —aseguro en la soledad de su pequeño departamento. Cubierta por varias mantas seguía leyendo tratando de menguar las festivas fechas. Sin embargo esa noche hizo más frío de lo normal y cuando se dio cuenta ya no sentía frío ni calor.

Fall in Love 【Kacchako】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora