XVI

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—Muchas gracias por su compra, vuelva pronto —sonrió el rubio tras guardar el dinero en la caja.

"Ese Bakugo" suspiro la joven ángel mientras guardaba el dinero. Usando su magia se había transformado en Katsuki para reemplazarlo en su trabajo matutino.

Sus ojos se encontraron con la nota pegada al billete. Al parecer otra chica le dejaba su número telefónico esa semana.

—Así que es popular... —soltó pensativa. Y analizando un poco la situación Katsuki Bakugo no era un chico mal parecido, su cuerpo estaba tonificado, si bien el uniforme ocultaba sus fuertes músculos cuando se quitaba la camisa podía vislumbrarse un cuerpo bien trabajado no solo por el ejercicio al haber pertenecido al club de fútbol americano sino también por los trabajos pesados que hacía para mantenerse.

Si bien Mitsuki y Masaru les habían dejado algo de dinero, el orgullo de Bakugo le insto a declinar la oferta y regresar el dinero por correo una vez que se fueran sus padres, porque si no tendría a "la vieja bruja" -como solía llamar a su madre- en medio de su sala sin querer marcharse armando un escándalo que podría causarle más problemas.

Fue ahí donde Ochako notó que a pesar de su poca paciencia Bakugo era un chico que podía tomar la situación de forma asertiva si así lo ameritaba -al menos para causar el menor despliegue de daños o en ese caso a su departamento y que así el dueño no tuviera que correrlo porque los vecinos se quejaran de lo ruidosos que eran-, largando un poco de aire separo el papelillo del dinero. Dejando así el número de la chica a un lado de caja.

—Así que otro número ¿Eh? Todo un casanova —rio la anciana chiyo, como respuesta las mejillas de "Bakugo" se sonrojaron— Vamos no seas modesto, eso es bueno, después de todo aun eres muy joven para perder la fe en el amor, sin embargo —dejo de lado su tarea de regar las plantas en la florería— No te precipites, el orgullo puede ser afán de perdida muchacho.

Como respuesta "Bakugo" asintió.

Era precisamente en esos momentos donde Ochako se sentía algo mal de que el verdadero Katsuki estuviera en la escuela, siendo que bajarle un poco los humos no estaba demás con un carácter como el suyo o al menos eso pensó en ese instante.

Esa mañana parecía ser de lo más tranquila, si es que el fuerte sonido de la campanilla no le hubiese hecho casi saltar de su lugar al verse adormilada ante el olor de las flores que le recordaron el propio Edén.

—¡Necesito su ayuda! —imploro el hombre en desesperación— Nos han estafado, los arreglos de las mesas que deberían estar para las seis de la tarde no lo estarán y sin ellos la mesa de recepción se verá arruinada.

—Vaya, vaya —se acercó la anciana, apoyada de su bastón y con una mirada aguda guardo silencio solemne— ¿Cuantas mesas son y cuantos arreglos necesita?

—Son 30 y se necesitan 60 arreglos, la persona encargada al parecer nos estafo huyendo con el dinero. Se lo imploro ya he ido a más de 5 florerías en la ciudad y ninguno parece poder cumplir el encargó.

—¿¡Y cómo cree que podría!? ¡Si ya casi es medio día! Un arreglo no se hace de la noche a mañana, aun menos de esta clase de forma. Las flores al igual que las personas hablan y transmiten un mensaje que no solo es dado a conocer por su apariencia sino por su olor jovencito —la voz de la anciana se alzó— ¿Acaso sabe lo que cuesta poder armonizar los olores entre flor y flor?

—¡Usted no lo entiende es la boda con mi prometida, si no están listos la boda se arruinara! ¡Si es dinero pagare lo que sea lo juro!

—¡No es cuestión de dinero! ¡Es cuestión de ética y amor hacia mi trabajo como florista! —le regaño nuevamente.

Fall in Love 【Kacchako】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora