I

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Bakugo miró el semáforo, la luz roja seguía parpadeando a pesar de que la calle se encontraba vacía, con cuidado colocó el lápiz y la goma de borrar en su bolsillo, ya que traía en la cangurera al pequeño Izuku quien dormía plácidamente recargado de su pecho.

Era en ese tipo de momentos donde sentía que el tiempo pasaba demasiado lento y él solo deseaba llegar a tiempo a su lugar de trabajo, uno de los seis empleos de medio tiempo con el que contaba al vivir solo con un bebé.

Girando la vista hacia su mano izquierda miro la hora en su reloj. Ya casi serían las 8:00 y estaba seguro que no podría llegar a tiempo para desembarcar la nueva mercancía en la pescadería del viejo Toshinori.

—¡Vamos! ¡Date prisa, porquería! —soltó en un sonido gutural al apretar los dientes con fuerza sin notar que las miradas de un par de chicos se estacionaron en él.

—Oe, ¿Qué ese no es Bakugo?

—¿Bakugo? ¿Acaso no fue expulsado?

—¿Qué? ¿Eso paso? ¿Acaso no se cambió de escuela?

—Se equivocan los dos —hablo un tercer chico, uniéndose a la conversación— ¿Qué no lo saben? Katsuki tuvo un incidente con una chica —se podía vislumbrar las mal intencionadas palabras del chico quien hablaba— ¿Recuerdan a la chica que siempre le seguía? ¿Cómo se llamaba...? Creo que era...

—¡Oi! —alzó la voz Katsuki— ¡¿Acaso no les han enseñado sus mayores a no hablar mierda de la gente?! —les grito, los chicos palidecieron al ver la mirada que les lanzo, después de todo aún seguía el nombre de Katsuki muy presente en la UA.

—Nada mal —alabo un joven de cabellera teñida de naranja, su cabello cual rastras se encontraban por delante de sus hombros— Parece ser que la leyenda Katsuki sigue vigente, ¿Pero qué haces aquí? ¿No habías dicho que no volverías?

—No es como si quisiese estar aquí Kendo —chasqueo la lengua— Sasaki me llamo, solo vine por eso.

—Oh ya veo —se acercó a él, detrás venían sus compinches— Sabes Katsuki, a mí y a los chicos nos haces falta, ya sabes, desde que te fuiste otras escuelas no han parado de venir a nuestro distrito, pero claro está que nos hemos hecho cargo.

Bakugo rio —¿Acaso crees que tengo tiempo para ese tipo de boberías? —se burló— Si fuese así, créeme que... —se mordió la lengua al sentir como Izuku se removió por el ruido— Como sea estoy ocupado, voy tarde al...

—¿Trabajo? —sonrió con sorna Kendo— Hablando de trabajo, creo que tengo algo que podría interesarte ¿Sabes? —le tomo del hombro, enseguida Bakugo se deshizo de su agarre.

—No me interesa.

—¿De verdad? —le miro por arriba— No parece que te vaya tan bien que digamos ¿Acaso no te vendría bien un poco de dinero rápido y...

—¿Acaso estas sordo? —rio con descaro, extendiendo su mano hacia frente, su dedo de en medio y pulgar se unieron a tan solo unos centímetros de la coronilla de Kendo dónde dio un pequeño golpe que dejo perplejos al par de atrás— Te dije que no me interesa, mierda.

—¡Serás cabrón! —se lanzaron contra él los otros chicos, y sin querer empujaron a Katsuki sobre el pavimento.

Bakugo Katsuki, siempre fue un creyente de su propia habilidad y esfuerzo, no aceptaba simplemente la tan sobrevalorada palabra milagro o suerte, pero en ese momento cuando vio como el camión se dirigía hacia él no pudo evitar pensar en que no le vendría tan mal un milagro.

Tratando de levantarse, lo primero que hizo por inercia fue ver el modo de escapar de su suerte, sin embargo al verse sin tiempo solo pudo hacer una sola cosa, sujetar con fuerza a Izuku y dándole la espalda al vehículo tratando de proteger el pequeño cuerpo que yacía en sus brazos.

—¡Joder! ¿¡Qué hiciste!? —sintió el miedo en las palabras de los otros chicos, pero eso fue nada hasta que simplemente cerró los ojos cuando todo se volvió blanco.

Fall in Love 【Kacchako】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora