9. Tic-Tac Tic-Tac

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Aquí les dejo un nuevo capítulo
Disfruten...


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Luego de unos veinte minutos de viaje, llegamos al centro comercial el cual estaba abarrotado de gente.
Acompañé a mis hermanos a comprar lo que ellos necesitaban y de paso aprovechaba en ver lo que me iba a comprar. No demoraron mucho haciendo lo suyo así que en cuestión de minutos ya estábamos recorriendo todas las tiendas. Terminamos con docenas de bolsas de diferentes marcas, cabe recalcar que no todas son mías.

Nos paramos afuera de la última tienda que visitamos para sacar algunas cuentas. Me dio la impresión de que alguien me estaba vigilando, observé en todas las direcciones para comprobarlo, pero no encontré nada fuera de lugar.

Tal vez solo era mi imaginación.

—Patrick, Logan y yo iremos a dejar las bolsas a la camioneta — habló Sam—, ustedes vayan pidiendo la comida.

—Sus deseos son órdenes, su majestad—dijo Logan haciendo el famoso saludo nazi.

Rodé los ojos. ¿Qué carajos tiene en el cerebro?

—Alemán tenías que ser —objetó Luke propinándole un suave golpe en la cabeza.

—¡Au! —se quejó Logan sobándose—. Era broma.

—Pésima broma —le dije negando la cabeza.

Patrick, Logan y Sam se dirigieron hacia el parking y desaparecieron de nuestra vista. Nosotros, por nuestra parte nos fuimos al patio de comidas. Luke era el que haría la fila para comprar la comida, por lo que Dylan y yo nos quedamos cuidando las mesas.

Me contó que hoy había conocido a una chica muy linda y que la haría su enamorada a como de lugar. Menos mal no es un fuckboy rompecorazones. Así estuvimos por un buen rato poniéndonos al día de nuestra vida, por más que vivamos bajo el mismo techo, no siempre podemos pasar tiempo juntos ya que nuestros horarios muchas veces se cruzan.

—¿Por qué se demoran tanto? El estacionamiento no está tan lejos —le dije a mi hermano.

—Lo mismo me pregunto, Cams. Llamaré a Sam —alegó. Dylan marcó su número, pero Sam no cogía el móvil. Lo intentó otra vez y no hubo respuesta.

—¡Dylan! —gritó Luke desde KFC—. Ven, ayúdame.

—Trata de llamar a Patrick o, a Logan. Tal vez ellos sí contestan —indicó el rubio de mi hermano.

Hice lo que Dylan me había dicho, pero nada. Tampoco respondían.

¿Para qué tienen celular si no van a responder cuando se les llama?

Al cabo de unos minutos, noté a lo lejos que los tres venían corriendo hacia mi dirección. La gente los veía extrañados, incluida yo.

—¿Qué pasó? —cuestioné preocupada una vez que ya habían llegado—. ¿Vieron el fantasma de la llorona o algo por el estilo?

Luke y Dylan venían con la comida. Justo a tiempo.

—Nos pasó algo raro y diría que perturbador —respondió Logan con un tono de voz asustadizo.

Decidimos acomodarnos para comer y que nos contaran su historia, sin interrupciones. Sam empezó a explicar:

—Cuando llegamos al parking todo parecía que iba con total normalidad. La sorpresa fue cuando llegamos a la camioneta y notamos que las puertas no estaban aseguradas —dirigió su mirada hacia Luke.

—¿Qué? Eso no puede ser. Yo mismo me encargué de ponerles seguro, todos lo vieron —respondió.

Todos asentimos.

—Lo sé, pero no estaban aseguradas. Nos pareció muy raro, pensábamos que tal vez nos hayan robado algo —hizo una pausa y sacó un pedazo de papel de su bolsillo—. Es entonces, cuando noté esto en el asiento del conductor.

20. 06. 20


Eso era lo que estaba escrito en el papel que nos enseñó Sam.

—¿20 de junio? —inquirió Luke desconcertado.

—Algo va a pasar ese día, por eso la dejaron ahí. Es una ¿advertencia? —expliqué dudosa.

No estaba segura de lo que acababa de decir, pero fue lo que supuse. No creo que haya un gran misterio detrás de eso.

—Se debe tratar de un juego, no se asusten —comentó Dylan intentando convencernos, pero me dio la impresión de que se lo dijo más para sí mismo que para nosotros.

—Todavía no he terminado de contarles —habló Sam.

Todos los miramos indicándole que podía seguir.

—Después de encontrar esto —levantó la nota—, decidimos regresar. Sin embargo, algo nos detuvo. Por los altavoces, se escuchó un chillido y luego empezaron a contar: Tres... Dos... Uno. Nosotros volteamos para ver de qué se trataba y salió un auto a toda velocidad de la nada. En la parte trasera había un cartel que decía: ¡Qué comiencen los juegos del hambre! Y una x dentro de un cuadrado a su costado, grande y luminoso.
>> Segundos después, salió otro auto que también tenía algo escrito en la parte trasera y decía: 20.06.20. No lo olviden. Se les acaba el tiempo. Tic- Tac Tic-Tac.

Se me puso la piel de gallina. Eso sonó realmente perturbador.

—Sigo sin entender absolutamente nada —dijo Dylan claramente asustado.

—Se me hace a que se lo inventaron —opinó Luke.

—Sabes que no me presto para esas cosas, Lucas —respondió Sam rodando los ojos.
Uy, le dijo Lucas. Eso solo pasa cuando está enojado.

—Yo sí te creo —hablé mientras terminaba de comer.

—Deberían ser un poco más como ella, inútiles —acusó Logan, señalando a Dylan y Luke.

—Esa nota lo pudieron escribir ustedes — señaló Dylan entrecerrando los ojos.

No lo creo, Dy.

—La letra no es de ninguno de ellos —aseguré.

—Bueno. ¿Ya podemos irnos? —preguntó Luke rodando los ojos.

Asentimos, nos paramos y empezamos a caminar hacia el parking sin decir una sola palabra. Me di cuenta que Logan no venía con nosotros.

Giré mi cabeza para ver—Logan, apúrate —le grité para que me escuchara. Seguía en la mesa.

—Voy. Deja agarro mi hamburguesa— dijo en respuesta. Me limité a poner los ojos en blanco.

Otra vez sentí la sensación de que alguien me vigilaba. Hice lo mismo que hace rato, observé en todas las direcciones y esta vez me topé con unos intensos ojos azules que me miraban fijamente.
Era un chico, que estaba recostado en la columna, vestido totalmente de negro y encapuchado. Sus facciones del rostro eran muy marcadas; sin embargo lo que más predominaba eran sus ojos. Parecía un Dios Griego, sin exagerar.

Cuando cruzamos miradas, puedo jurar que me sonrió y así, sin más, se dio media vuelta y desapareció. ¿Quién era él? ¿Por qué me miraba?

—¿Camille? ¿Todo bien? —preguntó Logan que ya estaba a mi lado.

—Sí, estaba pensando en lo que les pasó —respondí un tanto nerviosa.

—Fue algo aterrador, Cams. Apenas salió el segundo auto y leímos lo que decía, empezamos a correr hacia aquí—me contó.

—Todo esto es muy raro —me limité a contestar.

Logan asintió de acuerdo.

—Pensé que venían con nosotros —alegó Patrick una vez que llegamos al parking.

—Fue culpa de Logan.

Nos subimos a la camioneta de Luke y lo puso en marcha. Todos estábamos sumergidos en nuestros pensamientos. Nadie decía nada. ¿Qué explicación lógica le podíamos dar a lo sucedido? Algo no cuadraba en todo esto. Por más vueltas y vueltas que le daba a mi cabeza, no hallaba alguna explicación que no sea descabellada. Por otro lado, ¿quién era aquel chico de ojos azules? ¿por qué me miraba? ¿Acaso tenía algo que ver con lo sucedido con mis hermanos en el estacionamiento?

—Camille, llegamos —me avisó Patrick. Luke estaba aparcando fuera de casa.
Noté que las luces estaban encendidas y se me hizo extraño porque yo recordaba que las habíamos apagado.

—¿Papá llegaba hoy?

—No nos dijo nada —respondió Log encogiéndose de hombros.

Terminamos de sacar todas las bolsas de la camioneta y entramos a casa. La sala de estar estaba vacía.

—¿Chicos? —escuché la voz de Lucy—¿Son ustedes?

—Ah, sí —musitó ella muy alegre saliendo de la cocina—. Los estábamos esperando.

—Guau, ¿dejaron algo en las tiendas? —inquirió papá que estaba bajando por las escaleras.

—¡Papá! —exclamé. Solté las bolsas y corrí en su dirección para abrazarlo.

—Princesa, ¿cómo estás?

—Mejor —respondí alejándome de él. Mis hermanos vinieron detrás mío a saludarlo y luego, fuimos a hacer lo mismo con Lucy.

—Estoy haciendo unas deliciosas galletas —comentó. La verdad es que olía riquísimo.

—Algún día tienes que enseñarme a hacerlas. ¡Huele de maravilla! —declaré con total sinceridad.

—Cuando quieras, hija —replicó muy feliz.

Hija.

—Ya, chicas. Luego se ponen de acuerdo —nos dijo George.

—Hijos, el próximo martes habrá una fiesta en la casa por motivos de negocios y por favor, requiero de la presencia de ustedes.

—¿Es necesario, George? —preguntó Sam desanimado.

En ocasiones le llamábamos por su propio nombre a nuestro padre porque así lo prefería y, nosotros no teníamos ningún priblema con ello.

—Sí, es muy importante para mí. ¿Pueden hacerlo?

Asentimos.

Genial, tenía que estar presente en una fiesta a la que solo asistirían personas viejas e importantes, y en la que no ocurrirá nada interesante. En conclusión, me esperaba una noche muy aburrida.

O eso creía.



Solo tengo que decir que l@s amoo❤❤

Una vida llena de secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora