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capítulo veinticuatro
round 2
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El beso se intensificó aún más. Las manos de ambos tocaban el cuerpo del otro, intentando abarcar todo lo que podían. Sus labios continuaban luchando entre ellos al igual que sus lenguas y en cuanto se quedaron sin aires en los pulmones, se vieron obligados a separarse.

Se quedaron allí, mirándose uno al otro, sus frentes pegadas una a la otra. La chica podía ver deseo en los ojos de él y lo mismo ocurría al revés.

—Perdón por todo lo que dije—anunció la chica, intentando explicar todo lo que pasaba por su cabeza en ese momento. Pero sus hormonas no se lo permitían. Lo único que quería era besarlo una vez más. —No sé en qué estaba pensando. No sé por qué salté así.

Él no le respondió. Estaba mas ocupado observando su rostro. Su mirada, sus facciones. Valentina era la mujer más hermosa del mundo. Simplemente no podía enojarse con ella. Ni siquiera después de todo eso.

Juntaron sus bocas, una vez más. Pero esta vez de una manera diferente. No se trataba de un simple beso, ni de intentar arreglar el conflicto entre ambos. Iba más allá. Se había tornado enérgico. Sobre todo, cuando la chica subió una pierna a la cadera del hombre. Aún más cuando él tomó la otra y la sostuvo completamente sobre su torso.

En cuanto sintió su cuerpo tan pegado al de Gonzalo, en especial cuando una parte de él rozó la suya, no pudo evitarlo. Sus labios se abrieron y Valentina soltó un gemido. La presión en la parte baja de su cuerpo se hizo aún más pronunciada cuando el chico la oyó sollozar de esa manera.

No supieron exactamente en qué momento pasó, pero la pelea y las ganas de salir de allí habían quedado muy atrás. Gonzalo, con Valentina en brazos, ya se dirigía muy lejos de la puerta.

La dejó caer en el sillón y en ese momento la vio reír. No sabía por qué la chica tenía esa fascinación por él, pero al fin y al cabo le encantaba. La observó. Acostada, su cabello rubio muy largo estirado sobre el sofá. Él se sorprendió al ver lo largo que estaba. El vestido rojo de satén que lo había vuelto loco durante toda la noche ya se encontraba un poco desordenado. Uno de los breteles caía bajo el hombro de la chica. Ella se enderezó un poco al notar la insistencia con la que el chico la miraba. Le sonrió, tentándolo.

—Hoy estabas hermosa—le dijo él. Vio que los ojos de la chica comenzaron a brillar.

—¿Sí?

—Sí, ese vestido te queda espectacular.

Ella se puso de pie para acercarse a él. En cuanto estuvieron frente a frente lo empujó hacia atrás, obligándolo a caer en uno de los tantos sillones individuales que aparecían por la sala. Gonzalo cayó en él, sentado. Una sonrisa traviesa apareció en su rostro cuando comprendió las acciones de la chica.

Valentina puso sus dos piernas sobre las suyas, impidiéndole salir de allí. El vestido de la chica se había levantado por lo que, en ese momento, lo único que impedía que sus sexos se tocaran era el pantalón del chico.

—¿Sabes cómo soy más hermosa? —preguntó ella, acercándose a su oído, causándole escalofríos a Gonzalo—Sin el vestido.

Él mojó sus labios con su lengua, viéndola desde abajo, contemplando su cuerpo de una manera que no había tenido la oportunidad antes. Valentina ya no pensaba en nada. No pensaba en el evento, no pensaba en Bruno, no pensaba en su trabajo, no pensaba en su madre que probablemente para esa hora ya estaría preocupada.

Solo pensaba en el chico que tenía frente a ella y en que lo quería hacer sentir bien. Lo quería hacer sentir igual de bien que él la hacia sentir a ella.

Gonzalo siempre había estado para ella, desde el principio, y ella había sido tan idiota para no notarlo.

—No sé—contestó él—, tengo que verte para poder decirlo.

Le sorprendió que haya dicho esas palabras. El hombre que siempre era correcto e intentaba retenerse para que no sucediera nada entre ambos ahora era el que proponía dejar todo eso atrás y activar una vez por todas. La chica sonrió al escucharlo.

Entonces asintió ante su desafío, bajándose el vestido, quedando completamente desnuda frente a él.

[x]

En algún momento de la noche se habían trasladado de la sala de estar a la habitación. Evidentemente cuando la diversión acabó y el cansancio los tomó por completo se dejaron caer en la cama.

Valentina nunca antes se había acostado en una cama tan cómoda como esa. Era enorme, más grande de lo que había visto jamás, como en las películas estadounidenses. Las almohadas no las había probado. No hizo falta, el pecho de Gonzalo era mil veces mejor.

Ambos estaban desnudos arropados bajo las gruesas mantas. El frío era indescriptible, pero el calor corporal de ambos los protegía de él.

Aunque estaba cansada hacía un rato que no podía conciliar el sueño. En lo único que podía pensar era en lo que acababa de pasar. Como de casi pelear con Gonzalo para no volver a verlo nunca más pasó a dormir con él. No entendía cómo había sucedido, pero estaba agradecida de que así se habían dado las cosas.

Sintió que la respiración del chico cambiaba y de pronto escuchó su voz somnolienta.

—¿Estás despierta?

La chica sonrió al oírlo. Dio vuelta su cabeza para mirarlo. Estiró su cuello en el pecho de él. —Sí.

El también sonrió, bostezando. —¿Hace mucho?

—Un rato.

Gonzalo volvió a soltar un bostezo. Su brazo, el cual descansaba sobre la espalda de la chica, comenzó a acariciarla suavemente. —¿En qué estabas pensando?

—En todo—respondió ella.

—¿Qué vamos a hacer ahora? —dijo él. Sabía a qué se refería. Hablaba del futuro, de su futuro. No parecía ser algo que simplemente se le había ocurrido en ese momento, a la madrugada, justo cuando acababa de despertar. La chica se preguntó si Gonzalo ya había pensando en eso antes. Si se los había imaginado en esa situación.

Si se había planteado el hipotético caso de que algo más pasara entre ellos.

—¿Vos qué querés hacer? —simplemente contestó la chica. ¿Y si estaba imaginando cosas demás? Sabía que era un buen chico, pero no quería quedar como una idiota.

—Si fuera por mi pasaría el resto de mi vida así, Valen—dijo entonces, mientras se levantaba un poco y dejaba un beso en el cabello de la chica. Ella se ruborizó al escucharlo. Definitivamente Montiel era un chico diferente a los demás.

Se mordió el labio levemente. Quizás después tendrían el tiempo suficiente para hablar de ello. Porque en ese momento lo único que quería Valen era el round 2. 

THE PSYCHOLOGIST | Gonzalo MontielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora