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capítulo ocho
desconocida
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Un día había pasado desde el incidente con Montiel. Valentina se sentía humillada. Peor aún, boludeada.

Se había acercado a él para ayudarlo, encarándolo tal como le había pedido Sandra. Había tenido en cuenta que fuera en un lugar alejado de los demás porque Valentina lo había observado.

Gonzalo era muy tímido. Demasiado. Tanto que cuando estaba con la totalidad del grupo se alejaba del resto o intentaba pasar desapercibido. Sabía que era mejor verse a solas pero no encontraba una forma de que fuera en el consultorio, porque, no solo en ese momento, sino desde que llegó que él ni siquiera la miraba a la cara.

—De verdad, no entiendo qué estoy haciendo mal—se quejó en el teléfono. Estaba en el consultorio completamente sola. Era muy temprano por lo que pocas personas estaban en el club. Decidió entonces aprovechar el tiempo y llamar a Tomás, su colega y amigo personal.

—La verdad no se, Valen. No puedo darte una opinión con los pocos datos que me estás dando. Deberías al menos tener una reunión con él para poder sacar conclusiones. Al menos alguna.

Tomás fue su primer amigo en la facultad y con el tiempo se había convertido en algo así como un hermano. Solía ser el primero a quién recurrir cuando se trataba del ámbito laboral y también fuera de él. Sin duda, era una persona importantísima en su vida.

—Es que es imposible, Tomi. En serio te digo. No hay forma de que me acerque al pibe. Siento que estoy fallando, que me sale todo mal.

—¿Y con los demás?

¿Con los demás? Con los otros miembros del equipo iba todo más que bien. Incluso Sandra se cansaba de felicitarla y decirle que era muy importante para el grupo.

Aquello también se lo había dicho Gallardo una vez.

—Con el resto todo bien. Es con él que no puedo—un gemido de frustración salió del fondo de su garganta—. Ya no sé, Tomi.

El chico se quedó en silencio unos minutos para pensar qué responder. —Estas cosas pasan, Valen, es normal. A veces con algunos pacientes es más fácil y otros son más reticentes a abrirse ante un desconocido.

Valentina tomó una libreta y escribió una palabra con la lapicera: desconocida.

—Tenes que dejar de ser eso, una desconocida. Trata de acercarte a él pero no lo atozigues. Suerte, Val.

No le contesto, todavía pensando en sus palabras. Releyendo una y otra vez las letras que aparecían en su libreta.

Desconocida.
Desconocida.
Desconocida.

—Gracias amigo, te amo.

[×]

Los jugadores entrenaban en el campo de juego. Pronto habría partido por la fecha de la Superliga y deberían estar a punto para este. Valentina se hallaba en una de las tribunas, observando desde arriba. Anotaba todo aquello que Sandra le había pedido.

Los segundos de ida y vuelta de cada set para poder compararlos luego, las respuestas de ellos a la aceleración del ejercicio, el nivel de concentración y por supuesto su respuesta a la consigna.

Pero aún así ella no podía dejar de pensar en Gonzalo. Se dió cuenta de ello porque en su cuaderno solo escribía datos de él. El promedio del tiempo de reacción, las anotaciones al margen, todo era en base a él.

THE PSYCHOLOGIST | Gonzalo MontielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora