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capítulo cinco
la multa económica
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—Entonces, pará—dijo la chica dejando de tomar el mate y apoyándolo sobre la mesa donde ambas merendaban—. Necesito que empieces de nuevo. Creo que me perdí.

Ni bien Valentina salió del Monumental tomó un Uber hasta la casa de Cami. Con un sueldo como el que iba a cobrar ahora podría permitírselo. Su mejor amiga la estaba esperando porque le había dicho que era urgente.

—Me ofrecieron trabajo en River, el equipo de fútbol—Ya sé qué es River, Valentina—. Bueno, perdón. Me ofrecieron trabajo ahí…

—¿Y?

—Viste que me dijiste lo del pibe del otro día, el que me llevó a casa. Me dijiste que era un jugador de River.
Camila abrió la boca de par en par debido a la sorpresa.

—No me jodas…

—Es enserio.

El mate cayó de las manos de la estudiante de Odontología. Se levantó del sillón y se lanzó hacia la otra chica.

—¡Boluda, que mala suerte!—se agachó en el suelo y levantó el mate de madera intentando meter la yerba usada dentro de este para poder tirarla. —O buena, depende cómo lo mires…

—No, no es bueno. Igual ya me ocupé.—Camila la miraba curiosa— Le dije, onda, ya pasó. Es mi laburo. Estoy bien. Un pibe no vale la pena.

La otra le sonrió, llevando los restos de mate hacia la cocina.

—Bueno pero…—gritaba desde la otra habitación—¿la tenía grande?

Valentina respondió riendo. Le hubiese gustado saber la respuesta pero no recordaba nada.

Aún cuando sabía que no debía hacerlo se permitió imaginar qué tan bien estaría el jugador de River.

[×]


—Suerte, Cache—le dijo Lucas Pratto, el último de sus compañeros, antes de irse al vestuario. Ellos irían a bañarse ahora mientras a él le tocaba hablar con el cuerpo técnico.

Gallardo, Biscay y Buján lo miraban. Ninguno quería empezar. Gonzalo Montiel era uno de los jugadores más excepcionales que tenía su plantel. Jamás había cometido una falta. Su presencia en las redes sociales era casi nula y nunca había sido relacionado con alguna polémica

Poco podían decirle, y no lo hubieran hecho, si no se tratara de escaparse de una concentración.

—Gonzalo…—empezó Biscay—Nadie acá quiere estar haciendo esto. Pero tenemos qué…

Montiel entendía. Ya habían pasado cosas antes y no podían dejar antecedentes de jugadores cometiendo infracciones al reglamento sin ser amonestados.

—La única consecuencia va a ser una multa económica. Lo vamos a hablar con tu representante.

El defensor respiró. Le parecía estúpido pensar cómo había estado antes. La cantidad de cosas que se había imaginado que podían pasar. Sin embargo recibió una simple multa económica. Gracias a Dios.

—Sin embargo…—le siguió Marcelo Gallardo.

«Sin embargo….» ¡Pero la puta madre!

—¿Qué pasó, Colo?—su entrecejo se fruncía a medida que iba hablando—No es normal esto en vos. ¿Hay algo que nos quieras decir?

¿Sabía Gallardo que no había salido solo? ¿Lo estaba probando? ¿Esperaba que mandara a sus compañeros al frente?

—Me equivoqué, perdón.

Gallardo lo miraba a la cara. Sabía que mentía pero Montiel no iba a dar el brazo a torcer. Ninguno de sus compañeros lo hubiera mandado al frente a él.

—Esta bien, andá.

[×]

Cuando cruzó el umbral del vestuario sus compañeros seguían ahí, desnudos y callados.

—¡La puta madre, Cache!—Nacho Fernández se acercó corriendo—Contá qué pasó.

—Nada—respondió, sacándose la camiseta. —. No me dijeron nada.

—¿Cómo que nada?—volvieron a preguntar, esta vez Nacho Scocco.

—Eso porque sos vos. A mí pegan una patada en el culo…—anunció Palacios, riendo por lo bajo.

Martinez Quarta apareció solamente con una toalla colgando, parecía que había salido de bañarse.

—¿Y te preguntaron algo de nosotros?

—No sé, no me dijeron nada directamente.

Algunos se miraron entre ellos pero nadie dijo nada porque enseguida Rafael se atrevió a interrumpir el silencio pesado.

—Bueno, panita, ahora usted nos va a decir qué hacía con la nueva en el baño.

—Claro, porque después me dicen a mi y este se hace el santito. Ya se chamuyó a la psicóloga el primer día.

Gonzalo soltó una carcajada. Lo de Valentina había sido raro. Le había dicho que no se conocían, como si se lo estuviera aclarando. Le hubiera gustado decirle que tenía razón: no se conocían en lo absoluto.

—Cerrá el orto, pelotudo. ¿Te haces el piola porque te cojiste a Sol Pérez?

—Apá, vino picante hoy. Bien que con Benedetto no dijiste nada.

Los dos se empezaron a reír. Sabía que había desviado el tema, pero ya pensaría en algo después.

Podría decir la realidad de las cosas, que solo la había llevado a la casa, que no la conocía de nada, que ni siquiera habían hablado, pero no iban a creerle. ¿Entonces, para qué decirlo?

Sabía que si contaba lo que pasó los demás iban a tratarla diferente. Había pasado antes. Cuando uno estaba con una piba todos los demás se le tiraban después.

A Montiel no le importaba. Valentina Ruiz era solo la nueva psicóloga del plantel. Si quería estar con alguno de sus compañeros era tema de ella.

¿O no?



mamita cuánto relleno
perdón pero era necesario
Gracias por todos los mensajes lindos❤️

THE PSYCHOLOGIST | Gonzalo MontielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora