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capítulo veintinueve
el picadito
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Gonzalo siempre había sido un chico tímido, es por eso que al no comunicarse usualmente con las palabras había logrado desarrollar su habilidad de leer a las personas. La mayoría de las veces podía interpretar la personalidad de la gente que lo rodeaba con más rapidez que el resto, incluso saber que pasaba por sus mentes y había que decir que pocas veces se equivocaba. Es por eso que ese día, en cuanto puso un pie en el vestuario y se encontró con todos los compañeros de su equipo, supo que ya todos estaban al tanto de todo lo que sucedía con él.

Insultó internamente. No iba a ser el jugador que se creía la estrella y trataba a todo el mundo mal. Gonzalo nunca había sido de esos.

Pero tampoco sería el boludo de quien todos hablan a sus espaldas.

Decidió concentrarse en lo suyo.

Se sentó alejado del resto bajo las miradas sorprendidas de que haya aparecido. Las ganas de no asistir no faltaban pero el mensaje de Valentina lo había hecho pensar en como se estaba arriesgando. Sabía que no estaba bien que se comportase de esa forma dejando que sus problemas personas se interpusieran en su vida laboral, pero, ¿cómo debía actuar si sus problemas personales eran también problemas laborales?

Quizás sus compañeros notaron su malhumor porque nadie le habló. Mejor. Se puso la ropa de entrenamiento y salió al campo con el resto de ellos.

El cuerpo técnico comenzó a dar las indicaciones de los ejercicios que realizarían ese día. Finalmente, al ser el último día de la semana y no tener ningún partido cerca anunciaron que simplemente jugarían formando dos equipos. Dijeron que entregarían pecheras para que se diferenciaran unos de otros.

Cuando Biscay, que era uno de los encargados de repartirlas, notó que el chico estaba ahí se sorprendió.

—Bienvenido, Gonzalo—simplemente le dijo. Él asintió, a modo de saludo.

No quería lidiar con nadie. La verdad era que solo había ido a entrenar ese día para que dejaran de hablar de él. No había conversado con ningún compañero, ni siquiera los había visto a la cara. Hasta que levantó la cabeza y su mirada se posó en la última persona que quería ver en el mundo.

Bueno, una de las dos últimas.

Bruno Zuculini también estaba recibiendo una pechera con el logo de Adidas idéntica a la que él tenía en sus manos. De inmediato su cuerpo actuó antes que su cerebro, por supuesto, de manera irracional.

Observó que a su lado esta Lucas y sabía que él no se negaría. Le tendió el pedazo de tela. —No quiero jugar con pechera—solo le dijo, a lo que su amigo asintió. No estaría en el equipo de Zuculini.

Cuando estuvieron todos posicionados escuchó como Marcelo Gallardo tocaba el silbato que daría inicio al partido.

Ese tipo de partidos como era obvio duraba muchísimo menos que un partido de verdad, es por eso que si uno quería ganar tenía que darlo todo al máximo. Al parecer sus compañeros no querían ganar porque en menos de veinte minutos estaban perdiendo por tres goles. No supo qué fue exactamente lo que lo hizo enojar más. Si el hecho de que estaban a punto de hacerles el cuarto gol o quien lo iba a hacer, pero de todas formas cómo buen defensor que era fue a barrer.

Y no a la pelota.

El juego se detuvo y escuchó como su, en ese momento, rival gritaba de dolor.

[x]

Algunos días, como esos, eran los favoritos de Valen. Cuando no había mucho trabajo y los trabajadores del club podían quedarse tranquilos, charlando un poco y compartiendo un par de mates. Alguno que otro contaba historias de sus familias o noticias que habían leído en el diario.

Ese día, mientras uno de ellos estaba a punto de empezar a hablar escucharon como uno de los ayudantes de los preparadores físicos se acercaba corriendo gritando a todo pulmón. Decía que necesitaba que los médicos se reunieran. Cuando preguntaron porque la chica sintió verdadera preocupación.

—Uno de los jugadores se lesionó mientras entrenaban. —explicó—Parece grave.

Todos se pusieron de pie, dirigiéndose a la clínica.

En cuanto llegaron ya había un tumulto de gente esperando para entrar a la habitación. Pudo ver a uno de los jugadores en una camilla siendo trasladado en ella para que seguramente le hicieran placas. No pudo ver de quién se trataba, pero si vio al cuerpo técnico. Gallardo estaba ahí, pero más que preocupado estaba enojado. Enojado como pocas veces lo había visto antes.

Escuchó como iniciaban unos gritos, como si se tratara de una discusión.

—No tenías por qué ir así—decía el que estaba en la camilla—. Ya habías perdido. El partido ya estaba terminado.

Entonces otro de los jugadores, de quien solo pudo ver la ropa, empezó a contestar. Y por supuesto que lo reconoció.

—No hice nada malo. Estaba defendiendo.

Escuchar su voz otra vez hizo que millones de sentimientos renacieran. Quiso gritar de la felicidad, pero por supuesto, no hubiera estado bien. Hizo un poco de fuerza para poder pasar, necesitaba verlo. Se sorprendió cuando vio la situación de cerca.

Quien estaba en la camilla, rodeado de médicos, era Bruno. No podía moverse, pero se había incorporado para gritarle a Gonzalo.

—¡Fuiste directamente a bajarme, mala leche! —le contestó, exasperado, sin poder creer lo que estaba escuchando. —¡Es un entrenamiento!

Gonzalo no mostraba expresiones, solo se limitaba a elevar y bajar sus hombros restándole importancia a la situación. Valentina quería ponerse de su lado, pero había un hombre en una camilla por lo que era difícil.

Cuando el chico quiso contestar no pudo hacerlo. Marcelo Gallardo interrumpió la pelea comenzando a dar indicaciones. Por primera vez la chica notó que detrás de él estaba el resto de los jugadores, mucho más preocupados que Gonzalo a quien parecía importarle poco lo que acababa de pasar.

—Leo—le dijo al capitán—, se terminó el entrenamiento. Váyanse todos. —comenzó a decir. Tardaron en reaccionar hasta que por fin lo hicieron. En cuanto el jugador con el dorsal número 29 se volteó, el técnico volvió a hablar—Vos no, Gonzalo. El cuerpo técnico, Sandra, Valentina y yo te tenemos que decir un par de cosas.

La chica contuvo la respiración. Eso no se lo esperaba. 

djdhsdjajsj se picó
pegué Gonza pegué
En el próximo cap se pudre se los prometo

THE PSYCHOLOGIST | Gonzalo MontielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora