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capítulo veintiséis
salir del armario
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Su corazón se detuvo. Los nervios aparecieron al instante y fue incluso peor cuando vio el rostro de Gonzalo, casi tan sorprendido como ella.

El chico se preguntó por qué su compañero estaba en la puerta de la oficina de Valen. Era normal que quisiera tener una sesión con la psicóloga y todos ellos lo hacían. ¿Pero qué era tan urgente como para romper las indicaciones de Marcelo Gallardo? En su caso, era obvio. ¿Pero cuál era el caso de Bruno?

—¿Qué hacemos ahora? —dijo la chica, tomándolo por sorpresa.

—Me escondo hasta que él se vaya.

Las cejas de la chica se elevaron ante sus palabras. —¿Qué? ¡Se va a dar cuenta, no es boludo!

El defensor, muy por el contrario, con la actitud de la chica, parecía divertido con la situación. Como si todo se tratara de un juego. —No pasa nada. No se puede quedar mucho tiempo, en cualquier momento tenemos que volver con Gallardo.

Ella continuó negando. No. Nada bueno podía salir de eso. —Le voy a decir que se vaya. Que ahora estoy muy ocupada.

Él también negó al oír sus palabras. —Si vino se arriesgó a venir ahora es porque de verdad necesita hablar con vos—anunció—Además, tiene sentido. Hoy tuvo todo el día como cabizbajo, caído.

Eso fue lo último que dijo antes de meterse dentro del armario que servía para guardar las fichas de ahora y las de los jugadores pasados. En verdad no era un armario propiamente dicho. Era más como un cuartito apartado. Montiel no tenía mucho espacio para moverse ahí adentro pero como pudo logró entrar. Cerró la puerta detrás suyo y se quedó allí. 

Fue entonces cuando cayó en cuenta de que esa sería la primera vez que lo vería y hablaría con él desde el evento.

No supo cómo sentirse. Lo peor de todo era que Gonzalo estaba allí, y escucharía cada palabra. El puño volvió a tocar una vez más. La chica escuchó cómo el hombre desde el armario la incitaba a abrir la puerta. "Valen, dale" le dijo. Sus palmas empezaron a sudar.

No tuvo tiempo de pensar las cosas. Se acercó a la puerta y la abrió, encontrándose con el rubio del otro lado. Su rostro no se mostraba luminoso y jovial como solía estar. Muy por el contrario. Estaba pálido, denotando tristeza, incluso pudo observar las incipientes ojeras debajo de sus ojos.

Aquello la preocupó un poco, pero la preocupación superlativa se daba por el hecho de que Gonzalo estaba allí, y que Bruno no tenía idea.

—Gracias, Valen—dijo, mostrándose aliviado. —Creí que no querías verme. Digo, tendría sentido si no quisieras. De verdad, estoy muy arrepentido...

Quería decirle que tenía que estarlo. Que lo que había hecho la había lastimado mucho, y que si ese día se hubiera quedado le habría partido la cara. Que era un sinvergüenza y que nunca hubiera esperado eso de él.

Que le daba asco.

Pero, sin embargo, no quería que Gonzalo supiera todo eso. Bruno era su compañero, incluso su amigo. Y primero que todo estaba su relación. Ella era demasiado insignificante como para interponerse en la relación de equipo.

—No te preocupes—dijo, como pudo, apretando mucho los dientes. Vio cómo, de espaldas a Bruno, la puerta del armario se abría levemente. El rubio no podía darse cuenta, pero ella sí. Gonzalo estaba viendo todo.

—Pero sí me preocupo—insistió él. Se acercó a ella e intentó tomar sus manos, cosa que no pasó porque ella se alejó. No evitó que la tocara porque el defensor estaba mirando. Se apartó porque no quería que sus manos volvieran a estar sobre ella. —Lo que hice estuvo muy mal, Valen. De verdad no se por qué lo hice. Me arrepiento mucho.

THE PSYCHOLOGIST | Gonzalo MontielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora