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capítulo treinta y cuatro
más preguntas que respuestas
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No parecía ser una situación diferente a las que solían estar acostumbrados. El entrenamiento se llevó a cabo de la misma manera que siempre.

El fin de semana jugarían un partido importante para permanecer en la lucha por el campeonato.

Gonzalo había logrado poner sus pensamientos en orden. Incluso ya podía decir que con el paso del tiempo ya casi había olvidado a la chica. Casi. De todas formas, lo que él sintiera ya no importaba, eso habla quedado atrás.

Lo único que debía captar su atención en ese entonces eran los tres puntos que no podían fallar en conseguir.

—¡Vamos, Gonza, bien!—oyó cómo alguien lo felicitaba. Se sintió bien por dentro. Hacía tiempo que no lo felicitaban por su buen rendimiento.

En cuanto terminaron de entrenar, los jugadores se juntaron para dirigirse al vestuario y posteriormente, irse cada uno a su respectivo hogar.

El chico se sentía feliz de poder volver de una vez por todas. Entrenar le permitía descargar todas las tensiones que su cuerpo acumulaba, pero el momento en el que duchaba antes de volver a su casa era sin duda su momento favorito.

Pero por alguna razón, cuando estaban a punto de entrar al vestuario, algunos de sus compañeros no avanzaron. Por el contrario, se quedaron allí esperando alguna cosa de la que él no estaba enterado.

—¿Qué pasa?—inquirió él.

—Sh, cállate—contestó De la Cruz, haciéndolo a un lado—Queremos escuchar qué están diciendo.

Siguió con su mirada el lugar que su compañero le indicaba. Dentro de una oficina pudo ver a Gallardo, Biscay, Sandra y los demás hablando entre ellos.

—Así que está arreglando los últimos detalles y ya se va—comentaba uno de los ayudantes de campo.

—¿Entonces ya es oficial?—El que preguntó fue el técnico de River. Sandra asintió y luego él volvió a hablar—Bueno, era obvio que iba a pasar...

—Viste que te dije que había escuchado bien...—Julián Álvarez murmuró, burlándose en la cara del uruguayo y Gonzalo aún no sabía de qué estaban hablando.

—No lo puedo creer—le contestó—. Yo de verdad pensaba que iba a volver con nosotros...

Quería preguntar de qué estaban hablando, pero sabía que no le contestarían. Dentro de la habitación habían empezado a hablar de nuevo y sus sentidos estaban completamente enfocados en eso.

—¿Vos cómo estás con todo esto, Sandra?—le preguntaron entonces a la mujer, que se encogió de hombros y luego le dio una sonrisa.

—Hubiera preferido que se quedara acá, pero estoy contenta por ella. Es una de las personas más profesionales con las que trabajé y se lo merece—contestó ella—. Además, el Atlético de Madrid es un gran equipo y estoy segura de que Diego va a dejarla implementar todos los conocimientos que aprendió durante todo este tiempo.

—¿Cuándo se va Valen, entonces?

—Mañana.

Se preguntó si había escuchado bien, creyendo que tal vez se estaba imaginando cosas, pero por las caras de sus compañeros no parecía ser el único.

—¿Valentina se va?—preguntó en voz alta sin pensar en que podrían oírlo, aun cuando no hacía falta la confirmación. Lo que había escuchado ya era muy claro.

THE PSYCHOLOGIST | Gonzalo MontielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora