24 Diciembre del año 2016
Midoriya Izuku
Escribo en este viejo diario cada que tengo ese amargo sentimiento de debilidad. Escondiendo y callando los escandalosos latidos de mi corazón que sollozan lágrimas de agonía por mi biografía.
Mi aflicción es por diversos motivos, no hay un solo culpable. Quizá este enfermo, me lo pensé mucho tiempo y pensar también me da un poco de dolor en lo profundo de mi pecho roto.
A veces me pregunto si soy una persona triste que finge gracias a una vida mierdosa o una persona mierdosa que se protege con un escudo debido a una vida tristemente patética.
Estoy en posición fetal, mi nariz pica y mis ojos amenazan con lavarse solos. Mis rodillas estan pegadas a mi cuerpo, para ser claros; mi pecho alterado. Mi habitación es tan silenciosa como de costumbre, incluso hoy. ¿Debería comenzar hacer ruido? Dudo que eso resuelva algo. La tranquilidad de mi pieza no me molesta, mi cabeza suele tener tantas cosas en que pensar que el exterior pasa desapercibido para mí.
Razones patéticas por gente igual de patética. El dolor tiene diferente sensibilidad desde cada punto de cada ser. ¿Cómo esperas entender mi pesar si no puedes comprender mi estúpido entendimiento?
Estoy atado a la miseria creyendo que estoy sobrellevando mi vida, cuando la vida me ha estado sobrellevando todo este tiempo. Estas cadenas que ningún instrumento las rompe, son pesadas y me desgastan. Creo que mi fuerza llega a un límite que no soy capaz de extender. ¿Significa que moriré? No es que quiera vivir, hay alguien que también me ata, no solo estas torpes cadenas. Tampoco busco tu muerte pero, ¿podría irme sin estar preocupado por ti? Aún estoy melancólico por tu desafortunada vida. Quiero recompensarte pero no tengo fuerzas.
Madre, quiero colapsar en las suaves y cómodas sábanas de mi cama, mientras mis párpados caen de manera sutil, viendo por última vez las estrellas fluorescentes que pegamos en la pared de mi habitación. Quiero recordar ese cálido sentir de tu corazón, aquel que me decía que todo estaría bien. Madre, quiero volver a la ingenuidad de mi peculiar niñez.En otra vida, ¿podría volver a intentar ser feliz? Desconozco el sentimiento de alegría pura así que; enséñame.
Madre:
Midoriya InkoPeso: 43 kg
Diagnóstico: Anemia
Problemas respiratorios
Taquicardia—Shoto, ¿qué es esto? —los irritantes gritos de Fuyumi impedían todo el tiempo que pudiera concentrarme en las cartas ya leídas.
La carta onceava era casi la división de la mitad de todas las cartas en aquel viejo diario.
Repasé todo los datos que tenía mientras frotaba mis ojos con frustración por el alboroto innecesario de mi hermana.
La mayoría, después de la U.A comenzó a trabajar en agencias de héroes, mientras yo me dediqué a la música porque era mi único escape de esta peste llamada realidad.
Me seguía preguntando si no hubieses hecho nada de lo que hiciste; ¿habrías sido un héroe? ¿Qué camino habrías elegido? Eras tan brillante.Le dedicaste cartas a tantas personas que no sabía por quién comenzar.
A nuestro tutor Toshinori Yagi que para mi desgracia; había muerto a causa de un infarto hacia unos años atrás. A Uraraka Ochako, tu mejor amiga que luego de tu repentina muerte también decidió morir contigo y llevarse tus secretos junto con los de ella a la tumba. Al usuario que aún no lograba descifrar; el destinatario en rojo. A tu madre; Midoriya Inko la cual parecía dolida cada que hablaba sobre ti, sin mencionar que no tenía idea de la persona que eras y de lo que sentías; no era de mucha ayuda. Tu jodido padrastro que hizo cosas horribles contigo pero luego de un año de la separación con tu madre, murió apuñalado en la cárcel por otro prisionero.Dime Izuku, ¿te estabas llevando las almas a pagar al infierno? ¿O solo estabas jugando conmigo?
Natsuo y Fuyumi estaban preocupados.
Agobiados por alguien sin salvación.
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Veinte cartas antes del suicidio ✓Tododeku
FanficEscuchemos la composición de Beethoven: >; para así poder embriagar de nostalgia nuestros corazones, a la par de ir leyendo tontos escritos de un alma que se encuentra vagando en el abismo. Un alma que existió y pasó por nuestro lado sin siquiera pe...